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La caza del dragón

Tras inspirar al director de King Kong, los dragones de Komodo siguen sorprendiéndonos con su arsenal para matar

Dragones de Komodo.Vídeo: Pixabay | EPV

Al principio del siglo pasado, los occidentales descubrimos los dragones. Era el año 1910 cuando el teniente holandés Jacques Karel Henri van Steyn van Hensbroek encontrándose en Flores oyó un rumor; los lugareños afirmaban que en una isla cercana, llamada Komodo, habitaba en tierra firme una especie de cocodrilo. Una criatura corpulenta y musculosa fácil de confundir con los dragones mitológicos. El teniente en persona se dirigió a Komodo para cerciorarse, pero no encontró ni cocodrilos terrestres ni dragones voladores, sino a un lagarto. Eso sí, descomunal. Van Steyn van Hensbroek envió una foto y la piel de un ejemplar a Peter Ouwens -el director de un zoo ubicado en la isla de Java- que describió científicamente al animal por primera vez apodándole como Varanus komodoensis. El dragón de Komodo es el lagarto más grande del mundo alcanzando los tres metros de largo y a los 70 kilogramos de peso.

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El hallazgo del monstruo no pasó desapercibido y el Museo Americano de Historia Natural realizó una expedición con el famoso explorador W. Douglas Burden para adquirir varios ejemplares. Dos de ellos, fueron llevados al Zoo del Bronx para su exhibición. Las bestias llamaron la atención tanto del público como de la prensa. Desgraciadamente, el show duró apenas dos meses. Merian C. Cooper, el director de King Kong, siguió las noticias de cerca y se inspiró en esta triste historia para el desenlace de su película: “Cuando me dijiste que los dos dragones de Komodo que trajiste al zoológico del Bronx, donde atrajeron grandes multitudes, fueron finalmente asesinados por la civilización, inmediatamente pensé en hacer lo mismo con mi Gorila Gigante" escribió a Burden. En la gran pantalla, Kong caía del Empire State Building abatido por los aviones. En la vida real, los dragones también murieron en Nueva York alejados de su caluroso hábitat. Curiosamente, en su día, un periodista del New York Times ya se percató que hasta su alimentación era inapropiada: "En su deseo de complacer a los notables lacertilios, sus anfitriones cometieron el error de servirles pollo cortado en pequeñas porciones."

A los dragones de Komodo les gusta llenarse la boca de carne, sangre y vísceras sin las finuras propias de la 'nouvelle cuisine'

A los dragones de Komodo les gusta llenarse la boca de carne, sangre y vísceras sin las finuras propias de la nouvelle cuisine. El menú incluye todo tipo de animales; desde otros reptiles, aves o pequeños roedores hasta cerdos, ciervos o búfalos de agua. Desgarran a las presas en grandes pedazos y, en algunos casos, se las comen de un solo bocado. Tampoco son exigentes con la fecha de caducidad y mayormente comen desechos y carroña. Cazar implica un esfuerzo mayor y - como lagartos que son - prefieren yacer bajo el sol tórrido sin hacer nada. A pesar de ello, cuando cazan, atacan vigorosamente combinando su poderoso arsenal de afiladas garras, dientes serrados e incluso veneno. Si el mordisco no es letal, el veneno remata el trabajo. Los científicos han descubierto que actúa como anticoagulante e hipotensor: refuerza la pérdida de sangre y luego también intensifica la caída de la presión arterial que, en última instancia, causa un shock o deja inconsciente a la víctima. No obstante, su efecto depende del tamaño de la presa.

Los corpulentos búfalos escapan de la ofensiva inicial del dragón de Komodo. Sin embargo, con mordeduras profundas en las patas, las heridas se infectan gravemente causando la muerte del bóvido. Décadas atrás, los investigadores sugirieron que la saliva del dragón de Komodo -con altas cantidades y variedades de bacterias- contribuye a la reducción de las presas. Por contra, estudios recientes apuntan que sus bacterias son similares a las presentes en las fauces de muchos carnívoros y que la infección se debe al mero hecho de que beben en charcas calientes repletas de heces donde remojan las patas ensangrentadas. Desde un punto de vista evolutivo, los científicos argumentan que las infecciones actúan demasiado lentas para estar bajo una presión selectiva. Tampoco hay beneficio aparente para el Komodo que inició el ataque, ya que el búfalo huye y este no lo persigue para comérselo. Días después, a otro dragón se le cae la baba al encontrar un búfalo moribundo y, sin desperdiciar tal oportunidad, se sirve un festín a expensas del verdadero cazador.

Oscar Cusó (@oscarcuso) es biólogo, director y guionista de documentales de naturaleza, ciencia e historia. Ha trabajado en diferentes series y largometrajes para cadenas como la BBC, National Geographic o TVE.

Historias Naturales es una sección dedicada a las curiosidades científicas de los seres vivos. Una serie de reportajes donde se narran las historias que rodean a la flora y la fauna, desde sus leyendas y lunáticas concepciones hasta los descubrimientos más recientes. Un viaje del mito a la ciencia para descubrir las maravillas del mundo salvaje. El título de la sección juega con el plural para convertir la Historia Natural - concepción clásica de Biología - en cuentos, en relatos, en narraciones… en Historias Naturales.

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