Cesca: la gran guerra de egos detrás de la silla más famosa de la Bauhaus (y de Instagram)
Marcel Breuer, Mart Stam o Mies van der Rohe. ¿Quién diseñó en realidad la célebre silla tubular? El experto en diseño Stephen Bayley hurga entre las miles de copias, versiones y polémicas del mueble más famoso del siglo
"L'avion accuse!" (el avión nos acusa), escribió Le Corbusier. Lo que quería decir es que la arquitectura debería aprender de la aviación. El diseño de edificios debería tener las formas puras, las líneas limpias, los nuevos materiales y las estructuras livianas de lo aeroespacial.
El amor ciego por la máquina fue una característica definitoria de la arquitectura moderna en su fase primitiva, muscular e inocente. También el pintor Lyonel Feininger, Bauhausmeister —profesor de la Bauhaus—, solía pasearse por la fábrica de aviones Junkers, que como la famosa escuela tenía su sede en Dessau (Alemania). Y a menudo describía en las cartas a su mujer, y con una prosa de lo más poética, la estructura de un hidroavión.
Otro Bauhausmeister, Marcel Breuer, se inspiró en el acero tubular de una bicicleta para diseñar uno de los muebles más famosos del siglo XX. Era la Cesca, una silla con respaldo y asiento de caña con marco de madera sobre una estructura de acero tubular cromado, con dos únicas patas delanteras y con el asiento suspendido. Pertenecía a la clase de cosas que podías encontrarte en la cabina de un Junkers W33 Wasserflugzeug amarrado en Leopoldshafen, en el Río Elba, donde los Junkers hacían sus pruebas de vuelo.
Pero la historia de una de las sillas más famosas del siglo XX es también la de dos extrañas paradojas. La primera es que, mientras la Bauhaus hacía de la producción en serie del diseño industrial religión —prometiendo mejorar la vida cotidiana mediante el culto a la maquinaria y sus metáforas—, sus estudios y talleres produjeron en realidad muy poco valor duradero. A excepción de la famosa Cesca.
La segunda: si alguien pensaba que la veneración a los procesos industriales haría que el ego individual del artista-diseñador fuera algo del pasado, estaba equivocado. El origen preciso de la silla de acero tubular ha sido durante casi un siglo materia de un petulante debate sobre la autoría y la autenticidad; un debate frente al que un grupo de expertos discutiendo sobre la atribución de una pintura a Bellini o a Mantegna quedarían reducidos a la categoría de principiantes.
Estos son los hechos. En 1929, Michael Thonet sacó a producción el diseño de Breuer como la silla B32. Thonet era la compañía cuya famosa silla de café número 14, la Vierzehner, popularizó la manufactura con madera combada y se convirtió, casi literalmente, en un icono de los diseñadores de vanguardia. Y esta iba a ser su sucesora.
Pero apareció Mart Stam, un arquitecto holandés a veces conocido como "El hombre misterioso del movimiento moderno", quien rivalizaba por su autoría y proclamaba ser el creador de la silla de acero tubular. A mediados de los años veinte, Stam había estado experimentando con tubos de gas en el diseño de mobiliario, entusiasmado por sus posibilidades funcionales.
En 1927, la silla de tubo de acero de Stam fue presentada en el Weissenhof Siedlung, un salón de diseño moderno en Stuttgart (Alemania): al menos un año antes de la silla de Breuer. (Para complicar las cosas en esta opera buffa, el director del proyecto Weissenhof era Mies van der Rohe, que también presentó una silla de acero tubular, aunque en cualquier caso esta fue probablemente diseñada por su amante-asistente Lily Reich). Pero Breuer denunció que Stam le había robado la idea y esta acusación tuvo a los dos diseñadores en juicio hasta 1932. Stam ganó el caso.
El diseño de Stam se comenzó a producir en 1931 por Thonet como 'la S43'. A él le interesaba su pureza formal, mientras la gente que se sentaba en ella disfrutaba la sensación de sentarse en el aire que proporcionaba la suspensión de los tubos horizontales flexibles de su estructura. Era, además, "una silla con dos patas". Una Freischwinger, la llamaban los alemanes.
Después de proceso judicial, la B33, una variante de la original de Breuer, se atribuyó a Stam en los catálogos de Thonet. Inevitablemente desencantado, en los cincuenta, Breuer asignó los derechos de la B32 a Dino Gavina, en Foligno (Italia). En este momento se dio a conocer como la Cesca, en honor a la hija de Breuer, Francesca. Luego, en 1968, la firma neoyorquina Knoll, especializada en diseño y diseñadores de mobiliario moderno, compró Gavina. La silla se sigue produciendo.
De hecho, siguen produciéndose numerosas versiones prostituidas y bastardas. Tanto se acerca el diseño de Breuer a la perfección que desde entonces hasta hoy ha atraído imitadores, falsificadores, farsantes, bandidos, piratas y fraudes. Las imitaciones inferiores, que carecen del refinamiento de ingeniería del original, están disponibles en todas partes. En 1991, el New York Times informó de que las falsificaciones estaban a la venta en Manhattan por tan solo 45 dólares [de la época, hoy unos 85,15 si se aplica la inflación, unos 75 euros].
Pero, ¿qué se puede considerar falsificación en este contexto de diseño industrial? La idea esencial del movimiento moderno es que un diseño de alto valor pueda reproducirse a bajo costo para el consumo masivo. Y eso, tapas de plástico baratas y tubos de metal corriente doblados aparte, es exactamente lo que ha ocurrido con la Cesca.
Más tarde, Breuer diría que sentía que su silla Bauhaus era un objeto frívolo y de juventud, que carecía de seriedad. Su idea madura de lo que comprende la seriedad debe tomarse de su diseño sombrío y gris para el Whitney Museum de Nueva York.
Pero en el centenario de la Bauhaus, el famoso diseño de Marcel Breuer es el único producto de la escuela que se conoce en el mundo entero. "Le fauteuil accuse!", que diría Le Corbusier [la silla con reposabrazos].
(*) Stephen Bayley, consultor, reconocido escritor y crítico cultural especializado desde hace más de 30 años en diseño y arquitectura, ha sido comisario de arte y profesor de Historia del arte en la Universidad de Kent. Fue el creador, junto con Terence Conrad del Boilerhouse Project, en el Victoria and Albert Museum, que fue el germen del actual Museo del Diseño de Londres. Ha publicado 15 libros sobre estética, diseño, sexo y arquitectura (no necesariamente en ese orden).
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