Los escándalos sexuales sacuden el K-pop surcoreano
Los cantantes Jung Joon-young y Seungri compartieron vídeos sexuales en un ‘chat’ común, grabados con cámara oculta y sin el consentimiento de las mujeres que aparecen en ellos
Dos figuras emblemáticas del K-pop, Jung Joon-young y Seungri, han anunciado su retirada del mundo del espectáculo tras verse envueltos en varios escándalos sexuales, desde la difusión de vídeos sexuales grabados con cámara oculta hasta vínculos con la prostitución. El caso, que ha provocado una ola de indignación en Corea del Sur, ha sacado a relucir la cara más oscura de la multimillonaria industria del entretenimiento de este país asiático y en particular los abusos que cometen algunas de sus estrellas.
Jung Joon-young, de 30 años, es un famoso cantante, actor y una celebridad de la radio y la televisión. Seungri, de 28 años, es miembro fundador de una de las bandas de K-pop más famosas de la historia de este género, BIGBANG. Ambos han anunciado su retirada de la esfera pública esta semana. El primero ha confesado haberse grabado teniendo sexo con varias mujeres sin que ellas lo supieran y haber compartido esas imágenes en un grupo de chat con otros artistas, entre ellos Seungri. A este último, además, se le investiga por supuestamente facilitar servicios de prostitución a potenciales inversores para ganarse su favor. Tanto la pornografía como la prostitución son ilegales en Corea del Sur.
“Grabé a mujeres sin su consentimiento, compartí los vídeos en un chat de redes sociales y lo hice sin sentir ningún sentimiento de culpa", admitió este miércoles en un comunicado Jung, informa la agencia surcoreana Yonhap. “Quiero disculparme con las mujeres que aparecen en los vídeos y con todas aquellas personas que puedan sentirse decepcionadas y molestas por este incidente. Voy a arrepentirme de estas conductas poco éticas e ilegales, que constituyen actos criminales, durante el resto de mi vida”, añadió el joven, para anunciar después que se retira de la esfera pública. La policía surcoreana afirma que los vídeos se realizaron entre los años 2015 y 2016 y que en ellos aparecen, al menos, 10 mujeres distintas.
Su retirada del mundo del espectáculo llega apenas dos días después de la de Seungri (su nombre real es Lee Seung-hyun), también bajo investigación por un caso aún más turbio. Además de ser uno de los miembros de este polémico grupo de chat, el cantante está vinculado con la discoteca Burning Sun, situada en el exclusivo barrio de Gangnam en Seúl. La policía investiga en este local supuestos casos de sobornos, violencia contra los clientes, tráfico y consumo de drogas y la citada contratación de prostitutas para clientes VIP. Estos invitados eran, según han informado los medios surcoreanos, potenciales inversores de la sociedad creada por el artista.
Seungri, a diferencia de Jung, no ha admitido estas acusaciones. “He decidido retirarme de la industria del entretenimiento porque el escándalo social es demasiado grande. Con respecto a los asuntos bajo investigación, seré investigado diligentemente y revelaré todas las sospechas”, dijo el lunes. Ambas celebridades deberán presentarse este jueves ante la policía para someterse a un interrogatorio.
El ministro de Justicia surcoreano, Park Sang-ki, advirtió que la distribución de material audiovisual ilegal es “un crimen grave” e instó a la Fiscalía a “pedir un castigo en consecuencia” una vez confirmadas las acusaciones. Jung se enfrenta hasta a siete años y medio de cárcel.
Los casos de estos vídeos sexuales filmados sin consentimiento de sus parejas han indignado a la opinión pública surcoreana. Las mujeres en Corea del Sur se han rebelado desde hace meses contra el llamado molka, una práctica que consiste en grabarlas en su intimidad, sin que ellas sean conscientes de ello, para después compartir o vender estos vídeos en Internet. Se trata de un fenómeno en auge en el país, habiéndose hallado cámaras no deseadas no solamente en dormitorios, sino en escuelas, oficinas, baños públicos o vestuarios. Miles de surcoreanas se han echado a las calles del país para denunciar el fenómeno y las autoridades locales de la capital, Seúl, han asignado a hasta 8.000 de sus empleados la tarea de peinar los baños públicos de toda la ciudad en busca de estos dispositivos camuflados.
Los crímenes relacionados con cámaras ocultas se han disparado en el último lustro en el país. Los últimos datos disponibles muestran que el número de delitos registrados por este motivo pasó de aproximadamente 2.400 en 2012 a los casi 6.500 de 2017. Ahora los surcoreanos saben que al menos dos de sus estrellas más mediáticas, envueltas siempre en esa aura de perfección y excelencia, son también partícipes de esta lacra.
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