Olvida la luz azul: así afecta a la vista estar enganchado a una pantalla
La sequedad ocular y la miopía son solo dos ejemplos de las consecuencias del uso intensivo de aparatos electrónicos, pero no son un destino inexorable
Hubo un tiempo en que no existían los smartphones, las tablets ni los libros electrónicos. Las videoconsolas eran un privilegio, en las casas no había un triste portátil y la única pantalla que rompía de la casa era la del televisor. Para los estándares modernos, era una vida asceta que solo era perturbada, tarde o temprano, cuando una madre preocupada por el daño que la tecnología podía provocar en el bienestar de sus retoños formulaba una frase icónica: "¡No te acerques tanto a la tele niña, que te vas a quedar ciega!". Ahora la casa, la calle, el trabajo, el metro y la vida, en general, son multipantalla pero, en lo que respecta al grito materno... ¡qué poco hemos cambiado!
Es más, la idea de que las pantallas dañan la vista está más fuerte que nunca, y con razón. Según un estudio de Hootsuite, los españoles pasamos en internet 5,20 horas diarias, 2,53 frente a la televisión y 1,38 en las redes sociales. Los más pequeños no son ajenos a esta inversión del tiempo, tan mediada por la tecnología. Según el Informe Norton, My First Device, los niños pasan conectados al móvil 2 horas y 24 minutos en España. Ante tanta dependencia, lo primero que viene a la cabeza es, curiosamente, lo mismo que se le pasaba a nuestras madres en los años ochenta: tantas horas pegados a una pantalla no puede traer nada bueno. Y merecemos una respuesta certera, y, en este mundo multipantalla, ineludible: ¿De verdad son las pantallas tan malas para la salud ocular?
Ojos fatigados y secos, el peaje de los ordenadores
El oftalmólogo Jesús Zarallo, especialista en retina médica y quirúrgica del Hospital Universitario del Henares, confirma que el uso de las pantallas sí puede producir problemas, además de agravar otros ya existentes. "El más frecuente con el que nos encontramos es la fatiga ocular, que se produce por la necesidad de enfocar a una distancia muy cercana", indica. Y explica que, para mantener la atención constante a una pantalla, "necesitamos que ciertos músculos oculares sostengan un trabajo, y es ese esfuerzo el que provoca síntomas como la pesadez y el dolor de los párpados, el escozor o picor, las ganas de mantener los ojos cerrados, incluso el dolor de cabeza, molestias cervicales y vértigo". Nada que no sepan quienes se mueven en un entorno laboral que se reduce a un rectángulo luminoso.
Otro efecto de las pantallas que sufren muchas personas, cuyos síntomas se agravan con el uso de los dispositivos, es el síndrome del ojo seco. Se produce por una falta de lubricación, la consecuencia de la concentración constante en la pantalla. "Hace que parpadeemos menos y que tengamos los párpados más abiertos de lo normal", explica el especialista. Más tiempo de exposición al aire y más superficie expuesta, la combinación perfecta para fomentar la sequedad ocular.
Todos estos síntomas se incluyen dentro del denominado Síndrome Visual Informático (SVI), unas molestias que, según un trabajo del Instituto de Salud Carlos III, el 90% de los trabajadores que pasan más de 3 horas al día frente al ordenador llega a padecer. El trabajo también señala que pueden verse agravadas si el trabajo se lleva a cabo en un lugar cerrado, con aire acondicionado o calefacción. La nula ventilación, unida a la concentración de las partículas que producen las impresoras, los ordenadores, los monitores, es una combinación que provoca que la superficie ocular se dañe y, como consecuencia, aparezca la picazón y ardor de los ojos al final del día. Zarallo llama a la calma. Según el oftalmólogo, "estas alteraciones, aunque molestas, no suelen conllevar un daño estructural en nuestros ojos".
Cada vez hay más miopes, y las pantallas sí tienen culpa
Entonces, ¿no es cierto que por culpa de nuestra adicción a las pantallas en los últimos 50 años el número de miopes se ha duplicado en el mundo y que la OMS estima que para el 2050 lo será la mitad de la humanidad? El profesor de la Universidad de Murcia, Diego López Alcón confirma este incremento de la miopía, pero el especialista no lo relaciona exclusivamente con las pantallas. Aunque sí tienen que ver con el uso creciente de las tecnologías de la información.
"Además de los aspectos hereditarios, la otra causa que provoca la miopía está en las personas que realizan tareas de visión cercana, como puede ser el uso de los móviles", dice López Alcón. Pero subraya que "también el de leer con los ojos pegados al libro" la provoca. No son las pantallas en sí mismas sino el esfuerzo de la visión cercana lo que está relacionado con la aparición y progresión de la miopía. "El problema de las pantallas es que se usan para muchas más cosas que leer libros (mandar mensajes, redes sociales, ver vídeos, películas…), por lo que la mayoría de los niños y los adultos pasamos con ellas muchas más horas de las que estaríamos frente a un libro", indica el especialista.
¿Pero cuánto tiempo podemos decir que es razonablemente saludable pasar delante de la pantalla? "No existen estudios objetivos que informen de a partir de cuánto tiempo el trabajo continuado con dispositivos electrónicos es perjudicial para nuestros ojos. Los síntomas del SVI pueden aparecer antes o después dependiendo de la persona, y también puede incluso que no aparezcan nunca", explica el investigador de la Clínica Universitaria de Visión Integral de la Universidad de Murcia (CUVI) Vicente Fernández.
Luz azul, que no cunda el pánico
Nadie se libra de la amenaza de las pantallas. Aunque no pasemos muchas horas frente a ellos y no nos acerquemos demasiado, siempre puedes ser presa la última moda: la luz que emiten, que, según algunas investigaciones, es muy perniciosa para nuestros ojos. El oftalmólogo Jesús Zarallo conoce los estudios que han asegurado la necesidad de utilizar filtros contra la luz azul de las pantallas, con la excusa de que dicha energía puede producir daños en la retina, pero asegura que "ese supuesto daño solo ha sido detectado en modelos de laboratorio y que no tiene de momento una validez científica suficiente para avalar el uso de dichos filtros".
La Sociedad Española de Oftalmología y la Academia Americana de Oftalmología se han apresurado a explicar por qué el daño del que hablan no es para tanto. Principalmente -tal y como señalan desde la Asociación Americana de Oftalmología- se debe a que "dentro de la investigación realizada en el laboratorio se expusieron directamente células a la luz azul, pero la realidad es que estas células en el cuerpo humano no están en contacto con este tipo de luz, ya que esta solo incide superficialmente en la piel y en los ojos, y no tiene ningún efecto en ninguna parte profunda del cuerpo". Menos mal.
Lo confirma el profesor de optometría de la Universidad de Murcia Francisco Lara Lacárcel: "No está aún claro el verdadero daño que la luz azul emitida por las pantallas puede causar a la retina. De hecho, la luz recibida por el ojo humano un día soleado en el exterior es varios cientos de veces superior al recibido por las pantallas electrónicas y a los niños no les prohibimos salir a la calle por su salud visual, todo lo contrario", cuenta el experto. Efectivamente, la mayor fuente de luz azul es la solar, y un gran número de estudios científicos muestran que la actividad en el exterior frena el desarrollo de la miopía.
Siempre y cuando se evite la sobreexposición, y se protejan los ojos con gafas que filtren los rayos ultravioleta, nuevos estudios aseguran que pasar tiempo al aire libre es esencial para un desarrollo ocular normal en los niños. Lo dice un artículo de la AAO, que concluye que 40 minutos de aire libre al día pueden reducir la miopía. Son estudios que tampoco pueden confirmar al 100% que esto pueda evitar la anomalía, pero lo que sí demuestran es que la luz del sol afecta en cómo los ojos se desarrollan en la infancia y en la adolescencia. Principalmente, como señala un trabajo publicado en la revista The Lancet, "porque la exposición a la luz solar estimula la producción de dopamina, que impide que el globo ocular se alargue y, por lo tanto, se distorsione el foco de luz que entra al ojo, que es lo que ocasiona la miopía".
En otras palabras, está claro que pasar más tiempo en la calle y menos delante de las pantallas es un buen consejo. Claro que, si no hay más remedio que sentarse ante la luz más influyente de lo que va de siglo XXI, hay formas de proteger la vista de la influencia perniciosa de la tecnología. Y aprenderlas es nuestra asignatura pendiente.
Ni gafas para ordenador ni filtros, la regla 20-20-20 y las lágrimas artificiales son suficiente
Para aliviar todos los síntomas provocados por el Síndrome Visual Informático, el catedrático de Óptica y optometría, y miembro del Consejo del Instituto Universitario de Investigación en Envejecimiento, Norberto López Gil, recomienda unas sencillas normas de higiene visual.
- "Uno de los síntomas del síndrome de uso del ordenador está asociado a las alteraciones de la lágrima, al estar un tiempo continuado delante de una pantalla, por eso tenemos que obligarnos a forzar el parpadeo completo y a practicar la reglas del 20-20-20: por cada 20 minutos de visualización, relajar la visión mirando lejos, unos 20 pies -6 metros de distancia-, durante 20 segundos", aconseja el experto.
- También pueden ayudar las aplicaciones para móviles que oscurecen la pantalla, avisándote de que te ya llevas demasiado tiempo junto a ella, que la estás viendo en condiciones de poca luz o que te encuentras a una distancia demasiado corta (la mínima recomendada para un móvil es de 30 centímetros, 40 para tablet y 50 para ordenador).
- No hace falta utilizar ningún tipo de gafas protectoras, pero sí lágrimas artificiales para refrescar los ojos cuando se sienta esa sequedad tan incómoda.
- Es importante la posición delante del ordenador, con los pies completamente apoyados en el suelo y con las piernas en ángulo recto, apoyando la columna en el respaldo. También tener una buena luz y la colocación adecuada del dispositivo, en un lugar en el que no haya reflejos y a una altura en la que la posición de los ojos frente a la pantalla sea adecuada. Para calcular la altura adecuada, comprueba que tu horizonte visual sobrepasa un poquito el borde superior del monitor en cuestión.
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