_
_
_
_
Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

¿Cómo influyen los edificios en nuestra salud?

Ante una sociedad global cada vez más urbana es necesario repensar modelos más verdes y resilientes a través de mejores construcciones

Dubai, Emiratos Árabes.
Dubai, Emiratos Árabes. Kamran Jebreili (AP)
Más información
Este es el único edificio español reconocido por velar por el bienestar humano
Ciudad y salud pública
Edificios que curan
Los hospitales donde la arquitectura y el diseño también luchan contra el cáncer

A escala global, la gente vive más tiempo, es más urbana y está más conectada digitalmente que nunca. Pero estos avances no necesariamente se ven reflejados en una mejora de la salud y el bienestar. Entonces, ¿cómo puede el entorno construido dar respuesta a este desafío mundial?

Nuestro conocimiento sobre cómo la construcción, tanto a nivel individual como de la comunidad, impacta en nuestra salud y bienestar nunca ha sido tan avanzado. Con sistemas de certificación centrados en esta área y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ahora conocemos no sólo un creciente número de evidencias científicas que lo respaldan, sino también la voluntad política de que se tomen las decisiones correctas.

Naciones Unidas dice que 9 de cada 10 personas respiran aire contaminado. Esta exposición es responsable de más de 7 millones de muertes evitables al año. Un impacto que viene causado no solo por la exposición a la contaminación de los espacios urbanos, sino por el riesgo de la calidad del aire interior. Estudios de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos sugieren, por ejemplo, que ciertos contaminantes orgánicos comunes pueden ser de dos a cinco veces más altos dentro de las viviendas y oficinas que fuera de ellas.

Actualmente, contamos con sistemas de certificación como el WELL Standard, desarrollado por el International Well Builing Institute, que aborda esta problemática enfatizando en la necesidad, no solo de incluir medidas durante la construcción y el diseño que garanticen una buena calidad de aire, si no de mantener una monitorización continua que permita mantener un ambiente saludable durante el ciclo de vida del edificio y usar los datos como herramienta de mejora continua y soporte a nuestra salud y bienestar.

Las nuevas tendencias abogan por que los propios usuarios tengan  control sobre los espacios que habitan

Sin embargo, cuando hablamos de bienestar y confort, nos enfrentamos al hecho de que ambos conceptos son subjetivos, y entonces, ¿cómo podemos satisfacer a todos? Las nuevas tendencias en materia de construcción abogan por que los propios usuarios tengan capacidad de control sobre los edificios y espacios que habitan, proporcionándoles herramientas para sentirse más cómodos y poder desarrollar así todo su potencial.

La planificación acústica, lumínica y ergonómica del espacio, así como el look & feel —entendido como 'aspecto y tacto'— tienen un impacto en nuestra sensación general de confort, y gracias a herramientas de análisis avanzado, simulación dinámica, diseño de optimización y posterior monitorización continua, se puede optimizar y mantener una estrategia de confort a lo largo del ciclo de vida del edificio.

Si hablamos de ciudades, el diseño de los espacios públicos —y sus trazados— es otro de los ámbitos esenciales a tener en cuenta. La movilidad activa es uno de los criterios fundamentales para crear una ciudad saludable, pero lamentablemente este concepto se ha visto relegado desde la aparición del automóvil, que marcó la forma en la que planificamos y desarrollamos los espacios urbanos.

En los últimos años ha emergido, sin embargo, una tendencia que vuelve a situar a la persona en el corazón de nuestras ciudades, en el centro del diseño y la planificación del espacio construido. En esta línea, fomentar el tráfico peatonal mediante estrategias que lo reconozcan como un modo de transporte por derecho propio prioritario, en combinación con estrategias alternativas seguras y eficientes, como el transporte público o la bicicleta, ayudan a normalizar el tráfico peatonal como elección natural para los trayectos más cortos.

En el año 2050, las personas mayores de 65 años representarán más del 30% del total de la población

Con el envejecimiento de la población, la responsabilidad de promover políticas de movilidad e infraestructuras amables para todos es uno de los mayores retos económicos y sociales a los que se enfrentan los países desarrollados. Según los datos del CSIC, en España, en el año 2050, las personas mayores de 65 años representarán más del 30% del total de la población y los octogenarios llegarán a superar los cuatro millones. Estos números requieren de estrategias que garanticen espacios y transporte público accesibles, una infraestructura activa mejorada y un desarrollo de los servicios integrados relacionados con la tercera edad.

Para contribuir a esta tendencia es fundamental crear también espacios públicos y vías de calidad. En este contexto, las soluciones basadas en la naturaleza dentro de nuestras ciudades y edificios, y el cambio de una infraestructura gris a una verde y azul, es crítico para mejorar nuestra salud y bienestar y para mejorar la resiliencia de la ciudad.

Estrategias de integración de soluciones naturales en el ámbito urbano como la estrategia Madrid + Natural, contribuyen a materializar esta visión urbana y a entender las infraestructuras naturales como una herramienta que puede contribuir a este cambio de concepto urbano, recuperando los servicios al ecosistema que nos ofrece la naturaleza y a su vez, incrementando la resiliencia ante los efectos del cambio climático de una forma efectiva.

En definitiva, para que los edificios y las ciudades maximicen su potencial y garanticen la habitabilidad y el desarrollo saludable de comunidades y familias, deben ser diseñados teniendo en cuenta a las personas. Un entorno operativo y psicosocial más saludable conlleva una amplia gama de beneficios, entre los que se incluyen un menor gasto y un mejor servicio de salud pública basado en la prevención, la mejora de la experiencia del usuario, un mayor sentido de pertenencia a las comunidades y entornos, un mayor grado de la participación, el aumento de la productividad y de retención de talento. Éstos, a su vez, aumentan la resiliencia y crean valor social a largo plazo para las comunidades.

Susana Saiz Alcázar, es directora asociada de Sostenibilidad y Energía en Arup España.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_