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Juicio del procés
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cuando el terror atenaza

Todo o casi todo lo que angustió a Del Toro, y los coches policiales maltrechos y los incidentes agresivos (escasos) a la hora de la disolución, todo son datos

Xavier Vidal-Folch
Cerco de manifestantes a la Consejería de Economía, el 20 de septiembre de 2017, en Barcelona.
Cerco de manifestantes a la Consejería de Economía, el 20 de septiembre de 2017, en Barcelona.Albert Garcia

La película del cerco a la comitiva judicial del 20-S de 2017 que narró ayer su secretaria Montserrat del Toro, era de miedo, incluso de terror.

La connotación por adjetivos marca —como ocurrió, a la inversa, con las defensas heroicas— la narración de cada parte. Claro que el relato útil es el que hilvana datos. Porque la materia del juez no es el sentimiento, la ideación o las fantasías. Solo los hechos aislables y verificables.

El problema es que el narrador de películas alberga siempre un punto peliculero, cuenta cómo le fue, fiel a su percepción personal. Y la transmite, envolviendo los hechos que describe. La tuvieron los Jordis explicando igual jornada desde la mística pacifista y desobediente: perciben que iban a protestar, aunque fuesen más allá.

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Y esa autopercepción tiene mucho de cierta. Desde chaval el Sànchez se ensayaba así, pintando de rosa protestón los buques de la Sexta Flota atracados en el Moll de la Fusta. Y asimismo contiene mucha verdad la película de la Montserrat.

Descuenten su miedo, que empieza contemplando a primera hora desde el atrio de la conselleria cómo un manifestante insulta, quizá escupe, a un guardia civil. Sigue cuando la conminan a alejarse de la ventana, por seguridad. Se agudiza cuando ve “varias capas de cabezas” levantiscas. Llega al éxtasis cuando pide un helicóptero para salir de allí... igual que Artur Mas, el 15 de junio de 2011 cuando aterrizó en el Parlament asediado por los “indignados”.

Se amplía cuando ve los cristales modernistas de la puerta casi ceder, oye “ruido de avalancha”, ve al teniente benemérito “cabizbajo”, haciéndole señas clandestinas de que no la puede sacar. Y al final, tras 16 largas horas, debe salir por la azotea. Y luego tiene una depre de caballo, según denota su declaración y su baja por salud.

Pese a todo eso, ella (con su comitiva) completó su tarea, registró los cuatro despachos, requisó agendas y materiales.

Todo o casi todo lo que angustió a Del Toro, y los coches policiales maltrechos y los incidentes agresivos (escasos) a la hora de la disolución, todo son datos.

Para el fiscal configuran rebelión —el alzamiento contra el orden legal—, pero su violencia ¿no fue de partido de fútbol o de las fiestas de Sants? Para la abogacía del Estado, sedición, impedir la aplicación de la ley de forma tumultuaria, pero la jurisprudencia sobre el tumulto exige que sus protagonistas sean portadores, al menos, de “objetos peligrosos”. ¿Estaban?

Para la defensa hubo solo el ejercicio del derecho democrático a manifestarse, pero esa manifa fue bastante especial. ¿No provocó al menos un resultado, la obstrucción de la tarea de la Justicia (Código Penal, artículos 463 a 465, buscado o no intencionalmente, mediando intimidación?

Toda película lleva verdad, mezclada de olvidos, coartadas, errores, falsedades.

Nada que sorprenda tanto como ver al exconsejero de Mas, Quico Homs, de letrado, preguntando a los ejecutivos por las facturas de publicidad del 1-0. Él, que dictaba ayudas y amenazas publicitarias a la prensa ante el 9-N de 2014. Vivir para ver.

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