“Me enorgullece que vengan otras pisándome los talones”
Fatima Fall dirige el Centro de Investigación y Documentación de Senegal. Pese a su amplia formación en la conservación del patrimonio y de ostentar una posición a la que pocas mujeres llegan en el país, no se considera excepcional
Fatima Fall se define como "curiosa". Lo era de niña, cuando estudiaba bachillerato en Saint Louis (Senegal), y también ahora, a punto de cumplir sus 55. De pequeña, recuerda, vivía en la principal plaza de la ciudad costera, donde se celebraban numerosos eventos y se recibía a mandatarios extranjeros que visitaban el país. "Siempre iba a ver qué sucedía". Esa cualidad, la curiosidad, es la que, en su opinión, la ha llevado a dedicarse a la conservación y transmisión del patrimonio de su país. Entre su infancia y su posición actual como directora del Centro de Investigación y Documentación de Senegal (CRDS, por sus siglas en francés), hay una historia personal de oportunidades, pero también trabajo duro. "Soy una mujer de principios, cuando me planteo objetivos, hago todo lo posible para conseguirlos".
Su currículo es tan extenso que, cuando parece que ha terminado de enumerar su trayectoria académica, carrera profesional y cargos, dice: "Todavía no he acabado". Y continúa. No lo hace, sin embargo, por pretenciosa, sino porque su trabajo es su pasión. En resumen, Fall estudió en la Escuela Superior de Educación Artística de Dakar y, de vuelta al Saint Louis de su infancia, se incorporó como conservadora al CRDS. De eso hace 16 años, tiempo en el que ha seguido ampliando su formación mientras trabajaba. "Había mucho que hacer para que la ciudad fuera Patrimonio Mundial de la Unesco", especifica. Y el equipo en el que estaba integrada Fall lo consiguió en el 2000. "El esfuerzo que hicimos está teniendo un impacto", destaca orgullosa. Rápido, apostilla: "Gracias a la cooperación española, que rehabilitó y dotó de materiales de calidad a este centro".
Hoy, y desde hace tres años, Fall es la directora del CRDS, donde se conservan fotografías, documentos y objetos que cuentan la historia de Senegal. "Esta es la tela más antigua que tenemos", muestra un vestido blanco tejido hace más de un siglo con las manos enfundadas en unos guantes para no estropear la pieza. En un armario bajo llave en su despacho está el documento más añoso. Data de 1546, está escrito en latín y trata sobre filosofía. Incluso si Francia devolviera a su origen los bienes que expolió durante la época colonial, en el CRDS están preparados para conservarlos. "Lo único que nos hará falta es personal", especifica la experta. Quizá los migrantes retornados que forman en el centro puedan servir a ese propósito. "Y también gracias a la cooperación española, que habilitó el espacio y puso en marcha la iniciativa", insiste en el reconocimiento al apoyo recibido.
A Fall le gusta tanto su labor que le cuesta dejar de hablar de las maravillas de Saint Louis y el CRDS, para contarse a sí misma más allá de su currículo. Reconoce que su sueño es acabar su tesis para poder ser directora de los trabajos doctorales de otros. Para ello, necesita "dos años de libertad". Su actual cargo, aclara, no le deja tiempo para cumplir, de momento, este objetivo. "Ahora no tengo ni sábados ni domingos". Aunque está convencida de que algún día finalizará su proyecto, no será a corto plazo. "No es que me sienta imprescindible, pero sí útil", afirma. Lo de no tener familia, sin embargo, no ha sido por carencia de horas en el día y días en la semana. Ha sido por elección. "No estoy casada, aunque no me faltan pretendientes", anota entre risas en su despacho.
“Cuando oigo a gente que tras las elecciones llama a la insurrección, es porque no han visto lo que yo: la violencia”
Ya metidos en terreno personal, Fall recuerda entre su maremágnum de experiencias que, cuando tenía 36 años, comenzó un proyecto de documentación fotográfica en países de la región que acababan de salir de conflictos. Viajó a Sierra Leona, Liberia, Guinea Bissau y Costa de Marfil en busca de imágenes que permitieran reconstruir cómo eran antes los lugares destruidos por las guerras. Aquello le marcó. "Cuando oigo a gente que tras las elecciones llama a la insurrección...", hace una pausa para secarse las lágrimas que no puede contener, "es porque no han presenciado lo que yo: la violencia".
Ella ha visto, estudiado y hecho muchas cosas que la mayoría de mujeres de Senegal no pueden ni soñar. El país ocupa el puesto 164 de 189 del índice de desarrollo humano de la ONU y la tasa de alfabetización femenina es sustancialmente inferior a la de los hombres (51% frente al 61% entre jóvenes de 15 a 24 años). Fall no se siente excepcional como las pescadoras y otras que sacan Senegal adelante cada día; sin embargo, sabe que ha tenido oportunidades poco comunes para formarse. Solo por un momento se permite aparcar su humildad para decir: "Desde mi posición, en efecto puedo ser un faro para las chicas, pero me enorgullece que vengan otras mujeres pisándome los talones".
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