Los pobres no tienen imán
La cuestión es que se crea de nuevo riqueza, pero no se reparte
Tras cinco años de bonanza económica que han permitido recuperar el PIB de antes de la crisis, España sigue creciendo por encima de la media de la zona euro pero la mejora económica sigue sin llegar a toda la población. En su informe sobre la economía española, la Comisión Europea advierte del fracaso social que representa la alta proporción de ciudadanos “en riesgo de pobreza y exclusión social” y el alto nivel “de desigualdad en ingresos y oportunidades”.
Resulta sorprendente la facilidad con que organismos como la Comisión Europea o la OCDE recriminan a los países miembros las consecuencias negativas de las políticas que ellos mismos han dictado. Ellos nunca se equivocan. Habida cuenta de que España afrontó la recesión sin desviarse de las recetas que recomendó la Comisión, cabe preguntarse si la causa de esta situación tan negativa no es precisamente haber acatado las políticas de austeridad impuestas por la UE. El vecino Portugal no fue tan aplicado, y no le ha ido tan mal.
La cuestión es que se crea de nuevo riqueza, pero no se reparte. Es evidente que la regresiva reforma laboral de 2012 ha extendido la precariedad y la inseguridad laboral a amplias capas de la población que antes tenían un nivel de vida razonable y se sentían seguras. La alta tasa de pobreza infantil, germen de futuras exclusiones, tiene que ver con la degradación del empleo.
Pero el problema tiene raíces profundas. Como sostiene Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz, la concentración de la riqueza es “un proceso incesante y prácticamente inevitable del sistema económico actual”. Para Yunus, la riqueza es como un imán y “el imán más grande atrae a los más pequeños”. Cuanta más riqueza se posee, más capacidad de atraer nueva riqueza... que de algún sitio sale.
Los pobres carecen de imán, y por eso les resulta muy difícil atraer algo. Siempre están bajo mínimos. Pero también las capas medias se están quedando sin imán. El acelerado proceso de concentración de la riqueza les afecta de lleno y ya no pueden garantizar a sus descendientes los mismos niveles de renta ni la misma seguridad que ellos tuvieron. En su libro El mundo de tres ceros, Yunus sostiene que la desigualdad es una bomba de relojería, no solo porque a la larga acaba afectando a la capacidad de crecer, sino porque comporta agitación social, inseguridad y polarización política.
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