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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

La revolución alimentaria que necesita Europa

Más de 400 expertos proponen una Política Alimentaria Común justa y sostenible para la UE

Gonzalo Fanjul

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Un sistema alimentario roto

· "Europa pierde 970 millones de toneladas de suelo cada año, y más del 11% del territorio de la UE está afectado por una erosión del suelo mediana o alta".
· "El 31% de la superficie necesaria para satisfacer la demanda alimentaria de la UE se encuentra fuera del continente".
· "Aproximadamente un 20% de la comida producida en UE se pierde o se desperdicia cada año".
· "Las dietas poco saludables son el factor principal de riesgo de enfermedad y de mortalidad en Europa y afecta más gravemente a los grupos de población más pobres".
· "A nivel mundial, los sistemas agrícolas y alimentarios representan hasta el 30% de las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI)".
· "En 2011, los cinco proveedores de alimentos más grandes en trece Estados miembros de la UE tenían una cuota de mercado combinada de más del 60%".
· "Alrededor del 3% de las explotaciones representan hoy el 52% de las tierras agrícolas de la UE, y el 20% de las explotaciones representan el 80% de los pagos en el marco de la PAC [Política Agraria Común]".

Fuente: IPES Food.

Cada uno de los datos del cuadro adjunto pertenece al informe Hacia una Política Alimentaria Común en la Unión Europea, presentado en Bruselas el pasado 7 de febrero. Sus argumentos constituyen una señal de alarma y una razón poderosa para cambiar el rumbo de la UE en materia de producción, comercialización y consumo de alimentos. Pueden encontrar el diagnóstico presentado con todo detalle en la web de IPES-Food.

Pero lo verdaderamente destacable son las alternativas que proponen los autores de un trabajo elaborado a lo largo de tres años con la colaboración de más de 400 productores, innovadores sociales, activistas, científicos y políticos. El mensaje principal es simple: Europa ha reducido el sistema alimentario a un mercado extractivo con consecuencias medioambientales, sanitarias y socioeconómicas mucho más allá de lo aceptable. El carácter comunitario de buena parte de las políticas de las que depende este sistema ofrece la oportunidad de cambiar el rumbo de manera ambiciosa y concertada, mostrando el camino al resto del planeta. Las instituciones de la UE tienen la capacidad de integrar políticas, coordinar actores, ir más allá de los intereses sectoriales de corto plazo y reconectar a los ciudadanos con la gestión de uno de los ámbitos más íntimamente ligados a su identidad colectiva.

Con estos puntos de partida, la propuesta de Política Alimentaria Común desciende al terreno de la estructura administrativa y de las reformas políticas, definidas en cinco ámbitos críticos que contribuyen a su vez a la consecución de objetivos más amplios (ver imagen):

1. El acceso a la tierra, al agua y a los suelos saludables.

2. La reconstrucción de agro-ecosistemas sanos y resistentes al clima.

3. La promoción de dietas suficientes, saludables y sostenibles.

4. La construcción de cadenas de suministros más justas, cortas y transparentes.

5. Un comercio al servicio del desarrollo sostenible.

Contribución de la Política Alimentaria Común a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Contribución de la Política Alimentaria Común a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En su prólogo a la versión completa del informe, Olivier de Schutter destaca una aportación revolucionaria de este informe, considerando el contexto político que vivimos: su esfuerzo por ofrecer soluciones concretas. Este antiguo Relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación sabe que algunas de ellas son fruto de la innovación y la creatividad de un sector que se ha visto obligado a reinventarse, y están ilustradas con numerosos ejemplos inspiradores de dentro y fuera de Europa.

Se me ocurren pocos asuntos más relevantes para el debate público, mucho más cuando dentro de pocas semanas nos jugamos cambios importantes en el Parlamento y los liderazgos de la UE. La transición hacia un modelo de progreso justo y respetuoso con los límites del planeta constituye posiblemente la primera de nuestras obligaciones generacionales. Ojalá el ruido y la polvareda de estos tiempos que nos ha tocado vivir no impidan vislumbrar lo que tenemos por delante.

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