Ciudades perdidas en la selva
La Ruta Maya atraviesa México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador
En la tierra de los hombres de maíz “existe la creencia de que los árboles respiran el aliento de las personas que habitan las ciudades enterradas”, según el premio Nobel Miguel Ángel Asturias, que en Leyendas de Guatemala desgrana el universo mágico de las antiguas ciudades mayas: la suntuosa Quriguá, con una arquitectura que hace pensar en ciudades orientales; Copán, cuyo rey recibe como tributo una lluvia de corazones palpitantes; Tikal, habitada por “sombras perdidas y fantasmas con los ojos vacíos”.
Tikal
(Guatemala)
Con sus templos piramidales elevándose por encima del dosel de la jungla, el sitio arqueológico de Tikal es uno de los más impresionantes enclaves mayas, con más de 3.000 construcciones repartidas por una superficie de 16 kilómetros cuadrados dentro de una zona protegida de 370 kilómetros cuadrados de la selva del Petén, al norte de Guatemala. En su época de mayor esplendor, durante el periodo clásico (de 250 a 909 después de Cristo), cuando compartía con la gran metrópoli de Teotihuacán —con la que mantuvo relaciones comerciales y de la que recibió una gran influencia— la hegemonía de Mesoamérica, llegó a contar con 100.000 habitantes. Fue abandonada por causas desconocidas a finales del siglo X, y permaneció oculta por la jungla hasta 1848, cuando fue redescubierta. La acrópolis norte y los templos I y II, que se elevan hasta 47 metros del suelo, constituyen el núcleo central del complejo, limitado por el recinto ceremonial Mundo Perdido y el gigantesco templo IV, al oeste, y por el conjunto de pirámides gemelas del Grupo Norte.
Yaxhá
(Guatemala)
Guatemala presume de ser el corazón del mundo maya, y su secreto mejor guardado es Yaxhá, un sitio arqueológico al norte del país, en la selva del Petén, donde se han descubierto más de 500 estructuras (incluyendo 40 estelas, 13 altares, 9 pirámides, 2 campos de juego de pelota y una red de calzadas). Sus dos complejos astronómicos fueron esenciales para determinar los calendarios agrícola y ceremonial de los mayas.
El Mirador
(Guatemala)
Enterrada en lo más profundo de la jungla de El Petén, a siete kilómetros de la frontera mexicana, se esconde la ciudad de El Mirador uno de los mayores conjuntos de edificios mayas del país, que contiene la estructura maya más grande conocida, La Danta, de 300 metros de ancho por 600 de largo y una altura de 72 metros.
Palenque
(México)
Las extraordinarias ruinas de Palenque, en el extremo norte de las tierras altas de Chiapas, constituyen uno de los conjuntos más armoniosos de la arquitectura maya. En su enigmático templo de las Inscripciones se halló en 1949 una escalera que conducía al interior de la pirámide, con la tumba del rey Pacal (615-683) y un tesoro de joyas y máscaras de jade.
Cobá
(México)
La selvática y lacustre Cobá fue laprincipal metrópolis del mundo maya entre los siglos III y IX, hasta que su gran rival en Yucatán, Chichén Itzá, extendió su dominio. Por el yacimiento se reparten más de 6.500 estructuras, incluida una pirámide de 42 metros. En su apogeo, contó con unos 50.000 habitantes.
El valle del Usumacinta
(México)
Los ríos Pasión y Salinas convergen para convertirse en el Usumacinta, la gran vía fluvial que enlaza el Petén con el golfo de México a través de la selva Lacandona, al este del Estado mexicano de Chiapas. En sus orillas se alzan las románticas ruinas de Yaxchilán, descubiertas en 1882 por el arqueólogo británico Alfred Maudslay; Piedras Negras, y Bonampac, con vívidos frescos que muestran batallas y escenas cortesanas.
Calakmul
(México)
Durante casi 12 siglos, Calakmul, en el Estado mexicano de Campeche (Yucatán), fue el mayor centro de poder del mundo maya, capital del reino de la Cabeza de Serpiente y rival de Tikal. Sus imponentes estructuras piramidales -uno de los últimos descubrimientos de la arqueología mesoamericana- asoman sobre la tupida vegetación de la selva, más de 720.000 hectáreas de bosque tropical declaradas patrimonio mundial.
Chichén Itzá
(México)
Las ruinas de Chichén Itzá son uno de los ejemplos más famosos y fotogénicos de la cultura maya, pese a tratarse de la más atípica de sus ciudades. Las esculturas recostadas de Chacmool, las serpientes emplumadas, los tzompantli o hileras de cráneos espetados y las esculturas de atlantes son derivadas de la civilización tolteca, sucesora de Teotihuacán como potencia en el México central. Unos discos de oro extraídos del cenote de Chichén Itzá muestran a guerreros toltecas arrojando lanzas a otros con vestimenta maya, lo que indica que, probablemente, la ciudad fue conquistada por los primeros en algún momento del Clásico Terminal.
Tulum
(México)
Uno de los escasos enclaves mayas construidos en la costa. Trepando en un acantilado sobre la arena blanca y contra un mar de color zafiro, esta joya del siglo XII regala una de las imágenes más sugestivas del mundo maya.
Caracol
(Belice)
El mayor asentamiento maya de Belice es una ciudad que en su época tuvo el mismo peso político que Tikal. Comida por la jungla cerca de la frontera con Guatemala, a unos 84 kilómetros al sur de San Ignacio, su descubrimiento y excavación es relativamente reciente y cada año hay campañas arqueológicas que revelan nuevos detalles. Con 42 metros de altura, la estructura conocida como Caana (palacio de cielo) sigue siendo el edificio más alto de Belice.
Actun Tunichil Muknal
(Belice)
Bajo las Maya Mountains de Belice se esconde una puerta al inframundo: Actun Tunichil Muknal, la Gruta de la Doncella de Cristal, una caverna situada en el centro del país, cerca de San Ignacio, que fue usada por los mayas de finales del periodo clásico como centro ceremonial. La cueva fue descubierta en 1989, al igual que la llamada Doncella de Cristal, el esqueleto cubierto de cristales de cuarcita de una joven maya sacrificada allí hace cerca de mil años.
Copán
(Honduras)
La ciudad de Madrugada, el último señor de Copán, es un fabuloso conjunto de edificios residenciales, foros, juegos de pelota, templos, pasajes subterráneos, y orgánicas y abigarradas estelas de piedra. La escalinata de los Jeroglíficos, con cerca de 2.200 glifos individuales, es la mayor inscripción maya conocida, y constituye una completa crónica dinástica que abarca desde el año 422 hasta el 800 después de Cristo.
Joya de Cerén
(El Salvador)
El valle salvadoreño de Zapotitán, en el parque nacional de los Volcanes, alberga al menos 250 yacimientos mayas, la mayoría sin excavar. Uno de ellos es Joya de Cerén, a 35 kilómetros de San Salvador, la capital de El Salvador, también conocida como la Pompeya de América: una erupción del vecino volcán de Laguna de Caldera sepultó las 12 estructuras del poblado hacia el año 600 conservándolas casi intactas.
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