Los animales en extinción esperan hasta dos décadas a que se prohíba comerciar con ellos
Un tercio de las especies amenazadas ni siquiera están protegidas contra el tráfico internacional
Las especies amenazadas por los humanos tienen que esperar dos décadas a que las protejan del tráfico internacional. Un estudio con un millar de animales y plantas en peligro de extinción muestra además que un tercio ni siquiera están protegidas por la convención que obliga a los países a vigilar y combatir el comercio de la vida salvaje. En mucho menos tiempo algunas especies han sido llevadas al borde de la extinción.
Todo lo que la ciencia sabe sobre el estado de conservación de una especie acaba en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El listado recoge la población que queda y su distribución geográfica. También incluye las amenazas que la acechan, desde la deforestación hasta los distintos apetitos humanos por su carne, pieles, cuernos... Por último, relata las medidas de conservación que se están tomando. Con todo ello, la Lista Roja cataloga la vida salvaje en siete estados, desde el de preocupación menor hasta el de extinta. A las amenazadas las clasifica como vulnerable, en peligro de extinción o en peligro crítico de extinción, según lo extrema que sea su situación.
Pero la Lista Roja avisa, no protege. De eso se encargan las legislaciones nacionales y, en especial, el Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES). Puesta en marcha en 1973 y a la que se han adherido casi todos los países del mundo, esta convención regula el tráfico de vida salvaje. Según el grado de amenaza en la que se encuentren, entran en uno de los tres apéndices de CITES . El Apéndice I, por ejemplo, prohíbe salvo rigurosas excepciones el tráfico de ejemplares de las especies más comprometidas. La prohibición afecta al ser vivo y a cualquier parte o derivado de él, desde pieles a pociones hechas con sus huesos. Operaciones como la desarrollada esta semana en Alicante, con la incautación de leones, rinocerontes y ejemplares de otras especies protegidas disecados, se realizan al amparo de CITES.
El problema es que la comunicación entre la Lista Roja y CITES no es todo lo fluida que debería. Casi un tercio de las especies que aparecen en la Lista Roja como amenazadas por la presión humana aún no están protegidas por CITES, según el estudio recién publicado en Science. El trabajo, con 958 especies incluidas en una de las tres categorías de amenaza de la UICN, muestra que el lapso medio entre esta catalogación y la protección contra el tráfico internacional es de 10,3 años. Pero en un centenar de ellas, el tiempo se alarga hasta los 15 años y en 58 especies llega a los 19 años.
"Pueden surgir nuevas tendencias en el comercio de vida salvaje en muy poco tiempo, con algunas especies pasando de ser comunes a casi la extinción", advierte el profesor de la Universidad de Chicago (EE UU) y coautor de la investigación, Eyal Frank. El problema se repite en sentido contrario: 353 especies fueron incluidas antes en los apéndices de CITES que en la Lista Roja. De hecho, la UICN tarda una media de 19,8 años en catalogar una especie que ya está protegida por CITES.
Hay grandes mamíferos como el banteng que están en la Lista Roja de las amenazadas que no están protegidas contra el tráfico internacional
Es el caso del cálao de yelmo (Rhinoplax vigil), un ave que puede alcanzar los dos metros y que antes sobrevolaba todas las selvas del sureste asiático. Aunque aparece en el Apéndice I de CITES desde que en 1975 entrara en vigor este convenio vinculante, en 2012 no aparecía en la Lista Roja como amenazada (preocupación menor). Pero en 2015 ya fue catalogada como en peligro crítico de extinción.
"El cálao de yelmo tiene un casco grande y duro, como una joroba, sobre su pico y cabeza. Las aves [los machos] participan en justas aéreas durante la época de celo chocando unos contra otros", comenta el ecólogo de la Universidad de Princeton (EE UU) y coautor del estudio David Wilcove. Esta joroba es la perdición del cálao. Compuesta de queratina, para los chinos es una especie de marfil rojo y se paga por el yelmo de un cálao hasta 3.000 dólares (unos 2.660 euros) en el mercado negro. "Los científicos piensan que esta ave está siendo cazada a un ritmo muy superior al que puede sostener su población", añade Wilcove.
En la situación contraria se encuentra el banteng (Bos javanicus), una especie de bovino, también del sureste asiático. Apenas quedan entre 4.000 y 8.000 ejemplares y aparece como amenazado en la Lista Roja. Sin embargo, aún no cuenta con la protección de CITES contra el tráfico internacional. "No tenemos una explicación de porqué se tarda tanto. En nuestro trabajo describimos estas fricciones y retrasos pero, dada la falta de datos, no podemos comprobar las causas de unos retrasos tan prolongados", lamenta Frank. Lo que sí hacen en sus conclusiones es proponer que se implante un proceso casi automático para votar las cuestiones relacionadas con el tráfico de especies amenazadas y que lo que se decida en la UICN se adopte en CITES y al revés.
Para el investigador Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, el trabajo destaca el desfase de años entre que una especie es considerada en riesgo de extinción y que sea incluida en los tratados internacionales de tráfico de especies. "En promedio más de 10 años. Esto evidentemente se convierte en un severo problema para la sobrevivencia de las especies", comenta Ceballos, que no está relacionado con el estudio. Para él, la crisis de la pérdida de especies y poblaciones actual es de tal proporciones que ya la llaman la aniquilación de la naturaleza. "Las tasas de extinción actuales de vertebrados son hasta 100 veces más altas que las tasas en los dos últimos millones de años. Las especies que perdimos en 100 años deberían haberse perdido hasta en 10.000 años", comenta el científico mexicano. Por ello cree urgente "mejorar los procedimientos para incluir a especies en CITES".
El Secretariado de CITES ha tenido ocasión de leer el estudio. Tras recordar que la UICN y CITES son organismos muy diferentes, insiste en que hay una estrecha colaboración, hasta el punto de que la primera funciona como una de las principales asesorías técnicas de la segunda. Además, a finales de mayo se celebrará en Sri Lanka la 18 Conferencia de las Partes de CITES. "Y, entre otros muchos asuntos, se debatirá y decidirá sobre 57 propuestas para cambiar los listados de especies cuyo comercio internacional regula, algunas de ellas se refieren a las especies mencionadas por Frank y Wilcove en la revista Science", dice la secretaria general de CITES, Ivonne Higuero. "Sin embargo, la mayor parte del tiempo de la Conferencia de las Partes se dedicará a abordar las formas en que el Convenio pueda implementarse y aplicarse de manera más efectiva sobre el terreno", añade.
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