Convertir la basura en riqueza
Tras inventar hace años el llamado 'acero verde', la ingeniera india Veena Sahajwalla sigue sorprendiendo con la creación de nuevos materiales a partir de desechos
Todo comenzó en Bombay, donde nació Veena Sahajwalla. De pequeña le llamaba la atención ver a niños de su edad recogiendo residuos en las pilas de desechos que había en las calles. Se preguntaba no solo por qué ellos tenían una vida tan diferente de la suya, sino qué se podía hacer frente a esa situación. Aún no sospechaba que se convertiría en la alquimista de la basura ni que crearía minas urbanas que combatirían la contaminación y que, a su vez, pretenderían ser rentables como la minería tradicional.
“Aunque estoy segura de que mis padres no estaban de acuerdo, a mí me gustaba hablar con la gente en la calle”, recuerda Sahajwalla, ingeniera en materiales e inventora multipremiada. Allí donde muchos ven descartes, ella observa oportunidades. “Había personas maravillosas trabajando en la calle. Era gente como yo y hablaba con ellos. Me afectaba mucho verlos, me enojaba, porque ya podía entender la injusticia de lo que pasaba”.
Los desechos globales crecerán un 70 % para 2050, calcula el Banco Mundial, que detalla que los países de ingresos altos —que representan el 16 % de la población mundial— generan más de un tercio (34%) de la basura del planeta.
La Alianza Global de Recicladores indica que hay 15 millones de recolectores informales de basura en el mundo, y que la mayoría son mujeres, niños, ancianos, migrantes o minorías. Según ONU Hábitat, los recicladores son fundamentales en la economía de los desechos porque llegan a recoger entre el 50 y 100% de la basura sin coste para las ciudades.
En este contexto, Sahajwalla se plantea por qué la sociedad desprecia tanto a los recicladores informales. ¿Por qué no se crean sistemas para valorar su trabajo? ¿Por qué se tiran a la basura tantos materiales valiosos?
Estas inquietudes persiguieron Sahajwalla durante sus estudios. Primero, en ingeniería metalúrgica en el Instituto de Tecnología de la India de Kanpur, en el norte del país, donde se graduó en 1986. Fue la única mujer de su promoción. Después, durante su maestría y doctorado en Canadá y Estados Unidos; y finalmente en Australia, donde empezó su larga carrera en la universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW), en Sidney.
En 2005 Sahajwalla inventó una tecnología pionera: el llamado acero ecológico o verde
Con los años, Sahajwalla se transformó en una verdadera experta, recibiendo reconocimientos y becas por su trabajo. Hasta llegó a ser nombrada como mujer del año en 2018 por la versión australiana de la revista de moda Harper’s Bazaar. A diferencia de la gran mayoría de proyectos de reciclaje, sus ideas se fundan en una investigación científica rigurosa y profunda.
“Si se recicla un material para crear algo que se va a deteriorar en pocos meses y termina de todos modos en los basureros rápidamente, no se ha resuelto ningún problema”, dice Sahajwalla. “La clave es producir algo que sea bueno en el ámbito social, pero que también sea un material de alta calidad que se pueda utilizar en procesos industriales”.
En 2005, Sahajwalla inventó una tecnología pionera: el acero ecológico. Es un proceso mediante el que neumáticos viejos y plásticos reciclados se utilizan en lugar del coque y otros tipos de carbón —que son fuentes de energía no renovables— para fabricar acero. El mayor productor de este material en Australia, Liberty OneSteel, adoptó esta nueva técnica y la patentó como Tecnología de Inyección de Polímeros. Ahora se utiliza gracias a licencias en otros países en Asia y en Europa, y Liberty dice que aumenta la eficiencia energética un 3 % y ahorra hasta el 35 % en costes de carbón.
Sahajwalla ahora está experimentando con lo que llama "minas urbanas": pequeños laboratorios donde viejos ordenadores, teléfonos y otra basura electrónica son aprovechados para extraer metales —oro, plata, cobre— y darles un nuevo uso. Con una inversión inicial de 370.000 dólares, creó su primera mina urbana en el Centro de Investigación y Tecnología de Materiales Sostenibles (SMaRT) en la UNSW. Espera que pueda dar beneficios en dos años.
Aunque haya buscado siempre alianzas con la industria, Sahajwalla sabe que se trata de un sector escéptico respecto a sus ideas.
En una conversación en la conferencia Falling Walls en Berlín el pasado noviembre, Norbert Lütke-Entrup, jefe de tecnología e innovación del grupo Siemens en Alemania, le dijo que es aún temprano para que la industria pueda incorporar la idea de reciclaje sin incentivos. En este sentido, comparó la situación actual de la basura con el tema de las energías renovables, que hace 20 años parecía ciencia ficción. “El reciclaje y la economía circular están arrancando ahora”, afirmó el empresario.
Sahajwalla está de acuerdo, pero a la vez que cree que es necesario incentivar más colaboración entre los investigadores y las industrias. “Tenemos que hablar de economía del propósito, donde se respeta a la gente y a las necesidades de las comunidades”.
Su idea es que las minas urbanas se puedan instalar en lugares remotos o en basureros donde ya existe una economía basada en el reciclaje de materiales. De esta manera, se podrían crear trabajos bien remunerados y, además, evitar los daños para la salud y el medioambiente que causa el reciclaje informal de componentes electrónicas, introduciendo una extracción de metales estandarizada y más segura.
La inventora dice que la minería tradicional demanda más mano de obra, mientras que en su mina urbana el trabajo puede ser automatizado con robots que recuperan los materiales útiles. Además de extraer los metales, el proceso transforma el plástico en una fibra para la impresión 3D. Un estudio reciente indica que estos tipos de instalaciones pueden llegar a ser hasta más rentables que la minería tradicional.
Sahajwalla imagina que sus pequeñas fábricas puedan funcionar no solo en contextos como la India y América Latina, sino también en comunidades remotas en Australia para evitar costes excesivos de transporte de basura.
Esta mujer, que se refiere a los recicladores como guerreros de la basura porque hacen “el trabajo más duro para que la sociedad siga funcionando”, está convencida de que, a partir de la reutilización de los desechos, se pueden fabricar productos de alta calidad. “Es una oportunidad de crear una nueva economía”, asegura.
En Berlín, Sahajwalla ríe cuando le preguntan si ama la basura. Dice que en el mundo occidental hay una cultura demasiado consumista: “El poder del dinero no te debería dar el derecho a contaminar, todos deberíamos aprender a dar el justo valor a cada objeto”. Y cree que la economía circular debería ser adoptada por todas las industrias, mientras que la base para cada consumidor debería ser reducir, reutilizar y reciclar.
“Cuando pienso en el lado humano de la basura, es como si viviéramos en dos planetas diferentes: uno donde se puede obtener todo y desechar todo, y el otro donde no hay nada y la basura es una fuente de ingresos”, dice. “Hay gente que puede permitirse comprar muchas cosas y claramente ellos son los que generan más basura. Pero si le pidieras a esas personas que limpiaran también su basura, probablemente no le gustaría hacerlo”.
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