Nada ni nadie
EN ALGÚN LUGAR donde se cruzan los caminos de la realidad y la imaginación, donde el misterio de las luces y las sombras confunde los sentidos. En ese límite, en el que una fotografía se convierte en una pintura, trabaja el fotógrafo francés Stéphane Mahé. Tras dedicarse 15 años a la fotografía de 360˚ y mostrar con detalle ubicaciones concretas, este autor ha dado un giro hacia un mundo más personal en el que resta importancia a las localizaciones y se abre a las emociones. El tratamiento del color, el desenfoque o el grano excesivo en las imágenes de Mahé rememoran el pictorialismo de finales del siglo XIX, un movimiento que buscaba convertir las fotografías en obras de arte. El creador juega con el claroscuro. Sus paisajes se convierten en decorados, que parecen sacados de una película de suspense. Los personajes se desvanecen en la niebla o se desfiguran en la noche hasta convertirse en protagonistas de historias evocadoras. Unas escenas inquietantes que la editorial Les Éditions de Juillet ha recopilado en el libro Somewhere.
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