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Columna
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Lo normal en Europa no es ser facha

El populismo de extrema derecha es hoy predominante en el poder de otros países, como Estados Unidos o Brasil. Pero no en Europa

Xavier Vidal-Folch
Manifestación en Brasil contra el candidato Jair Bolsonaro.
Manifestación en Brasil contra el candidato Jair Bolsonaro. REUTERS

Algunos colegas simplifican. Y como despreciar a Europa resulta gratis, aún más. La última moda del ramplón euroescepticismo implícito —explícitamente son, qué cucos, muy europeístas— consiste en sostener que la incorporación del partido ultraderechista Vox a la coalición parlamentaria gubernamental andaluza normaliza a España, la homologa con las tendencias europeas, la incorpora a la oleada parda, etcétera, y parecido.

Pues va a ser que los datos contradicen esa teoría de bolsillo. Los datos nos certifican, primero, que la inmensa mayoría de Gobiernos y de coaliciones gubernamentales europeos son democráticos. Y que el populismo de extrema derecha es hoy predominante en el poder de otros países, como Estados Unidos o Brasil. Pero no en Europa.

Los datos nos dicen también que las excepciones minoritarias en la UE son algunos Ejecutivos iliberales procedentes del área soviética. Más el insólito caso italiano en el que cohabitan en el Gobierno una suerte de extrema derecha populista y una secuela de ultraizquierda circense. Y que la única presencia del extremismo derechista en un Gobierno europeo occidental es el de Austria, aunque controlado por un presidente ecologista y progresista, Alexander van der Bellen.

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Así que la norma en la UE no es que manden los fachas. Sino que las derechas democráticas y los centrismos liberales los mantienen alejados del poder.

El integrismo iliberal británico cristalizado en el declinante Partido de la Independencia (UKIP) ni está en el Gobierno ni en ninguna combinación con el muy conservador partido tory de Theresa May. La democracia cristiana de Angela Merkel no absorbe, sino que combate a la ultra Alternativa para Alemania. El liberalismo centrista de Emmanuel Macron es la antítesis del parafascismo de tergal de Marine Le Pen, que ni siquiera encuentra eco entre los Republicanos. Los lepenistas del holandés Partido por la Libertad, aaag, de Geert Wilders, están perpetuamente excluidos de la alianza derechista que encabeza el liberal Mark Rutte.

Y ahora, las derechas y los centros de Suecia reniegan de la ultraderechista Demócratas de Suecia y facilitan la investidura de un Gobierno socialdemócrata. En la Europa aún existente y resistente el admirado Luis Garicano y el entrañable Toni Roldán jamás blanquearían una alianza con los fachas. Tristeza.

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