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Columna
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El pene de Dios

Confundir periodismo y entretenimiento puede ayudar a proteger criminales y producir víctimas

Eliane Brum
El médium João de Deus en Abadiânia (Brasil), el pasado 12 de diciembre.
El médium João de Deus en Abadiânia (Brasil), el pasado 12 de diciembre. Marcelo Camargo (AP)

¿Crees en milagros? Ese era el título de un programa de Oprah Winfrey sobre João de Deus, el médium brasileño más famoso. En 2012, la presentadora de televisión fue a Abadiânia, la pequeña ciudad dominada por el centro de cura, y presenció una operación espiritual. “Empezaron a brotarme lágrimas de gratitud. Tuve una increíble sensación de paz”, comentaría. En los últimos días, más de 300 mujeres de Brasil y otros países han acusado al médium de abuso sexual. Oprah ha quitado las imágenes de Internet. El santo se está convirtiendo en monstruo.

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Según las mujeres que lo han denunciado, João de Deus afirmaba que hacía una “limpieza espiritual”. Su pene sería un instrumento de Dios y la violencia sexual, parte del ritual de cura. Mientras destruía el cuerpo y el espíritu de sus supuestas víctimas durante cuatro décadas, João de Deus iba siendo santificado. Menos por la religión y más por la prensa y la industria del entretenimiento. Si ya es difícil para una mujer denunciar cualquier abuso cometido por un hombre, y que la escuchen, ¿cómo señalar a un santo que aparece en televisión al lado de famosos?

Oprah no fue la única en legitimar el supuesto poder curativo del médium que asegura que incorpora al jesuita Ignacio de Loyola. Presidentes como Bill Clinton y Lula da Silva estuvieron con él, al igual que decenas de famosos. También es obvio que Oprah no lo sabía y, en este sentido, también es una víctima. Ella, que valientemente contó que había sufrido abusos en la infancia, se ha convertido en una de las principales activistas contra la violencia sexual. Sin el Time’s Up y el #MeToo, movimientos que apoya, quizá las primeras mujeres que denunciaron a João de Deus en un programa de televisión no se habrían atrevido a exponer su dolor.

Pero es importante enfrentar la complejidad de la vida real. La pregunta que nos hace avanzar es cómo un hombre puede haber violado a tantas mujeres durante tanto tiempo sin que nadie a su alrededor lo investigara. En 2008 se inició una acción judicial por abuso sexual, pero se consideró que la víctima de 16 años era “incapaz de distinguir la fantasía de la realidad”. El médium se hizo todavía más famoso en el decenio siguiente, con muchos reportajes y programas como el de Oprah.

La respuesta puede estar menos en la fe y más en el mercado. João de Deus alimentaba la economía de Abadiânia, ofreció imágenes populares a políticos, generó audiencia a la industria del entretenimiento. A Oprah y a todos nos queda una lección importante. El periodismo no se puede confundir con el entretenimiento, y viceversa. Si alguien cree en milagros, es una elección personal. Quienes están al servicio del público deben priorizar los hechos. No hay santos ni monstruos. Solo humanos.

Traducción de Meritxell Almarza

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