“Queridas tecnológicas, no quiero ver anuncios de embarazo tras perder a mi bebé”
La carta de Gillian Brockell a Facebook, Twitter e Instagram para pedirles que sus algoritmos no le sigan recordando que su niño murió
"Por favor, empresas de tecnología, os lo imploro, si sois lo suficientemente inteligentes como para daros cuenta de que estoy embarazada o de que he dado a luz, entonces seguramente sois también lo bastante inteligentes como para daros cuenta de que mi bebé murió y mostrarme así publicidad en consecuencia, o tal vez, solo tal vez, no mostrarme ninguna". Esta es la petición de Gillian Brockell, editora de vídeo del Washington Post, que ha publicado una dura carta abierta dirigida a Twitter, Instagram, Facebook y Experian tras perder el mes pasado al niño que esperaba.
Brockell explica que, además del dolor por la pérdida, ha tenido que soportar que desde todas las redes sociales se le haya seguido bombardeando con anuncios sobre embarazo y bebés. Cada anuncio que recibió tras llegar a casa del hospital "con los brazos más vacíos del mundo" se convirtió en un cruel recordatorio del bebé que jamás tendría. Por eso, la periodista pide a los gigantes tecnológicos que, teniendo en cuenta casos como el suyo, modifiquen sus políticas de publicidad y la forma en la que la dirigen a embarazadas para evitar el daño que hacen sus anuncios a una persona que ha sufrido una pérdida
I am so sorry for your loss and your painful experience with our products. We have a setting available that can block ads about some topics people may find painful - including parenting. It still needs improvement, but please know that we’re working on it & welcome your feedback.
— Rob Goldman (@robjective) December 12, 2018
"Sé que sabíais que estaba embarazada. Es culpa mía", comienza su carta Brockell, que explica que ella misma reveló a las tecnológicas dicha información al usar etiquetas en Instagram como #tripitadeembarazada, pinchar en anuncios de ropa premamá en Facebook, dejar que la etiquetaran en fotos de su baby shower (fiesta de nacimiento) y hacer búsquedas en Google relacionadas con niños. "Qué estúpida fui", se lamenta ahora.
"Apuesto a que Amazon incluso os dijo la fecha es que salía de cuentas, el 24 de enero", continúa la mujer. "¿Acaso no visteis cómo buscaba en Google '¿esto son [contracciones de] Braxton Hicks?' o 'el bebé no se mueve'? ¿Acaso no detectasteis mis tres días en silencio, poco común para una usuaria como yo que tuitea frecuentemente?"¿O el post con el comunicado, que incluía palabras clave como "con el corazón roto", "problema y "nacido muerto", y 200 emoticones con lágrimas de mis amigos? ¿Acaso no es algo que podáis rastrear?", escribe en referencia a una nota que tiene fijada en su cuenta de Twitter desde el 30 de noviembre en la que cuenta la triste noticia.
"Así que cuando millones de personas con el corazón roto se ven forzadas a hacer clic en 'no quiero ver este anuncio' y a contestar a vuestro '¿por qué?' con el cruel pero cierto 'no es relevante para mí', ¿sabéis lo que decide vuestro algoritmo, empresas tecnológicas? Decide que ya he dado a luz, asume un resultado feliz y te ahoga con anuncios de sujetadores para amamantar (yo tengo hojas de repollo en mis pechos porque esto es lo mejor que la medicina puede ofrecer para cortar la leche), trucos para que el bebé duerma toda la noche (daría lo que fuera por escucharlo llorar) y los mejores carritos que se adaptan al crecimiento de tu bebé (el mío pesará siempre 1,8 kilos)", critica.
Sincere thanks to WaPo for allowing me the time to heal and for carrying my letter, with some updates, here: https://t.co/uJ3W0AbNf6
— Gillian Brockell (@gbrockell) December 12, 2018
La gota que colmó el vaso fue cuando Experian le mandó un correo spam en el que le pedía que terminara "de registrar al bebé" para un crédito a lo largo de una vida que nunca tendrá. La editora recuerda que Estados Unidos hay 24.000 muertes fetales al año y millones más en el resto del mundo. A su juicio, si las empresas que son "lo suficientemente inteligentes como para daros cuenta de que estoy embarazada", también deberían serlo como para saber que su bebé murió. "Y mostrarme así publicidad en consecuencia, o tal vez, sólo tal vez, no mostrar ninguna", implora.
El escrito de Brockell, publicado el pasado día 11 en Twitter, acumula 2.284 respuestas, 25.338 retuits, y 60.504 me gusta. "Lo siento mucho. Experimenté un aborto involuntario hace un año y medio y tuve gran parte de la misma experiencia. Eliminé las aplicaciones relacionadas con el bebé de mi teléfono, borré mi caché... pero aún me recuerdan con frecuencia el bebé que no tengo", le responde por ejemplo una mujer que tuvo el mismo problema.
El Washington Post ha publicado la carta, ampliada y actualizada con la respuesta de las compañías. Rob Goldman, vicepresidente de publicidad en Facebook, respondió a su tuit: "Lamento mucho su pérdida y su dolorosa experiencia con nuestros productos. Tenemos una configuración que permite bloquear anuncios. Todavía necesita mejoras, pero sepa que estamos trabajando en ello y agradecemos sus comentarios".
"Yo sabía que había una forma de cambiar los ajustes de publicidad en mi Facebook y traté de hacerlo días después, sin éxito", la responde la periodista, que añade que cualquier persona que haya pasado lo que ella ha pasado sabe por qué. "Nunca pedimos que se activaran los anuncios de embarazo o paternidad. Estas compañías de tecnología lo hicieron basándose en la información que compartimos. Lo que estoy pidiendo es que, del mismo modo, las desactiven", concluye su escrito, que ha reabierto el debate sobre la ingente cantidad de datos personales que las tecnológicas manejan y el uso que hacen de ellos.
La inteligencia artificial es muy torpe en ocasiones y cuando se equivoca lo hace una manera muy dolorosa. Por ejemplo hace cuatro años, un hombre pidió a Facebook que no le mostrara en el resumen de Lo mejor del año la foto de su hija muerta y este mismo año Google arregló su algoritmo para que dejara de identificar a las personas negras como gorilas.
La consultora web Sara Wachter-Boettcher, que escribió el libro sobre los sesgos en los algoritmos Technically Wrong: Sexist Apps, Biased Algorithms, and Other Threats of Toxic Tech, ha dicho a ABC News que este tipo de problemas son "sorprendentemente comunes" en Silicon Valley. Wachter-Boettcher explica que las tecnológicas gastan sus energías en tratar de "deleitar" a los usuarios, objetivo en el que centran sus algoritmos, pero en cambio prestan poca atención a los puntos débiles y a lo que hacen mal.
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