Dos monos sobreviven más de seis meses con corazones de cerdo
El trabajo de científicos de la Universidad de Munich (Alemania) ofrece un modelo para convertir a estos animales en una fuente para trasplantes cardíacos en humanos
En 1964, el cirujano James Hardy realizó el primer trasplante de corazón de la historia. Aquella operación fue también la primera en que se colocaba el corazón de un individuo de una especie en otra, porque el donante involuntario era un chimpancé. El humano al que se trató de salvar la vida no llegó a sobrevivir dos horas después de la intervención. Desde entonces, cirujanos y científicos han tratado de desarrollar métodos para hacer posible el uso de órganos de animales en humanos, pero hasta ahora no han logrado superar las dificultades técnicas. Hoy, en la revista Nature, científicos de la Universidad de Munich explican cómo lograron que dos babuinos sobreviviesen tres meses con un corazón porcino en su pecho y dos más llegasen a los seis antes de ser sacrificados. Estos resultados, que multiplican por más de tres el récord anterior de 57 días de supervivencia, acercan la posibilidad de convertir a los cerdos en una fuente de corazones para trasplantar a humanos que los necesiten.
Cuando una persona tiene una enfermedad terminal de corazón, el trasplante es la única solución duradera y los marranos serían una opción ante la escasez de donantes humanos. Sin embargo, hacer funcionar el órgano de una especie en otra no es sencillo. En primer lugar, los autores de este trabajo utilizaron cerdos modificados genéticamente para que sus corazones se pareciesen a los de los babuinos y no sufriesen el rechazo de su sistema inmune. Además, a los monos se les aplicó un tratamiento para suprimir sus defensas y asegurar una buena recepción. Este tipo de tratamientos, que se utilizan habitualmente en los trasplantes, incrementan el riesgo de infecciones peligrosas, que no se produjeron en este experimento.
Otro de los pasos que puede explicar el éxito del equipo coordinado por Bruno Reichart, de la Universidad de Munich, es el sistema para mantener la integridad del órgano durante el proceso. En lugar de conservar en frío del corazón, ellos bombearon una solución refrigerada con sangre oxigenada, nutrientes y hormonas. En la primera parte del experimento, que se realizó en tres fases, los científicos observaron que los corazones de cerdo crecían dentro de los babuinos hasta producir su muerte poco más de un mes después de la operación. Para evitar el problema, redujeron la presión sanguínea de los monos, que es mayor que la de los cerdos, hasta alcanzar el nivel óptimo para sus nuevos corazones, y se aplicaron tratamientos farmacológicos y hormonales para evitar el desarrollo cardiaco excesivo.
Cristina Costa, investigadora del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), en Barcelona, y especialista en este tipo de trasplantes entre especies, señala que este “campo estaba un poco encallado por la falta de un buen modelo animal y este estudio establece uno nuevo” para llevar estas técnicas a los ensayos con humanos. “Hacía falta un buen modelo animal para probar los órganos que se generan en estos cerdos modificados con las nuevas tecnologías de edición genómica”, concluye.
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