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Ideas para combatir el mayor problema de América Latina

La X Semana de la Seguridad reúne en Chile a 18 ministros y a mandos de policía de la región para compartir experiencias y buscar soluciones a la delincuencia

Pablo Linde
La tecnología contra le delincuencia será abordada en la X Semana de la Seguridad que se celebra en Chile.
La tecnología contra le delincuencia será abordada en la X Semana de la Seguridad que se celebra en Chile.PIXABAY
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Más que el desempleo, que la corrupción, que la salud o que la educación. Cuando se pregunta a los latinoamericanos cuál es su mayor problema, la respuesta espontánea que siempre gana es la delincuencia. Con esa premisa, cada año desde hace 10, la Semana de la Seguridad reúne a los mandatarios de la región para poner en común ideas y soluciones para una lacra que condiciona la vida de millones de personas. La décima edición arrancó en Santiago de Chile ayer con la presencia de 18 ministros y altos mandos de la policía de toda la región.

Más allá de los programas concretos que ponen en marcha los países con más o menos éxito, en esta edición los organizadores han querido poner el acento en la necesidad de planes integrales, sistémicos, que aborden el desafío de la inseguridad desde sus causas. En esto incide Nathalie Alvarado, la coordinadora del área de seguridad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), impulsor de este encuentro. “Nosotros apostamos por un sistema rehabilitador, pero para que esto funcione tienen que estar implicadas todas las partes, desde jueces, a sistemas de prisiones, pasando por policías y políticos”, asegura.

Uno de los grandes problemas de Latinoamérica es que su sistema carcelario está colapsado, con países en los que se supera el 300% de la capacidad de las prisiones. “En estas condiciones es muy complicada la rehabilitación”, subraya Alvarado. En su opinión, además de la capacidad de las infraestructuras, se está desperdiciando el potencial de las nuevas tecnologías para reinsertar a los presos. “Sabemos que el contacto con la familia, con su entorno, con el trabajo es fundamental para que no vuelvan a delinquir; sin embargo se les está aislando, a una generación de gente joven, que tiene un enorme potencial y que está totalmente integrada en el mundo digital”, subraya.

Existen varios programas con presos en los que se usan las tecnologías para facilitar su reinserción, como realidad virtual para que los presos experimenten condiciones del mundo exterior y que les sean más fáciles ciertas gestiones a su salida o cursos electrónicos de capacitación. Este tipo de planes, sin embargo, distan de ser la norma en las prisiones de la región.

Uno de los grandes problemas de Latinoamérica es que su sistema carcelario está colapsado, con países en los que se supera el 300% de la capacidad de las prisiones

Las tecnologías tendrán mucho protagonismo en las sesiones de la X Semana de la Seguridad. Cada vez más países están experimentando con drones o cámaras de seguridad en las calles para combatir el crimen. La especialista del BID ve con buenos ojos estas iniciativas, pero alerta de que en ocasiones se están implementando sin suficiente capacitación, sin un planeamiento adecuado. Una de las potencialidades que plantea el mundo digital es el uso de grandes cantidades de datos. En Perú, por ejemplo, el instituto de estadística hizo público un mapa con todos los datos sobre dónde, cuándo y cómo se habían cometido los delitos en los últimos años, algo que se convirtió en una herramienta para la policía.

“El crimen es muy específico, no podemos generalizar sobre él ni en un país ni en una ciudad, ni siquiera en un barrio. Saber sus características, los factores de riesgo que indicen, hace más fácil buscar soluciones. Hoy tenemos una riqueza enorme de información en redes sociales, sabemos los movimientos gracias a los celulares… pero tenemos aquí varios desafíos, por un lado que toda esa información se quiera compartir y por otro los que tienen que ver con la privacidad”, matiza Alvarado. Le preocupa particularmente que se sustituya la inteligencia artificial a la hora de asignar penas mediante el uso de big data: “Es un riesgo, porque aunque es un elemento de ayuda, no reemplaza a las habilidades socioemocionales de los seres humanos”.

De todo esto se hablará durante esta semana en la región más violenta del mundo. Aunque los datos de homicidios y atracos no dejan de ser preocupantes, ya hay buenas experiencias que compartir y que pueden ser ejemplo para otros países. La más recurrente es la de Honduras, que consiguió reducir drásticamente la tasa de homicidios en los últimos años gracias a ciertos programas sociales y de seguridad, y a una reforma de la policía para evitar la corrupción que ha dado frutos. “Sigue siendo un país violento, pero se ha conseguido cambiar la dinámica”, subraya Alvarado con la esperanza de que otros países de la región sigan esta misma senda.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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