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El machismo: algo de hombres que sufren las mujeres y afecta a todos

La iniciativa #Soy365 de Cepaim pone de relieve la importancia de trabajar con los hombres como condición indispensable para alcanzar la igualdad

Isabel Valdés

Las calles, la política, los medios de comunicación, organismos e instituciones públicas y privadas parecen coincidir, desde hace un par de años de forma más evidente, en la necesidad de pelear la batalla de la igualdad. Se piden mismas oportunidades y mismo trato para la mitad de la población, las mujeres: ellas son el objetivo y el foco de discursos, iniciativas legislativas, económicas y campañas de publicidad. A veces, en esa escalada hacia el feminismo, se obvia, u olvida, o minimiza la importancia de que la otra mitad del mundo debe ir al mismo paso. Para conseguir un mundo igualitario hacen falta todas las manos. 

De esa creencia nació #Soy365, una iniciativa para impulsar el compromiso de los hombres en la lucha feminista a la que se han unido personalidades como Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora de ONU Mujeres. El proyecto nace desde la Fundación Cepaim —junto a Promundo Global—, dedicada desde hace 24 años a la lucha por la integración social de las personas más vulnerables y, en los últimos años, con una línea clara en cuanto a igualdad. Bakea Alonso, coordinadora de Igualdad, Gestión de la Diversidad y No Discriminación de la entidad, lo resume así: "Todo esto hay que enmarcarlo en la trayectoria del trabajo por la igualdad de Cepaim, llevamos años desarrollando proyectos relacionados con intervención en el ámbito de la violencia, la empleabilidad, la promoción de las mujeres, pero nos dimos cuenta de que con ellos también hay que hacer cosas, porque cuando ellas volvían a casa, el señor que había sentado en el sofá era el mismo".

Ese compromiso masculino se articula en torno a tres conceptos en Soy 365: cuidar, renunciar y practicar. "Cuidar es una llamada al ámbito de los cuidados, que necesitamos que sean compartidos. Renunciar porque, como dice Octavio Salazar, cuidar es la parte bonita del asunto, pero hay que estar dispuesto a renunciar a privilegios, es un eje central. Y practicar se vincula al 365 como metáfora de los días del año". Porque, apunta Alonso, se pueden hacer cosas todos los días, gestos en casa, con los vecinos, en el trabajo, en la calle.

Para crear el proyecto, financiado mayoritariamente por el Fondo Social Europeo, partieron de la experiencia, de algunos diagnósticos e informes, y en ese camino se encontraron con Ritxar Bacete, antropólogo, feminista y autor de Nuevos hombres buenos (Península, 2017). Ahí, cuenta la coordinadora, se juntaron los deseos de hacer algo que realmente pusiera en la agenda a los hombres y la igualdad. "En los últimos dos años esto ha sido mucho más fácil, pero cuando empezamos a hacer cosas, en 2012, la cuestión era muy minoritaria". Ahora no lo es tanto. Para la campaña pidieron a hombres "significativos" su testimonio. Lo han hecho ya personajes públicos como Mikel Iturriaga, Miguel Lorente, Alfred García, Isaías Lafuente o el propio Bacete. En paralelo, grabaron también a mujeres, entre ellas Marina Marroquí, Zua Méndez, de Towanda Rebels o Julia Otero: "Aliadas 365, feministas que apoyamos que el cambio en los hombres es necesario y que los jóvenes tengan otros modelos que no tienen que seguir siendo las masculinidades hegemónicas".

Ahora están en la recta final de la primera parte de este proyecto que tendrá como acto central un concierto de la Orquesta Metropolitana dirigido por Silvia Sanz Torre en el Auditorio Nacional de Madrid el próximo sábado 24, un día antes del Día Internacional contra la Violencia de Género, y para el que todavía se pueden comprar entradas, que irán a parar a proyectos de inserción para mujeres víctimas de violencia machista y en riesgo de exclusión social. Una noche que será, para el antropólogo Ritxar Bacete, "un espacio de compromiso y reflexión que no es cognitivo racional, que es lo clásico, sino un ejercicio de escucha a mujeres empoderadas desde el silencio". Explica que, ese día, ellos no hablan, sino que escuchan: “La forma de interpretar la vida y dirigir y ejercer el poder de una mujer. Nos significaremos públicamente, pero desde la segunda fila, desde las emociones. Porque somos cuerpos, emociones e ideas, vamos a trabajar una fórmula para que esas tres patas se armonicen de alguna manera”.

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Bacete recuerda al teórico Michael Kaufman: “El machismo es un problema de los hombres que sufren las mujeres”. Está convencido de que no puede haber prevención, “algo tremendamente urgente”, sin trabajar con los hombres. “Hasta ahora las políticas de igualdad miraban siempre a las mujeres, como si ahí estuviese la prevención… La masculinidad, tal y como ha sido entendida hasta ahora es el foco y el origen de la violencia machista”, cuenta el antropólogo. Pero no solo. Según los últimos datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, de 2015, alrededor del 90% de quienes cometen homicidio en todo el mundo son hombres, pero el 80% de las víctimas de homicidio también son hombres. “Mientras que la violencia de hombres hacia mujeres suele ser entre personas que se conocen, de hombres hacia hombres suele ser entre desconocidos. Los hombres, en general, somos un peligro para las mujeres y para los propios hombres”.

La solución, según Bacete, pasa por cuestionar dos cosas: el proceso legitimador del uso de la violencia para mantener el poder y al hombre como sujeto político masculino tóxico, cuando lo sea. Mientras, tanto Bakea Alonso como el antropólogo coinciden en algo, que los cambios sociales son lentos, “pero serán”. “Y esto no acaba el día 24 con el concierto. Seguirá en 2019, y hasta que sea necesario, cada vez con más alianzas y con más hombres comprometidos con la lucha de las mujeres que es la lucha de todos y para todos”, cuenta el antropólogo. “El feminismo como posibilidad para ellos, este es el único camino”, sentencia Bakea Alonso.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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