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Columna
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Si no es un accidente, es una época

Estados Unidos optará por confirmar o por corregir las disfunciones de la democracia en las elecciones a mitad del mandato de Trump

Lluís Bassets
Donald Trump ayer embarcando en el Air Force One para dirigirse a un acto de campaña en Montana.
Donald Trump ayer embarcando en el Air Force One para dirigirse a un acto de campaña en Montana.CARLOS BARRIA (REUTERS)

Este martes sabremos algo más de lo que está sucediendo. La elección de Trump y sus dos años de presidencia catastrófica ya dicen mucho sobre la época en la que nos adentramos, oscura y selvática. Pero todavía no sabemos hasta qué punto es irreversible la pérdida de calidad de nuestras democracias y la deriva hacia formas de autoritarismos avaladas por las urnas.

El ascenso de los extremismos nacionalistas en todo el mundo, y especialmente la victoria de Bolsonaro en el país más extenso y poblado de América Latina, contribuye a la idea de que ha empezado una era populista, impregnada de rencor y de odio, especialmente hacia el extranjero, en la que las instituciones de la democracia y del Estado de derecho están retrocediendo donde ya existían y desaparecen del horizonte allí donde se aspiraba a conseguirlos.

Tendremos la oportunidad de comprobarlo pasado mañana, con las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos. En ellas están en juego mucho más que la entera Cámara de Representantes, un tercio del Senado, 39 gobernadores de Estados y territorios y 87 de las 99 Cámaras y en determinados casos los Senados de los Estados federados. En propiedad son un plebiscito sobre la presidencia de Trump, y así se lo ha tomado el presidente, con su ruidosa y agitada campaña centrada en el miedo a una invasión de los inmigrantes, en la que ha llegado a impugnar un principio tan asentado como el ius solis, es decir, el reconocimiento de la nacionalidad a todos los nacidos en EE UU. Su alcance atañe al propio sistema político, justo en un momento especialmente disfuncional, puesto que el partido republicano tiene bajo su control los tres poderes, el Ejecutivo, las dos Cámaras legislativas y el Judicial, sin contar en cambio con mayorías de votos populares que las avalen. De ahí que las elecciones sean una oportunidad para la regeneración, si el presidente tropieza con el contrapeso de un Congreso demócrata y los Gobiernos y legislaturas de los Estados federados recuperan el derecho de voto limitado o manipulado por prácticas caciquiles republicanas.

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Una confirmación del actual control republicano del Legislativo daría un nuevo impulso a Trump, que fácilmente endurecerá sus políticas extremistas y prescindirá de sus colaboradores más moderados. El siguiente en la lista de candidatos al despido es el secretario de Defensa, Jim Mattis, molesto por la utilización electoral y política del Ejército para escenificar la defensa frente a una invasión extranjera en la frontera mexicana.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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