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Llega a España el documental sobre la polémica cantante británica Maya

Dos décadas de vídeos caseros revelan imágenes inéditas sobre la vida de la artista y su faceta como activista política y social en la defensa de la minoría tamil en Sri Lanka

Trailer del documental Matangi / Maya / M.I.A., del realizador británico Steve Loveridge.
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“¿Por qué eres una artista problemática?”, preguntan a M.I.A., acrónimo de Missing In Action (desaparecida en acción). Ella mira a cámara y contesta: “¿Por qué no me callo y saco un tema comercial? Si me callara y sacará un tema comercial, tendría que hacerme drogadicta y morir de sobredosis. Eso es lo que pasa cuando no expresas lo que necesitas expresar”. La conversación transcurre durante uno de los descansos de grabación del polémico videoclip Borders de 2015 en el que la artista británica aparece capitaneando un barco hecho por decenas de cuerpos de refugiados. Y así comienza Matangi / Maya / M.I.A., el documental aclamado en enero en el festival de Sundace, que indaga en las raíces del activismo social y político que definen la carrera de la cantante Mathangi Arulpragasam, Maya para los amigos.

El realizador británico Steve Loveridge, amigo de Arulpragasam desde que estudiaron Arte en el Central Saint Martins de Londres en 1996, posa su mirada en la persona, más que en la artista. El enfoque no es novedoso, pero el hecho de que gran parte de su filmación —más de 700 horas— fuera grabada de primera mano por la propia M.I.A., le otorga a la película una inmediatez que captura rápidamente la atención del espectador. En total, más de dos décadas de grabaciones gracias a las cuales asistimos a escenas sorprendentemente íntimas y muy personales de la artista, nunca mostradas hasta ahora. “Quería ser directora de documentales. Sentía que tenía millones de historias que merecían ser filmadas”, relata Maya en el documental.

En Sri Lanka me disparaban por ser tamil y en Inglaterra por ser una paki

Mucho antes de que Paper Planes —la segunda mejor canción del siglo según Rolling Stone— se apoderara de las radios del mundo en 2007, M.I.A. había acumulado la suficiente experiencia para escribir un tema como ese. Por familia, por herencia étnica, y también por elección. La carrera musical de M.I.A. está firmemente ligada al conflicto civil en Sri Lanka. Aquella guerra, que asoló el país durante 26 años, obligó a la familia de Maya a huir a Londres. No así su padre, que permanecería allí varios años más. Fundador del movimiento de resistencia tamil Los Tigres, que reclamaba un estado independiente desde 1976, Arular Arulpragasam había sido declarado terrorista en varios países, entre ellos Reino Unido, Canadá o Estados Unidos.

Es así como M.I.A. se convirtió, con tan solo 11 años, en uno de los cerca de 30.000 tamiles refugiados en Inglaterra. La música se convirtió en su salida de escape y fue a través de ella que se sintió, por primera vez, como una occidental más. “Tenía que lidiar con el hecho de ser diferente, de ser una inmigrante. En Sri Lanka me disparaban por ser tamil y en Inglaterra por ser una paki” confiesa en el documental.

A través del baile, la fotografía y más tarde con sus películas experimentales, Maya expresaba su mundo. Lo grababa todo. A los niños de su vecindario, sus experiencias como inmigrante en Londres, a su madre Kala, a su hermano Sugu cuando salió de la cárcel o a ella misma, sola con sus propias confesiones encerrada en un baño o en su habitación. A través de esas escenas, descubrimos uno de los episodios clave en la vida de M.I.A. Su primer viaje a Sri Lanka en 2001, 16 años después de huir de la guerra.

Fue como una respuesta instintiva. Cuando su padre regresó a Londres, M.I.A comenzó a cuestionar su realidad y sus raíces. Hacía 11 años que no lo veía. Rodeada de una intimidad familiar, filma sin tapujos a Arular Arulpragasam y le pregunta por su pasado en su país, por la situación de la población tamil y por la lucha armada. Con tan solo 26 años decide volver al país en el que creció. Y lo hace cámara en mano. Se trata, dice en el documental, de “encajar las piezas”. “¿Queréis saber mi historia?” se pregunta, “pues os la voy a contar”. En Colombo, la ciudad en la que vivió hasta los 10 años, conocemos a Kali, su abuela, una anciana que acoge en su casa a niños que, como Maya, tuvieron que huir del norte del país a causa de las ofensivas. M.I.A descubre las condiciones de una población tamil empobrecida y diezmada por la “hegemonía” del ejército. Una estancia de dos meses que hace que Maya vuelva a Londres convencida de que, además de la necesidad de expresarse ante el mundo, ahora sabía exactamente el mensaje que tenía que mostrar.

Lo hizo a través de la música. “Tienes acceso a un micrófono. Úsalo para decir algo" ese fue el consejo que Mathangi le dio a su amiga Justine Frischmann, vocalista de Elastica. Y esa fue siempre la clave de sus canciones: tenían que tener un mensaje. También, tenían que provocar. Censurada en varias cadenas estadounidenses por culpar de “genocidio” al Gobierno de Sri Lanka, M.I.A. optó por hacerlo a su manera. A través su trabajo y sus canciones, creó su propia plataforma de denuncia. Pocas veces se ha sacado tanto significado a un sencillo como ella lo hizo con cajas registradoras y metralletas en Paper Planes. Desde Arular (2005) hasta AIM (2016), M.I.A. ha cargado de contenido cada uno de sus temas para retratar la desigualdad, la discriminación y los problemas de los inmigrantes. Provocativa fue también Born Free, una potente pieza de denuncia contra la segregación y persecución racial que mostraba los asesinatos de hombres tamiles que había subido tres meses antes en su cuenta de Twitter. Publicado sin el conocimiento de su sello discográfico, el vídeo fue censurado en YouTube y se convirtió en un símbolo de controversia.

M.I.A. ha cargado de contenido cada uno de sus temas para retratar la desigualdad, la discriminación y los problemas de los inmigrantes

Lejos de convertirse en una hagiografía, el documental de Loveridge también refleja la polaridad de la cantante. Matangi / Maya / M.I.A. muestra la dicotomía entre la figura pública de activista política, defensora de la población tamil y el status quo de una artista internacional con casa en Beverly Hills y prendas de Versace. “Es difícil ser dos cosas a la vez”, admite en el film.

Desde la publicación en 2016 de AIM y fiel al acrónimo de las tres siglas que la definen, M.I.A, se ha ido alejando cada vez más del mundo de la música, alimentando en cada entrevista ofrecida su posible retirada. Pero puede que la aparición de Matangi / Maya / M.I.A., que en nuestro país se estrenará el 26 de octubre en el festival In-Edit y el 16 de noviembre en los cines comerciales, le sirva a la cantante británica para volver a la primera línea de acción y provocar de nuevo aquella pregunta que le lanzaba el Steve Loveridge: “¿Por qué eres una artista problemática?”. Tal vez, la respuesta ya no sea la misma.

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