Un mensaje al sentido común
¿Qué ocurre cuando la lengua contiene reglas que estorban su agilidad para relatar al mundo que ha cambiado?
La lengua es nuestro instrumento para nombrar el mundo. Lo que la lengua no nombra, no deja de existir, pero sí está ausente de nuestro relato de lo que es el mundo. El mundo no cesa de cambiar y tampoco la lengua cesa de modificar nuestro relato del mundo. ¿Qué ocurre cuando la lengua contiene reglas que estorban su agilidad para relatar al mundo que ha cambiado?
Este es el caso en el que hoy vive el español. El español que heredamos y hoy usamos contiene reglas que corresponden a un mundo patriarcal, donde las mujeres vivían supeditadas a los hombres, sin voto, sin dinero propio, sin capacidad de decidir sobre sus propias vidas. En ese mundo, los hombres eran de facto los únicos en la esfera del poder y la autoridad. Parecía entonces natural que lo masculino fuera en el lenguaje la categoría universal y lo femenino una categoría supeditada, particular.
El mundo, afortunadamente, ha cambiado. Las mujeres han salido de las casas. Estudian. Trabajan. Votan. Ganan dinero. Deciden sobre sus cuerpos y sus vidas. Son médicas. Son maestras. Son juezas. Ministras. Secretarias de Estado. Presidentas. Son libres y soberanas. Es entonces natural que hoy el español deshaga las reglas que mienten a esta nueva realidad. Y que invente nuevas reglas que la relaten con mayor precisión.
Sincerémonos. La regla del español que indica que el plural masculino representa lo masculino tanto como lo femenino, esconde este delicado e incómodo secreto: no funciona en la realidad. Al decir los médicos, es falso que imaginemos a médicos hombres y mujeres. Imaginamos solo hombres. Al decir obreros, es falso que imaginemos a obreros hombres y mujeres. Y la mera antigüedad de una regla no la justifica. Como tampoco el criterio de la brevedad de la expresión justifica la desaparición de las mujeres en los plurales donde se quisiera representarlas. Abreviemos, pero no a la mitad de la especie de nuestro relato del mundo.
La regla del español que indica que el plural masculino representa lo masculino tanto como lo femenino, esconde este delicado e incómodo secreto: no funciona en la realidad
El español es nuestra herencia común pero también es nuestra labor diaria y la herencia que a su vez dejaremos a otros y otras. Es un instrumento de una hermosa agilidad y de una capacidad inventiva asombrosa. Tengámosle fe: los cambios no lo están destruyendo, lo están reavivando. Vayámoslo ajustando a este mundo nuevo y sin duda mejor. Trabajémoslo a solas y en la conversación pública. Las reglas de la lengua inclusiva están por inventarse: estemos a favor de ayudarle al español a que nos relate con mayor justeza a todos y a todas.
Promovido por Amelia Varcárcel y Sabina Berman. Octubre de 2018 (Monterrey, México).
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