El trampolín de las músicas urbanas
El Festival L’Boulevard de Casablanca cumple 18 ediciones como impulso y escenario para los innovadores ritmos juveniles
Dicen los periodistas culturales marroquíes que el Festival L’Boulevard es como el Eid (celebración mayor religiosa) de la música. En el otoño de 2018, la fiesta de los ritmos urbanos africanos ha completado sus 18 ediciones en Casablanca –su sede indiscutible– y, esta vez, en el estadio del Racing Universitaire (RUC), cerca de los barrios más ajardinados de la gran metrópolis portuaria.
No todo es folclore en África y con esa certeza nació L’Boulevard, para sostener e impulsar a los jóvenes en sus búsquedas más rockeras, punk, electrónicas o raperas, que en casi todos los casos manan de los orígenes profundos de sus regiones, por lo que suelen fusionarse con sus músicas folk. El festival ha tenido sus altibajos (de hecho, en 2016 se anuló su celebración por problemas de financiación), pero a partir de 2017 ha vuelto con ímpetu. En el canal de Youtube de l’Boulevard puede seguirse dicha evolución artística.
Los organizadores son los activos miembros de EAC-L’Boulvart, una asociación que desde 1999 procura descubrir y acompañar la “joven escena alternativa” del continente. Proveen salas de ensayo, estudios de radio y de grabación y salas de formación. Desde la activa Casablanca irradian apoyo a los nuevos talentos, a los desconocidos o medio-conocidos marroquíes de los medios no tradicionales y a otros músicos de los países vecinos. Este año se han cumplido, además, 10 años de colaboración con la región española de Aragón, con la que mantienen interesantes intercambios artísticos.
Por lo demás, dos residencias del 2018 merecen nuestra atención: la de Jokko Fam, un colectivo 100% femenino, integrado por tres raperas y dos DJ de África Occidental; esto es, un conglomerado hip hop que componen artistas de las escenas de Marruecos, Mauritania, Senegal y Mali. La otra residencia que mostró sus frutos en escena fue la de M’boka Project, un grupo que reivindica la ‘senegambialidad’, o la unión por fin de almas de Senegal y Gambia en una boka (familia, en wolof).
Sobre el escenario, el Tremplin (trampolín), un concurso de bandas jóvenes, ocupó la primera fase de la fiesta, junto a un zoco de asociaciones, diseñadores y nuevas marcas marroquíes. Luego, una buena muestra de grupos y talentos consolidados actualizaron sus ofrendas. Y en el backstage, los marroquíes inquietos de todas las disciplinas artísticas, llegados de una punta y la otra del país. A continuación, una ecléctica selección de lo que sucedió en el escenario mayor del último l’Boulevard:
Sofiane Saidi. De él se dice que es el príncipe del raï argelino 2.0. A los 15 años iba de boda en boda y cantaba en los clubes de Orán, donde también se presentaban las estrellas Benchenet, Hasni, Fethi o Marsaoui. A los 17 se va a París, y se reencuentra con el raï en el circuito de cabarets. La noche parisina de los 90 se parece a la de Orán y, además, está llena de argelinos. Graba con Khaled, Martin Meissonier y Safi Boutella. Desde entonces, es un nombre propio. Su alquimia está hecha de funk, chaâbi egipcio y música de Bollywood, además del folklore de su tierra, el que alimentaron los beduinos que bien conocían los ritmos de Etiopía y de Mali o los de los refugiados de Al-Andalus.
Oxmo Puccino es el seudónimo de Abdoulaye Diarra, un rapero nacido en Segou, Mali (y hermano del baloncestista Mamoutou Diarra). Vive en Francia desde niño: allí lo llaman Black Jacques Brel, por su esmero en la lírica. En 1998 grabó su primer disco, Opera Puccino, y desde entonces ha colaborado con los grandes MC franceses.
Orcheste National de Barbès (ONB). Son franceses del distrito 19º, lo cual nombra un barrio de gente que viene de todos lados. El Bulevar Barbés cruza Montmartre y también le da nombre a esta formación que nació en 1995 de la mano de Youcef Boukella (ex músico de Cheb Mami), y que fusiona el raï, el châabi, la salsa, el reggae, el gnawa y el jazz. En sus inicios militó también en la ONB el marraquechí Aziz Samahoui. Actualmente, componen la orquesta músicos de Francia, Argelia, Túnez, Marruecos y Portugal.
Casawasqa es una formación nacida en Huesca, con raíces magrebíes, que codirigen el español Gerardo López y el marroquí Abdellah Ben Charradi. Fruto de un proyecto de cooperación entre el Festival Internacional en el Camino de Santiago de la Diputación de Huesca y el Festival L’Boulevard, estos músicos han dado nueva vida a sonoridades que vienen de lo profundo de las dos tierras, a través de una reciente residencia en Aragón. Jazz y música magrebí, con nombre casi latinoamericano.
Mettani arabstazy es un colectivo tunecino multidisciplinario que pretende mostrar cómo suena la música electrónica del mundo árabe, hoy. El punto de partida del músico tunecino Mettani fue buscar la conexión entre la herencia, la identidad, la cultura y las artes digitales, con la idea de hacer crecer las raíces en el futuro.
ZWM es un reputado grupo marroquí en su género. Hacen punk canónico, pero gritando las injusticias de su sociedad en darija (árabe dialectal magrebí).
Shayfeen Madd es sinónimo de rap marroquí y de diáspora. Se prodiga en multitud de colaboraciones con músicos magrebíes. Es la banlieue parisina a los pies de la torre Eiffel.
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