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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado
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Múltiples áfricas en el Festival Boreal

Tenerife celebró el evento con la música de Cesária Évora y artistas de Túnez, Sudáfrica, Sudán y Senegal

Puesta en escena de Alsarah&The Nubatones en el Festival Boreal, en Tenerife.
Puesta en escena de Alsarah&The Nubatones en el Festival Boreal, en Tenerife.ANA HENRÍQUEZ

Los Silos es un enclave bastante tranquilo de la isla canaria de Tenerife hasta que llega el Festival Boreal de cada año. Un evento que revoluciona el centro histórico con exposiciones, documentales, mercado artesanal, food trucks, actividades infantiles y, como plato fuerte, las actuaciones musicales que corrieron a cargo, esta vez, de numerosos artistas venidos de distintos rincones de África.

Como viene siendo habitual, en esta undécima edición el festival presentó sonidos que están por eclosionar –para más de uno, era su primera vez ante el público español– y también nombres ya consagrados en el panorama internacional. Entre estos últimos, una banda y un solista fueron los que más indudablemente se metieron al público en el bolsillo.

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Una celebración con mucha autenticidad y toques ochenteros, así podría describirse la puesta en escena de Alsarah&The Nubatones. Es una formación sudanesa que combina con maestría temas más melancólicos, como el dedicado al tío de las vocalistas, Alsarah y su hermana Nahid, y hits con los que los asistentes bailan al ritmo de los ñus que corren en las pantallas. La portentosa Alsarah, que celebraba su cumpleaños, cerró la actuación invitando a todos los presentes a ser sus habib (amados en árabe) y, a medida que se aceleraba el ritmo, se unieron espontáneos silbos canarios a la percusión y los cantos.

La noche del sábado reservaba el esperado espectáculo (porque eso es lo que él ofrece sobre un escenario) del rapero de origen congoleño Baloji. Lejos de lo que evoca su nombre –en kiswahili, Baloji significa hechicero que inspira el terror– y pese a su imponente altura y la seriedad que en un principio pudo imponer su traje oscuro, el artista pareció pasárselo en grande compartiendo su música. No paró de bailar, interactuar con la audiencia y hasta disfrazarse, sustituyendo su emblemático sombrero de ala ancha por un tocado festivo, típico de las africanas. Considerado como la gran promesa del hip hop francófono, Baloji no decepcionó y no sería descabellado aventurar que, entre los muchos festivaleros que no lo conocerían, dejó un recuerdo inolvidable.

Desde Túnez, el dúo Ÿuma trajo unas letras cargadas de romance y denuncia social

El legado de Cesária

Seña de identidad del Boreal es su decidida apuesta por visibilizar a las artistas, algo que le hizo merecedor del Premio Fest a la Diversidad e Igualdad de Género en 2017. En esa estela, dos mujeres demostraron que el talento de Cesária Évora, reina de la morna caboverdiana, que nos dejó hace ya siete años, goza de un más que saludable reemplazo generacional.

La banda sudanesa Alsarah&The Nubatones  desprendió mucha autenticidad y toques ochenteros

Jenifer Solidade llenó el escenario principal, cautivando con su voz a todos los presentes. En esta ocasión, en solitario, Solidade es miembro de la Cesária Évora Orchestra, proyecto en el que participan muchos de los músicos que acompañaron a la diva en sus últimos años.

Con una influencia menos directa de Évora pero igualmente talentosa actuó Mayra Neves quien, a sus escasos 18 años, fue este año nombrada flamante campeona de la primera edición de Voice One, el Operación Triunfo de Cabo Verde. Algo nerviosa, reconoció que este era su primer festival internacional pero no le tembló la voz al entonar el dulce Tiempo y silencio que en su día interpretó Évora junto al cantautor tinerfeño, Pedro Guerra.

Intimismo en lenguas locales

En el sorprendente espacio del salón de actos de un centro de salud, unos pocos afortunados pudieron disfrutar de dos joyas folk de ambos extremos del continente.

Desde Túnez, el dúo Ÿuma trajo unas letras cargadas de romance y denuncia social que tienen como inmejorable vehículo de transmisión la poderosa y trabajada voz de Chupee Do, que canta en dialecto daja. ¿Resultado? Un sonido cargado de emoción cuya fuerza radica en la sencillez y honestidad de su puesta en escena: los dos, de pie; él, tocando la guitarra acústica y ella, asida al micrófono.

Llegado desde el punto geográfico opuesto, el cantautor sudafricano Bongeziwe Mabandla sorprendió con composiciones propias, de una sensibilidad exquisita, en su lengua materna, xhosa, y versiones tan genuinas como la que hizo del Hey Ya! de los afroamericanos OutKast.

En la fusión está el futuro

Los jóvenes no son los primeros en experimentar con los géneros y probar distintas combinaciones. Antes que ellos abrieron la veda intérpretes, ya curtidos ante micrófonos de medio mundo, que partiendo del conocimiento y el respeto por el legado acústico de sus lugares de origen, no conciben su música sin mezclar estilos.

Si llegas cuando ya ha empezado la actuación de Daby Touré, la primera palabra que te viene a la mente es elegancia. El mauritano-senegalés fusiona pop, soul, reggae, jazz y blues. Tiene tablas y eso se nota y fructifica en un público devoto.

Otro maestro de la fusión que deleitó en el Boreal fue Manuel Lopes Andrade, más conocido por su nombre artístico, Tcheka. Célebre por modernizar el batuque, símbolo de identidad cultural caboverdiana, derrochó sensualidad a través de su voz ronca.

Todo un acierto el del Festival internacional Boreal al mirar hacia el continente que tiene más próximo, en geografía y en vínculo cultural. Ahora toca aguardar a que en las siguientes ediciones continúen visibilizando a veteranos y jóvenes talentos de la música africana.

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