Sentencia imparable

En la última parte del editorial Sentencia imparable del 5 de octubre se establece una relación causa-efecto entre el sistema remunerativo de Caja Madrid y el volumen de préstamos inmobiliarios concedidos por las cajas de ahorros a lo largo de años. En la vista ante la Audiencia Nacional se puso de manifiesto que existían sistemas de remuneración similares en otras entidades privadas, además de que este había estado en vigor desde 1988, bajo el conocimiento de auditores, reguladores y la propia Agencia Tributaria. Sinceramente, no creo que los defectos, incluso los posibles delitos, del sistema de remuneración tuvieran nada que ver con los préstamos inmobiliarios, su volumen o sus garantías.

Un castigo penal no es un castigo divino, sino un reproche legal por llevar a cabo conductas concretas previamente establecidas en el Código Penal. Pienso que no se trata de que la acusación sea capaz de establecer un relato de los hechos. Se trata, tanto o más, de que las conductas sean las descritas legalmente. Para ello, me parece también de interés la calidad legal de las pruebas, el principio de no ser juzgado dos veces por los mismos actos, el respeto reglado de los derechos a la intimidad y la igualdad en la aplicación de las eximentes, que trascienden a este caso. La solvencia de las pruebas, que deban ser aportadas por la acusación, afecta a este y a cualquier caso. Se les han olvidado estos temas en el citado editorial pese a que forman parte nuclear de estas sentencias “imparables”. Espero que no les suceda a ninguno de ustedes.

Rodrigo de Rato Figaredo. Madrid