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Cómo tres investigadores lograron publicar artículos intencionadamente erróneos en prestigiosas revistas

Enviaron textos a publicaciones de renombre para demostrar que algunas “locuras académicas” pueden aparecer si abordan problemas de moda como el género, la raza y la sexualidad

Patricia R. Blanco
Staffordshire terrier americano, en un entrenamiento al aire libre.
Staffordshire terrier americano, en un entrenamiento al aire libre.GETTY IMAGES

Una “locura académica” puede llegar a aparecer publicada en una revista prestigiosa si trata problemas sociales de moda relacionados con el género, la raza y la sexualidad, en los que prevalece la idea del heteropatriarcado blanco, es decir, los sistemas sociopolíticos dominados por el género masculino, la heterosexualidad y la raza blanca. Esta es la conclusión a la que han llegado los investigadores Helen Pluckrose, James A. Lindsay y Peter Boghossian tras escribir e intentar publicar 20 artículos intencionadamente erróneos como parte de un proyecto en el que pretendían demostrar que “en ciertos campos de las humanidades” la investigación ha dejado de centrarse “en la búsqueda de la verdad para prestar más atención a las injusticias sociales”.

El artículo Dog Parks (Parques de perros), que llegó a aparecer publicado en la revista académica Gender, Place and Culture, especializada en temas de género, es un ejemplo. En el trabajo, una investigadora ficticia que se presenta bajo el nombre falso de Helen Wilson y que dice pertenecer a la inexistente Portland Ungendering Research Initiative (Iniciativa de Investigación de Portland para la eliminación del género) asegura, sin base científica, que “los parques para perros son espacios donde la violación a las perras está consentida” y un lugar en el que se pueden ver reflejadas las interacciones de género de las sociedades humanas. En el artículo la autora llega a defender que los hombres pueden ser entrenados —al igual que se entrena a un perro— contra la violencia sexual.

“Tenemos buenas razones para creer que si simplemente te apropias de la literatura existente de la manera correcta y siempre parece haber una cita, puedes decir casi cualquier cosa políticamente a la moda”, aseguran Pluckrose, Lindsay y  Boghossian en un artículo publicado la semana pasada en la revista Areo, donde explican los resultados de su experimento. “Pero esta visión del mundo no es científica y no es rigurosa”, añaden.

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De los 20 artículos “extravagantes e intencionadamente erróneos” que elaboraron en tan solo 10  meses desde mediados de 2016, consiguieron que siete fueran aceptados en revistas académicas prestigiosas. De ellos, cuatro ya han sido publicados y los otros tres están a la espera de publicación. Otros siete trabajos están en proceso de aceptación, mientras que seis han sido rechazados.

Además del artículo sobre los parques para perros y sus paralelismos con la sociedad humana, los investigadores lograron publicar un artículo titulado Dildos, en la revista Sexuality and Culture, donde planteaban la cuestión de por qué los hombres heterosexuales no suelen masturbarse a través de la penetración anal. En el escrito atribuían este hecho al miedo de ser considerados homosexuales y a su fanatismo contra las personas transexuales. Por eso proponían alentar a los hombres a masturbarse mediante penetración anal para “disminuir la transfobia y aumentar los valores feministas”. En otro, artículo, Estudios sobre la grasa, también publicado, Pluckrose, Lindsay y  Boghossian plantean que los “cuerpos obesos” son cuerpos construidos legítimamente, de manera que el culturismo profesional debería incluir una categoría de “culturismo de grasa” y no solo de músculo. Su objetivo era comprobar si alguna revista aceptaba este artículo, con razonamientos absurdos e incluso peligrosos para la salud, si defendía argumentos del constructivismo cultural y de la fobia a las personas obesas.

En su búsqueda de temas extravagantes, los investigadores ofrecieron un artículo titulado Estrellas, planetas y género: un marco para una astronomía feminista, todavía en revisión. O se preguntaron si alguna publicación aceptaría “una reescritura feminista de un capítulo de Mein Kampf, de Adolf Hitler”. Y la respuesta fue “sí, ya que la revista Affilia lo ha aceptado”, aunque todavía no lo ha publicado.

El proyecto, sin embargo, ha tenido que ser desvelado prematuramente sin poder ver qué ocurría con los artículos que aún no habían sido publicados pero sí aceptados o que estaban en proceso de revisión. Según explican los investigadores, el artículo sobre los parques de perros “atrajo el pasado julio una gran atención en las redes sociales” después de que lo pusiera en evidencia la cuenta de Twitter Real Peer Review, una plataforma dedicada a descubrir trabajos académicos de mala calidad, explican los investigadores. La polémica saltó a la prensa y el Wall Street Journal y otros medios comenzaron a investigar la identidad de la supuesta autora, lo que ha obligado a desvelar la treta.

“¿Qué esperamos que suceda?”, se preguntan Pluckrose, Lindsay y Boghossian tras haber hecho público su proyecto. Los investigadores piden a las universidades que revisen de forma exhaustiva la investigación realizada en campos de estudio relacionados con el género, la teoría crítica de la raza o la teoría poscolonial, —“áreas de enorme importancia para la sociedad”, subrayan— y exijan los niveles más altos de rigor académico para seguir produciendo conocimiento en estos campos, sin caer en el conflicto social de moda. Y concluyen: “Hacemos esto porque creemos en la universidad, en la erudición rigurosa, en la búsqueda del conocimiento científico y en la importancia de la justicia social”.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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