Nos vemos en la otra vida
Las familias coreanas separadas por la guerra concluyen su reunión de tres días después de décadas sin verse. Probablemente sea la última vez que estén juntas
Los tres días de reunión de familias coreanas separadas por la guerra durante 65 años han terminado. En realidad, los encuentros se concentraron en 11 horas efectivas. Entre lágrimas, las 89 familias surcoreanas se subieron ayer al autobús para volver a casa, tras haberse visto —por primera vez en décadas y posiblemente por última vez en la vida— con sus parientes del otro lado de la frontera en un hotel del monte Kumgang, en Corea del Norte. Los que quedaban atrás, los familiares de esa zona, enjugaban también las lágrimas, o corrían tras el autobús para prolongar unos preciosos segundos más el contacto negado durante décadas.
Ya se ha acabado la reunión entre la señora Ha Shin-ja, de 99 años, y sus dos hijas, a las que dejó en el norte pensando que la separación por la guerra (1950-1953) sería solo momentánea y a las que no había vuelto a ver hasta ahora, cuando aquellas niñas tienen 71 y 72 años. También se han dicho adiós Han Jong-ho, de 101 años, y su nieta, a la que ha regalado 30 pares de zapatos, ropa, alimentos, todo cuanto ha podido. “Tenía que aprovechar”, comentaba el anciano a los medios surcoreanos.
El viernes comenzará una segunda tanda de reuniones familiares, aprobada por los Gobiernos de las dos Coreas. Un total de 88 familias del sur se verán con sus parientes del norte para intercambiar noticias y fotografías. Ambas rondas de encuentros son las primeras desde octubre de 2015. Desde 2000, cuando se produjo la primera aproximación entre las dos Coreas, solo se han llevado a cabo 22 de estas citas.
El tiempo apremia. La lista surcoreana original incluía cerca de 132.000 nombres, pero quedan vivos menos de 57.000. Más del 80% de los que aún viven sobrepasan los 70 años y no tendrán muchas más oportunidades.
Para quienes han visto cumplido su objetivo empieza ahora lo más duro. Un estudio realizado por la Cruz Roja en 2014 encontró que un 25% de los participantes surcoreanos en estas reuniones desarrollaba a la vuelta depresión u otros problemas que les dificultaban reincorporarse a su vida cotidiana.
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