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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Argentina se queda en 1921

El Senado argentino rechazó ayer la modificación de la ley del aborto

Activistas a favor de la legalizacion del aborto a las puertas del Congreso en Buenos Aires.Vídeo: EITAN ABRAMOVICH (AFP) / ATLAS

La votación de ayer del Senado argentino que rechazó por siete votos (38 a 31) la modificación de la ley del aborto deja a las mujeres del país en la misma situación que ya ganaron en 1921, hace casi exactamente un siglo. De esa fecha es la norma actual, que solo permite la interrupción voluntaria del embarazo cuando hay un riesgo grave para la madre o en caso de violación.

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La gran novedad de la propuesta que se debatía era permitir el aborto libre hasta la 14ª semana de gestación. Es decir, que durante ese periodo la mujer no tuviera que justificar ante nadie su decisión de interrumpir el embarazo. Se trata de una regulación que es común en las democracias occidentales (el plazo propuesto es el mismo que en España, por ejemplo).

Que la mujer decida sin tener que dar explicaciones no quiere decir que actúe sin motivos. El aborto es una decisión radical, y es un insulto para las argentinas —y, en un mundo global, para el resto de las habitantes del planeta, especialmente en Latinoamérica— que no baste su criterio para decidir cuándo y cómo ser madres, como si aún necesitaran que alguien decidiera por ellas. Y esto sin contar con la incongruencia de no darles la palabra en algo tan fundamental para, luego, dejarles la inmensa mayoría de las veces a cargo de la importantísima tarea de sacar adelante a ese niño.

Los defensores de la modificación ya han anunciado que volverán a presentar una propuesta cuando el plazo legal lo permita, dentro de un año. Los márgenes de las votaciones tanto a favor en la Cámara de Diputados como en contra en el Senado son tan escasos que en ese tiempo las posturas pueden cambiar. Mientras tanto, muchas argentinas se jugarán la vida porque habrán decidido abortar, pero lo tendrán que hacer de manera clandestina. Hasta una cada minuto y medio, según la estadística oficial. Y todo por una legislación que, con toda seguridad, se considerará obsoleta muy pronto.

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