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¿Acortar la dieta para alargar la vida? Los enigmas de la restricción calórica

Pasar hambre ha demostrado alargar la esperanza de vida en multitud de especies, desde hongos hasta primates no humanos. Pero, ¿qué ocurre en los humanos?

En la imagen, el Mercado de Santa Caterina del barrio del Born (Barcelona).Vídeo: Massimiliano Minocri (EL PAÍS) | EPV

Dieta Dukan, dieta macrobiótica, dieta Hamptons, dieta del limón... Nuestra sociedad occidental se desvive por perder peso de múltiples y pintorescas maneras, a menudo más asociadas a las modas del momento que a las evidencias científicas sobre su efectividad y sus beneficios para la salud. Sin embargo, al margen de la superficialidad e irracionalidad de muchas de las dietas del mundo moderno, la ciencia lleva más de 80 años estudiando (sin prisa, pero sin pausa) un tipo de dieta experimental que no tiene rival en la actualidad: la restricción calórica.

A grandes rasgos, la restricción calórica es un tipo de dieta en el que se restringe las calorías consumidas en comparación con una dieta normal (desde un 10-15% hasta extremos del 40-50%, según el estudio y la especie animal) pero sin llegar al extremo de la desnutrición, al asegurar que se ingieren todos los nutrientes necesarios. Se trata, en palabras simples, de pasar algo de hambre, pero sin llegar a sufrir los efectos dañinos del hambre. Este "sencillo" tipo de dieta ha demostrado alargar la esperanza de vida y la vida media de multitud de especies diferentes: desde organismos de una sola célula (como los paramecios) hasta hongos, arañas, gusanos, peces, ratones, ratas, perros y primates no humanos.

El incremento en la esperanza de vida varía según el grado de restricción calórica y la especie, pero sabemos, por ejemplo, que se puede alargar la vida en un 30-40% tanto en ratones como en ratas gracias a este enfoque dietético. Además, también se ha visto que no sólo los animales vivían más tiempo, sino que también diversas enfermedades asociadas al envejecimiento aparecían más tarde y se mantenían más tiempo jóvenes. En otras palabras, se ha comprobado que estos animales sujetos a restricción calórica no sólo viven más, sino mejor.

Las razones por las que la restricción calórica es claramente beneficiosa en una variedad tan amplia de organismos no están claras hoy en día. Debemos tener en cuenta que el envejecimiento es un proceso muy complejo y se produce debido a multitud de factores, muchos de ellos interconectados. Debido a ello, existen multitud de hipótesis sobre por qué esta dieta es beneficiosa:disminución de la producción de radicales libres, reducción de la frecuencia de divisiones celulares, descenso de la temperatura corporal, menos daños en el ADN, una respuesta protectora a un estrés de baja intensidad, disminución de la tasa metabólica basal... Cuál o cuáles de estos factores son los que influyen en una mayor longevidad es algo desconocido en la actualidad, pero pareciera como si los procesos fisiológicos que ocurren en los organismos que se benefician de la restricción calórica fueran a "cámara lenta".

¿Y en humanos? ¿Qué efectos tiene la restricción calórica en la esperanza de vida de nuestra especie? Desafortunadamente, es un enigma y la principal razón por la que no lo sabemos es bien sencilla: todavía no existen ensayos clínicos lo suficientemente duraderos como para saber si la restricción calórica tendría algún efecto en la longevidad humana. De hecho, aunque hoy mismo comenzase un ensayo clínico a muy largo plazo evaluando este tipo de dieta, tardaríamos probablemente décadas en saberlo, debido a la (relativamente) larga esperanza de vida del ser humano. Así pues, no vamos a tener respuestas pronto en este asunto y, por el momento, nos tenemos que conformar con los estudios de restricción calórica realizados sobre nuestros primos evolutivos, los primates no humanos.

Cuál o cuáles de estos factores son los que influyen en una mayor longevidad es algo desconocido en la actualidad, pero pareciera como si los procesos fisiológicos que ocurren en los organismos que se benefician de la restricción calórica fueran a "cámara lenta"

Investigaciones llevadas a cabo en monos Rhesus durante más de dos décadas han comprobado que la restricción calórica sin desnutrición alargaba la vida de estos macacos, al tiempo que se producía un retraso en la aparición de enfermedades asociadas al envejecimiento, manteniéndose más tiempo sanos. Además, se observó que estos efectos beneficiosos de la restricción calórica se daban en los primates adultos y ancianos y no en aquellos en los que se aplicaba desde que eran jóvenes. Por otro lado, también se detectó un descenso en la temperatura corporal de los monos, que es algo que también se había observado en roedores que mostraban efectos beneficiosos por esta dieta.

Sin duda, los resultados vistos en monos Rhesus son muy prometedores para nosotros, ya que compartimos el 97.5 % del genoma con ellos. No sería ningún delirio aventurar que los beneficios observados en los macacos por la restricción calórica podrían aparecer en humanos, si no todos, al menos parte de ellos. Esta idea general es la que también ha llevado a realizar ensayos clínicos de restricción calórica en humanos. No son lo suficientemente duraderos como para que podamos afirmar nada en cuanto a longevidad, pero los resultados son muy positivos para la salud aún tras aplicarse esta dieta durante pocos años.

La primera investigación de la restricción calórica realizada en humanos no obesos, el famoso ensayo CALERIE, nos ha aportado ya información muy interesante y todavía sigue en marcha. En una de las fases de este estudio, se observó que al reducir un 15 % la ingesta calórica durante 2 años en humanos, el estrés oxidativo y la tasa metabólica basal disminuían. No parecen datos espectaculares a simple vista, pero tiene importantes implicaciones porque son procesos que están relacionados con enfermedades asociadas al envejecimiento como el cáncer, la diabetes o el Alzheimer. Además, son también efectos que se habían visto antes en otros animales sujetos a restricción calórica. Otro estudio en humanos mostraba que la restricción calórica era muy efectiva en reducir el riesgo de aterosclerosis (depósitos de grasa en arterias), lo que implica un papel muy interesante de esta dieta en la prevención de enfermedades cardiovasculares.

Ante todos los indicios que sugieren que la restricción calórica podría ser beneficiosa para la salud humana, un número aún bajo de personas está adoptando, por su cuenta y riesgo, esta dieta como una intervención contra el envejecimiento. Todavía es pronto para lanzarse a la piscina. Desconocemos las consecuencias a largo plazo de la restricción calórica en humanos y tampoco sabemos si es segura ni bajo qué circunstancias. Sí que sabemos, por ejemplo, que quienes están en fase de crecimiento (bebés, niños, adolescentes...) o son ya de por sí muy delgados, las embarazadas y aquellas que buscan estar embarazadas no deberían, en absoluto, someterse a esta dieta. Aunque la restricción calórica resulta muy prometedora, podría pasar como en el famoso chiste médico: puede que las personas que restrinjan su ingesta calórica no lleguen a vivir más, pero los días, sin duda, se les harán más largos. El tiempo, y los estudios científicos, nos dirán si tienen razón o no.

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