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Amenaza de demolición para un colegio palestino

La escuela de Khan al Ahmar será derruida por el traslado forzoso de una comunidad beduina

Un niño camina por el poblado beduino de Khan al Ahmar.
Un niño camina por el poblado beduino de Khan al Ahmar. Mohamad Torokman (REUTERS)

El ministro de Educación palestino, Sabri Saidam, inauguró esta semana el nuevo curso escolar en la escuela del poblado beduino de Khan al Ahmar, emplazada en pleno desierto de Judea, entre Jerusalén y Jericó. El colegio —un edificio construido con neumáticos y barro por la ONG italiana Vento di Terra, para eludir la prohibición israelí de construir edificaciones permanentes en esa zona con materiales de construcción tradicionales—, al igual que el resto de la aldea, está pendiente de demolición.

Hace quince días el ejército israelí comenzó los trabajos para allanar el terreno y facilitar el acceso al poblado a las máquinas que, por orden de los tribunales israelíes, borrarán del mapa a esta comunidad, cuyos pobladores —unos 200 beduinos— se enfrentarán además a un desplazamiento forzoso, ya que las autoridades israelíes pretenden reubicarlos entre Abu Dis e Eizariya. Una zona situada al este de Jerusalén pero urbana, flanqueada por una carretera y por el vertedero municipal de la Ciudad Santa, donde no podrán dedicarse, como hasta ahora, al pastoreo de su ganado.

Los abogados que llevan el caso han logrado retrasar la demolición y el traslado forzoso apelando a la Corte Suprema de Israel, que ha fijado la vista del caso para el próximo 1 de agosto. Una cita que el Estado hebreo trató sin éxito de acelerar, para lograr que la sentencia —que pocos piensan será favorable para Khan al Ahmar— se ejecutase de inmediato, antes de que los estudiantes regresasen a la escuela.

Los 185 niños inscritos para este curso —de Khan al Ahmar y otras localidades cercanas— comenzaron este lunes con su rutina escolar de 7.30 a 13.30 y con la incertidumbre de si, tras la vista, las excavadoras terminarán con una escuela que lleva casi una década funcionando y con una comunidad que se asentó ahí en 1951, tras ser expulsada de Tel Arad, en el desierto del Negev, por las autoridades israelíes de la época. “Resistiremos pacíficamente hasta el final. No nos expulsarán por segunda vez”, asegura Eid Abu Khamis (51), el líder de la comunidad beduina.

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