_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ovarios

Podríamos empezar por poder discutir sobre el filo que separa la justicia del ridículo en el lenguaje inclusivo

Luz Sánchez-Mellado
Soraya Sáenz de Santamaría en una comparecencia ante los medios.
Soraya Sáenz de Santamaría en una comparecencia ante los medios.Víctor J. Blanco (GTRES)

Esta no es una columna sobre políticas ni políticos. O sí, decidan ustedes mismos y mismas, que yo bastante tengo con lo mío y con la mía: mi vida, digo. Estos días hemos visto a dos mujeres luchar a cara de perro —¿o de perra?— por el liderazgo de sus partidos. Una, Soraya Sáenz de Santamaría, exvicepresidenta del Gobierno y aspirante a dirigir el PP este sábado. La otra, Teresa Rodríguez, coordinadora de Podemos Andalucía y elegida ya candidata a presidenta de la Junta. Dos talentos, dos talantes. Dos mundos, dos culturas. Dos señoras con dos ovarios.

Rodríguez ha demostrado esta semana que no se casa con nadie, ni siquiera con los suyos ni las suyas. Hace año y medio, antes de que las actrices del MeToo abrieran la espita, tuvo los santos de denunciar a un preboste que la molestó en una fiesta con la excusa de gastarle una broma a esa gaditana tan simpática, según dijo el baboso cuando, estupefacto, tuvo que dimitir un minuto antes de que le echaran. Desde entonces, ciertos varones en ciertas instancias no dicen ni hacen ciertas cosas, aunque las piensen, por la cuenta que les tiene. No es mala herencia, Teresa. Santamaría es otra historia. Cierto que no se inmutó cuando oyó a su jefe decir que abordar la brecha salarial no tocaba, y que ahora va de feminista de toda la vida en su vídeo de campaña. Pero también que le llovieron chuzos de unos, y sobre todo de otras, por incorporarse a La Moncloa dejando a su bebé con su santo esposo. Desde entonces, las bajas de políticas y políticos no son noticia. No es mala herencia, Soraya. Rodríguez y Santamaría prueban que las cosas se mueven moviéndose. Que las mujeres existimos. Y coceamos. Por eso, más allá del debate del españoles y españolas para sentirnos incluidas en los papeles, podríamos empezar por poder discutir sobre el filo que separa la justicia del ridículo en el lenguaje inclusivo. Esa no es la batalla. La guerra es otra.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_