_
_
_
_
MIRADOR
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Días de bondad

El mejor ejemplo de los despropósitos veraniegos sigue siendo el de Neville Chamberlain, el primer ministro inglés que encabezó una generosa política de apaciguamiento con Hitler

Jorge M. Reverte
Chamberlain, Hitler, Mussolini y Goering durante las conferencias de Munich en 1938.
Chamberlain, Hitler, Mussolini y Goering durante las conferencias de Munich en 1938. Getty Images

No está claro, ni mucho menos, que las Navidades, y los días previos al fin de cada año, sean las fechas que escogen las gentes de cualquier condición para pronosticar que van a hacer las cosas mejor, de forma que todos puedan ser más felices en el futuro.

Me parece a mí que los días de julio anteriores a los salvajes cuando el sol y el calendario se preparan para la canícula (¡lo dije, por dios!) de agosto son más propicios para bondades. Y septiembre es el mes en el que todos los buenos propósitos parecen consolidarse y, sin embargo, revientan contra la cara de quienes se los hacen.

El mejor ejemplo de los despropósitos veraniegos sigue siendo el de Neville Chamberlain, el primer ministro inglés que encabezó una generosa política de apaciguamiento con Hitler. La conferencia de Múnich, celebrada en septiembre de 1938, fue el momento supremo de aquella política destinada a conseguir que el líder nazi abandonara sus políticas de conquista sin oposición y de persecución de los judíos, homosexuales, gitanos y otras minorías desagradables, que eran, para dar una idea de su esencia, tan malqueridos como castellanohablantes en Montserrat.

A Chamberlain la cosa le salió mal, y la bestia nazi se revolvió contra su conciliadora postura, agudizó su política xenófoba y emprendió una aventura bélica gigantesca. Más de cuarenta millones de muertos entre las dos cosas.

Lo del apaciguamiento me ha venido a la memoria porque se cumplen ochenta años en septiembre de aquella conferencia en la que Chamberlain creyó haber domado a la bestia.

No hay más similitudes facilonas. Sobre todo, porque nadie puede decir que la reunión entre Pedro Sánchez y Quim Torra haya tenido como resultado, por ejemplo, que Torra se vea con las manos libres para intervenir en la educación en Baleares.

Pero, sobre todo, es importante fijarse en los personajes. Es lo fundamental. Porque Quim Torra no es un nazi, lo primero. Para ser un nazi, por ejemplo, tendría que ser un xenófobo, tendría que haber declarado públicamente algún tipo de odio o desprecio contra algún colectivo como, por ejemplo, los hispanohablantes. Y si Torra ha dicho algo que puede ser interpretado así es que hay quien está empeñado en leer sus palabras en función de lo que dicen y no de lo que él desea en cualquier momento.

Yo creo que Sánchez sabe lo que significa la palabra de un nazi. Pero lo que más me tranquiliza, ahora que se acerca septiembre, es que Torra no sea un nazi. Él dice que no lo es.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_