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Una pasarela, dos realidades

Mercedes-Benz Fashion Week Madrid se despide constatando las diferencias insalvables entre la moda como negocio y como motor creativo

Cierre del desfile de Ailanto, el 11 de julio de 2018 en MBFWM.
Cierre del desfile de Ailanto, el 11 de julio de 2018 en MBFWM.GSR (GTRES)
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Hay una mujer en España que tiene la última palabra sobre moda. Bien podría ser un hombre, pero las instancias superiores masculinas han acordado que el género debe ser femenino, y no solo porque se trate de trapos, ya se sabe, algo vacuo, frívolo. Para el caso, es ella la que en verdad descodifica aquello que los creadores muestran en la pasarela. Los periodistas la conocemos como “la señora de boutique”, un personaje casi mitológico al que se recomienda no aturullar con referencias intelectuales o de tono (cultural) elevado, so pena de que convulsione. Lo suyo es el hecho pelado: “bonito, muy ponible”. Si dice “divertido”, mejor echarse a temblar. Y así define —y sustenta— la realidad de nuestra industria indumentaria.

La señora —tenga 18 o 90 años o sea un señor— es mejor que siga pensando que un hombre vestido con prendas femeninas (que no vestido de mujer) es la veleidosa extravagancia de un diseñador, no un gesto político. Que nada altere el sueño de moda al que se le ha dado aspirar, ese en el que volvió a regodearse esta Mercedes-Benz Fashion Week Madrid en su jornada de clausura.

Ailanto no defraudó con su nueva ensoñación romántica, en esta ocasión inspirada por la exquisitez cristalera/joyera de René Lalique. Las filigranas art nouveau del maestro vidriero y orfebre francés dan sentido a una colección etérea, sueño de una noche de primavera/verano suavemente arropado por tejidos transparentes y volátiles que insinúan el cuerpo.

Jardín del Edén

"Hay toda una historia referente al jardín del Edén que tiene que ver con el trabajo de Lalique, el primero que utilizó motivos vegetales y figuras femeninas en la joyería. También fue pionero en conseguir un efecto opalescente en las gemas, que nosotros hemos replicado superponiendo capas, utilizando forros traslúcidos y velando con gasa algunos estampados", explicaba Aitor Muñoz mientras su gemelo, Iñaki, ultimaba los detalles de un desfile especialmente florido. Un dibujo de prímulas sobre seda, que vibra y adquiere profundidad según la incidencia de la luz, y otro de cisnes que nadan en un lago de vidrio, cuajado de pequeñas interpretaciones de algunas de las creaciones de Lalique, son la aportación artística de la temporada a ese ingente archivo gráfico que la fraternal pareja ha atesorado con los años y que pronto adquirirá nuevas dimensiones en una colección de ropa de hogar (producida por la empresa Euromoda) y hasta un ramo de autor para Colvin, startup catalana que ha revolucionado el mercado floral en Internet.

Desfile de La Condesa en Mercedes Benz Fashion Week Madrid.
Desfile de La Condesa en Mercedes Benz Fashion Week Madrid.Carlos Alvarez (Getty Images)

Los hermanos Muñoz pasaron el testigo onírico a Marina Conde, directora creativa de la firma La Condesa, que en lugar de meterse en un jardín se tiró en plancha a la piscina. El suyo fue todo lo que no debe ser un desfile: reiterativo, cansino y disperso, resultado de una colección incoherente que no sabía si quería ser infantil o adulta, callejera o de gran salón.

Conde no escatimó propuestas, de trajes sastres a trasuntos chandaleros, pasando por vaqueros y conjuntos festivos de lentejuelas, en un viaje a su infancia y adolescencia en clave de caos mágico que tuvo más de confusión que de magia. El órdago final, con un batallón de chaquetas de esmoquin y casacas estilo húsar —marca de la casa— con profusión de bordados, es ese alarde de sinsentido creativo que, sin embargo, aplaude a rabiar la "señora de boutique": qué bonito, qué elegante, qué ponible.

Marcos Luengo, a continuación, y la barcelonesa Menchén Tomás, después, hicieron del sueño sopor, a pesar de que sus propuestas también se prometían de lo más viajeras: la del uno con rumbo al lejano Oriente, la de la otra a la Cuba anterior a la revolución castrista. Nada que, en ninguno de los dos casos, tenga mayor alcance que la planta de señoras de unos grandes almacenes cualesquiera.

Diseños de Moisés Nieto
Diseños de Moisés Nieto

Para huida hacia adelante, eso sí, la de Moisés Nieto, con nocturnidad y alevosía, fuera ya del infausto Pabellón 14 y en formato performance. El diseñador jiennense (Úbeda, 1984) muta en realizador cinematográfico en la onda de un Jean-Luc Godard, dando prioridad a la expresión pura y dura antes que a un guion justificado. Así ha dirigido una colección introspectiva y emocional, en la que las prendas se despegan del cuerpo y se arman con hombreras, mangas de patrón sastre y cuellos camiseros.

Fue el contrapunto intelectual al ganador del Premio L'Oréal a la Mejor Colección, que recaía en Jorge Vázquez por segunda vez (Afrodita Dorado se llevó el de Mejor Modelo). Moraleja: nunca subestimen el poder de la "señora de boutique".

Balance positivo pese a la escasa afluencia de público

"La moda es para todos", proclama Pepa Bueno. La directora ejecutiva de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) valida con esta sentencia no solo el modelo de pasarela de MBFWM, sino también la realidad de los distintos creadores que convoca en cada edición. "Creo que hay que valorar el esfuerzo que están haciendo por adecuarse a las actuales exigencias del mercado", expone. "De hecho, los compradores internacionales han respondido con bastante interés a sus propuestas. La representante de Yoox Net-A-Porter no ha perdido ripio de las colecciones que pasaban por el showroom y una compradora italiana estaba fascinada con el trabajo de los jóvenes diseñadores que participan en Ego".

Bueno hace balance final positivo, a pesar de la escasa afluencia de público de esta temporada: “De lo que se trata es de profesionalizar esta pasarela, y eso también pasa por los asistentes. Calidad antes que cantidad”.

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