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Tribuna
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La segunda resurrección de Sánchez

En la moción de censura, el líder del PSOE demostró sentido de la oportunidad y capacidad de improvisación, que cotiza muy alto en este mundo de las redes, pero no tanto cuando de la política de la imagen se pasa a la cruda realidad

NICOLÁS AZNÁREZ

Se cumple un mes de la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, tras una moción de censura improvisada por la que nadie daba un duro. Es la segunda vez que Sánchez hace posible lo improbable, después de haber alcanzado contra pronóstico la secretaría general del PSOE.

A estas alturas de la película, Sánchez ha resucitado dos veces, y se podría afirmar que la segunda ha dado más frutos, aunque no se haya obrado otro milagro que el de haber ganado la presidencia, porque todo lo que estaba sigue estando: conflicto territorial, precariedad laboral, déficit público, deuda, inmigración, viabilidad del sistema de pensiones, paro, etcétera.

Si ha dado más frutos esta vez es porque, tras un repunte inicial tras su victoria en las primarias, el PSOE de Sánchez caminaba con más pena que gloria por el panorama político peleándose con las encuestas, sin recoger fruto alguno del descalabro del PP ni de las diferencias internas de Podemos y del desgaste de su líder.

Y en esto, una mañana de finales de mayo, se le aparece la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el caso Gürtel. Ni la esperaba ni tenía alertado a su equipo, pero esa misma tarde salió en directo hacia una moción de censura que se interponía más como obligación que como oportunidad de derrocar a Rajoy.

Si le tumban proyectos mostrará dos cosas: lo que quiere hacer y quiénes se lo impiden

En la moción de censura Pedro Sánchez demostró sentido de la oportunidad (cualidad política de primer orden) y capacidad de improvisación, que cotiza muy alto en este mundo de las redes, pero no tanto cuando de la política de la imagen se pasa a la cruda realidad. Pero es indudable que la combinación de sentido de la oportunidad y de la improvisación le dio la presidencia del Gobierno, y con esas mismas armas jugó la baza del Aquarius para ganar con éxito indudable interlocución en Europa, y venderse ante Emmanuel Macron y Angela Merkel como un político audaz y comprometido.

Por el contrario, el relevo en RTVE, que teóricamente debería haber sido planeado, porque tiempo hubo, se ha saldado con un fiasco. Y aunque haya pasado inadvertido para la opinión pública, el nombramiento de José Félix Tezanos para la dirección del CIS es también una mala noticia, porque cuestiona la neutralidad que se le pide al CIS, y la regeneración democrática es la idea fuerza que explica que Mariano Rajoy haya sido enviado al Registro de Santa Pola (Alicante). Hasta estos dos hechos, y a la espera de que salten al ruedo los vitorinos, Sánchez se luce, con el beneplácito de su parroquia, mostrando más determinación en un mes que Rajoy en toda la legislatura. Veamos algunos:

—Lograr de todos sus apoyos parlamentarios la aceptación de los Presupuestos del Partido Popular, lo que supone, por un lado, una excusa para no abordar lo imposible y, por otro, un mensaje de tranquilad a las instituciones comunitarias y a los Gobiernos europeos.

—El nombramiento de un Gobierno cuya composición fue recibida como un manifiesto político de cambio. La jura de los ministros en ausencia de símbolos religiosos y la implantación de la fórmula “Consejo de Ministras y Ministros” constituyen el hit de la política de imagen del equipo de Sánchez. Otros le han salido peor como el postureo en redes.

—Voluntad de distensión territorial, empezando con País Vasco y Cataluña, dentro de un plan de entrevistas con todos los presidentes autonómicos. Acercamiento de presos de ETA, pero sobre todo, traslado de los presos del procés a cárceles catalanas, sabiendo que el Partido Popular y Ciudadanos tratarán de sacar provecho de ello, y asumiendo el coste de que Torra sea su carcelero.

—Recepción del Aquarius en las costas españolas, en un gesto de compromiso con los principios humanitarios y de complicidad con los socios del norte.

El jefe del Gobierno ha hecho una política de mucho gesto y poco gasto económico

—Una agenda internacional que evidencia voluntad de devolver a España un papel activo en la escena mundial: visita a Macron, papel activo en el Consejo Europeo, visita del pasado lunes a Portugal, visita de los ministros de Exteriores e Interior a Marruecos y Argelia; visita de Obama y del presidente de Colombia en los próximos días. Se empieza a dibujar un concepto de política internacional, que trata de devolver a España al eje Madrid-París-Berlín (entonces Bonn), practicado por González, con el añadido de Lisboa, después del trastorno transitorio de la etapa Aznar, propugnando el alineamiento Madrid-Londres-Washington.

—La exhumación de los restos de Franco; plan contra la pobreza infantil; apoyo a la ley de las 34 semanas, 17+17, para los permisos de maternidad y paternidad; derogación parcial de la ley mordaza; rectificación de los abusos de la reforma laboral; forzar un giro a la política sobre cambio climático en la UE. Y una buena serie de anuncios en materia social e impositiva que requerirán mucha lidia.

Se podría concluir que Pedro Sánchez ha hecho una política de mucho gesto, de poco gasto económico y de poco coste social, habiéndose movido con habilidad en un terreno allanado por el hartazgo de la ciudadanía y por la incomparecencia de la oposición, noqueada desde la moción de censura. Quien realmente le ha puesto en un aprieto con el asunto de RTVE ha sido Pablo Iglesias, tan necesario para este viaje como dado a echar una mano, aunque sea al cuello.

Ahora esperan las promesas de calado, cuya capacidad de implementación limita con su escuálida representación parlamentaria, con la dificultad de restablecer la mayoría que le aupó ahora que no se trata de derribar a Rajoy, y la necesidad de mantenerse en los estrechos márgenes que impone Europa sobre gestión de la deuda y del déficit a la hora de definir un techo de gasto y un presupuesto acorde con su agenda social. En una coyuntura internacional que empieza a torcerse.

¿Qué se puede esperar de Pedro Sánchez en la dificultad? Todo indica que no se va a rajar porque le tumben proyectos, si eso sirve para mostrar dos cosas: lo que él quiere hacer, y quiénes son los que se lo impiden. Ese será el momento, pero no sabemos cuándo, en que como Mayra Gómez Kemp en Un, dos, tres, le dirá al electorado: “Y hasta aquí les puede contar”.

Cuarenta días después de resucitar Cristo subió a los cielos. Cuarenta días después de su segunda resurrección, Pedro Sánchez recibirá a Quim Torra en La Moncloa. Que Dios reparta suerte.

Daniel Gavela es periodista y director general de la cadena SER.

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