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Tentaciones

En busca del Orgullo perdido

Todos aqullos que no se sienten representados en el Orgullo, organizan su particular marcha centrada en la esencia reivindicativa y política del colectivo LGTB+

Una de las pancartas del Orgullo Crítico de Madrid.
Una de las pancartas del Orgullo Crítico de Madrid.Twitter

Abraham tiene 30 años y lleva barba y los ojos pintados. Su estética se corresponde con un discurso combativo y con el moratón que muestra en su brazo al explicar que el lugar de reunión de su asociación ha sido desalojado hace solo tres días.“Fue de forma brutal, violenta y con homofobia. Fueron los nazis de la empresa Desokupa, que echaron a la gente al grito de ‘¡Maricones de mierda, fuera de aquí, os vamos a echar a palos!’. Hoy estamos aquí para mostrar que estamos en contra del capitalismo rosa, de la utilización para un fin comercial de nuestras identidades sexuales y de género. También para intentar recuperar su naturaleza reivindicativa”, explica. Se refiere a la esencia del Orgullo, perdida según su opinión. Por ello, Abraham encabeza uno de los bloques que marcharon la semana pasada en Madrid dentro del llamado Orgullo Crítico. Un movimiento LGTBIQ+ disidente que busca alejarse de la propuesta oficial que consideran “capitalista, gaynormativa, machista y misógina”.

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Surgido en 2007, cada año va en aumento y por primera vez ha tenido que abandonar el barrio de Lavapiés al verse desbordado el año pasado. En esta ocasión, el pasado jueves, miles de personas marcharon desde Neptuno a Callao, pasando por el Paseo del Prado y cortando la Gran Vía. No hay carrozas. Sí, muchas pancartas. El ambiente es festivo, pero los cánticos de proclamas políticas y una batucada sustituyen a la música electrónica y al pop. En resumen, manifestación, no desfile. Más lucha y menos fiesta.

El bloque de Abraham denuncia la plumofobia que afecta al colectivo gay. Él representa al Centro Social Okupado Transfeminista La Pluma, que realizaba su actividad en pleno barrio de Chueca antes del desalojo. Cuenta que desde las principales asociaciones LGTB+ nadie les ha prestado asistencia.“Nuestro objetivo es seguir visibilizando la problemática del barrio de Chueca como epicentro del capitalismo rosa. Que tengan cabida en ese barrio otras realidades sociales, no solo la del homosexual cis de clase media alta. El Orgullo gaypitalista solo admite un cuerpo y una actitud, es decir, solo quiere hombres que parezcan heterosexuales. Nos olvidamos de que las que consiguieron que estemos donde estamos hoy fueron dos mujeres trans racializadas que además eran trabajadoras sexuales”. Por ello, el Orgullo Crítico se celebra el 28 de junio, aniversario de los disturbios de Stonewall que en 1969 originaron la lucha por los derechos LGTB+.

Para Abraham, el colectivo aún tiene solución.“Este Orgullo Crítico es la prueba de ello. Cada año somos más. Mira, vamos a ir por la Gran Vía”, exclama emocionado. “Este Orgullo es el que me representa, el otro básicamente busca a turistas para que se dejen la pasta”, afirma Pable, argentino de 48 años. Luce el torso desnudo con una falda larga rosa. Asegura que el objetivo no es la confrontación con la manifestación estatal del próximo sábado.“El Orgullo está vendido a las marcas. Lo nuestro nunca tendrá cabida, por eso lo hacemos aparte. Es nuestro Orgullo, y es interseccional, no nos ceñimos a los derechos LGTB+. Tenemos compañeras migrantes o trabajadoras sexuales. Participamos de su lucha y ellas de la nuestra. No criticamos que la gente salga a divertirse ese día, pero no compartimos que aquello esté compuesto por carrozas de multinacionales. Allí no se lucha por nada”, sentencia.

Manifestación del Orgullo Crítico a su paso por Gran Vía.
Manifestación del Orgullo Crítico a su paso por Gran Vía.

El lema este año es "Orgullo es transgresión", e Irene, lesbiana de 22 años, también cree que en el programa oficial no queda nada de rebeldía. “Ha perdido su esencia. No existe representación alguna para las minorías más excluidas y pobres, que precisamente fueron las que iniciaron todo en Stonewall. Ha terminado al servicio del poder hegemónico”, se lamenta y apunta al machismo como culpable.“Vamos hacia delante como colectivo, pero desencaminados. No se piensa en lo que realmente está sucediendo en la calle. Se hace mucho más en las redes sociales que en estos actos. En el pregón de este año del MADO hay una mujer bisexual cis, pero ninguna trans ni lesbiana, no tienen cabida”, apunta.

En la marcha llama especialmente la atención el bloque en contra del pinkwashing (lavado rosa) y el homonacionalismo, con pancartas como"AEGAL es el mal", en referencia a la Asociación de Empresas y Profesionales para Gays y Lesbianas de Madrid, implicada en la organización del Orgullo en la capital. También, mensajes en contra de Israel: “Denunciamos la instrumentalización de nuestras identidades sexuales y de género con un fin racista, clasista, islamófobo y político. En el caso de Israel, ponen el foco en la presunta homofobia de las sociedades árabes y en concreto de la palestina, obviando las políticas de apartheid y genocidio del Estado de Israel, que por supuesto afectan a las personas LGTB palestinas”, explica Daniel Ahmed, de 38 años, madrileño de nacimiento y activista quee rmusulmán.

Su plataforma está teniendo una repercusión notable gracias a una campaña en contra de la actuación en Madrid este viernes de la cantante israelí Netta, última ganadora de Eurovision.“Queremos recordar que no es una campaña personal contra ella. No vale escudarse en la libertad artística. Ella no viene como artista de promoción. Lo hace representando a Israel como ganadora de Eurovision y como embajadora de este país, que quiere celebrar la próxima edición del festival en Jerusalén justo tras el traslado allí de la embajada de Estados Unidos. No queremos que se promocione el genocidio en nombre de nuestras prácticas sexuales y afectivas en el marco del Orgullo”, explica. Los organizadores, MADO, se desmarcaron de la presencia de Netta, y explicaron en un comunicado que ha sido contratada por una empresa de fiestas privada.“Siguen siendo cómplices. Se desligaron de la actuación y fue un éxito de nuestra campaña, pero seguimos contra el teatro Barceló que acogerá el concierto. Queremos que se cancele, aunque dudo que lo consigamos”, asegura Ahmed.

“¡Contra el machismo, racismo y homofobia, la lucha sigue, hasta la victoria!”, es uno de los cánticos más repetidos durante la marcha, en la que llama la atención el “¡España es racista!”, que grita el bloque de personas LGTBracializadas, formado principalmente por africanos y sudamericanos. También impacta la pancarta de un colectivo que sí estaráen la manifestación estatal: “La asexualidad existe” es el eslogan que encabeza a los asexuales. María, profesora de 29 años, es una de ellos, y cuenta que intentan“dar visibilidad a un colectivo prácticamente invisible. No sentimos atracción sexual por otras personas. No tiene nada que ver con lo afectivo o romántico. Incluso dentro del Orgullo Crítico no se nos entiende. Nosotros salimos en el Orgullo normal, lo importante es que nos vean. Aunque nos dicen de todo, que si somos inmaduros, raros, o que necesitamos un buen polvo porque vaya desperdicio de vida…”

En la parte delantera de la marcha, en plena Gran Vía, un grupo de niños y niñas entonan:“¡No es disforia, es euforia!”. Son menores trans, que acuden acompañados de sus padres. Melanie, de 45 años, va con su niña de 11.“Somos familias que acompañamos a nuestroshijesy les ayudamos en lo que necesiten en sus vidas. Sí tenemos cabida en el Orgullo del día 6 de julio, pero está muy mercantilizado y hay mucho postureo. Lo que queremos es luchar por los derechos y necesidades de los críos, nuestra realidad requiere activismo y no tenemos motivos para celebrar”. Mientras explica que en Madrid la ley de identidad de género no se aplica porque no se están desarrollando las herramientas para hacerlo, el Orgullo Crítico se acerca a la Plaza de Callao. La multitud formada por todos esos bloques se convierte en un clamor:“¡El orgullo no se vende, el orgullo se defiende!”.

'Pinkwashing' y 'homonacionalismo'

El pinkwashing (lavado rosa) es un préstamo lingüístico del inglés pink (rosa) y whitewash (blanqueo). El término fue acuñado por Breast Cancer Action en 1985 dentro de su campaña Think Before You Pink para denunciar aquellas empresas que obtenían beneficios a través de la venta de productos relacionados con la lucha contra el cáncer.

No fue hasta el 2010 cuando el colectivo San Francisco QUIT resignificó el término al vincularlo a la instrumentalización israelí de la causa LGTBQ+ con el objetivo de maquillar su imagen. Mediante esta estrategia, el estado de Israel se proclama como la única democracia y territorio gayfriendly de Oriente Medio logrando así la identificación y el apoyo del colectivo LGBTQ+ global. Palestina —y por extensión los países árabes y de mayoría musulmana circundantes— se convierte de forma automática en territorio de opresión LGBTQfóbica. Esta doble conceptualización (Palestina como territorio LGBTQfóbico e Israel en calidad de paraíso gayfriendly) permite al Estado de Israel poner el foco en dicha LGBTQfobia, invisibilizando las políticas genocidas israelíes contra la población palestina.

Además, esta estrategia permite obviar que los privilegios en materia LGBTQ+ que el estado de Israel garantiza son reservados sólo a determinadas personas atendiendo a criterios excluyentes como la clase, la adscripción religiosa o la nacionalidad. Más allá de este conflicto, el término pinkwashing ha proliferado en el ámbito de académico, los activismos, las redes sociales y los medios de comunicación para referirse a cualquier estrategia de lavado de imagen mediante la instrumentalización de lo LGBTQ+.

El pinkwashing se encuadra, a su vez, dentro del fenómeno global del homonacionalismo, un término que hace referencia al proceso histórico en el que nos encontramos en el que el género, la diversidad sexo-genérica, la raza y la clase están siendo instrumentalizadas con fines xenófobos, racistas, islamófobos y neo-imperialistas.

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