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Columna
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Piscífilo

No hay hoteles para peces, así que no sé qué será de Gotita cuando yo deba irme

Félix de Azúa
El pez se agita y ejecuta bailes provocadores.Se alegra de vernos y salta como un delfín
El pez se agita y ejecuta bailes provocadores.Se alegra de vernos y salta como un delfínGetty Images

Entramos en el mes de julio y en la diáspora, así que me voy a permitir darle un tono vacacional a estas sesudas columnas con el fin de ayudarles a soportar el ocio. Y empezaré con una de hondo contenido animalista.

Cuando mi mujer y yo llevamos a la niña al espectacular Oceanográfico de Valencia, poco pudimos imaginar que aquello cambiaría nuestras vidas. La niña, como todo cachorro, está muy cerca de los animales y los entiende mejor que los adultos. Son, por así decirlo, sus primos. Cuando vio volar sobre su cabeza a los tiburones nos preguntó con entusiasmo si podíamos comprarle un tiburón como mascota. No quisimos parecer antiguos padres autoritarios así que negociamos una alternativa. De vuelta en Madrid compramos una pecera con oxigenador y algas, más un pez rojo del tamaño de mi dedo índice bautizado de inmediato como Gotita. No la decepcionó porque es muy lista y comprendió de inmediato la buena aunque torpe intención de sus padres, pero, claro, no provocó su euforia. De Gotita nos hemos ido cuidando los mayores.

Últimamente he descubierto que el pez se agita y ejecuta bailes provocadores y un tanto histéricos. Yo lo atribuía a que tenía hambre. ¡Estúpido de mí! El pobre bicho se alegra de vernos y salta como un delfín. Está comprobado: aunque acabe de comer, si aparecemos en su proximidad inicia unas piruetas y convulsiones como de Beyoncé. Y es por afecto.

Las chicas se han ido de vacaciones huyendo del horno madrileño y nos hemos quedado a solas Gotita y yo. Paso algunos momentos hablando con ella. No hay hoteles para peces, así que no sé qué será de Gotita cuando yo deba irme. Abrumado, esta mañana me he descubierto preguntándole con tiento si conocía la crueldad de la vida. Creo que me ha contestado. Resignada.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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