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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El ganado anda suelto y, las manadas, en acción

La perversión hoy se graba y es grupal. Conviene hacérselo mirar

Berna González Harbour
Una manada de lobo gris.
Una manada de lobo gris.© GETTYIMAGES

Mientras grandes cabezas pensantes estaban preocupadas por el efecto llamada del Aquarius, el único efecto llamada que nos ha pillado con la guardia baja es el de la Manada. Corregimos: las Manadas.

Cinco hombres, uno de ellos menor, fueron detenidos en Gran Canaria el pasado fin de semana por violar y grabar a una menor que había sido supuestamente drogada. Lo celebraban en los calabozos con gritos altaneros en los que se autodenominaban “la nueva manada”, según las fuentes policiales citadas por Canarias Ahora. Otros tres jóvenes están acusados de violación múltiple a una chica a la que se llevaron de madrugada a una zona apartada de Molins de Rei (Barcelona) desde una discoteca. Tras la múltiple agresión, la abandonaron supuestamente en una estación, donde los Mossos comprobaron que estaba aturdida y nerviosa. También hay grabación. Una menor de 15 años fue violada en El Puerto de Santa María (Cádiz) durante la noche de San Juan, un solsticio de verano, el de este año, que ha tenido la vergonzosa particularidad de sumar otras tres denuncias de agresiones en Barcelona, una en Palamós (Girona) y otra en Murcia.

El ganado está suelto y las manadas o sus aprendices, en acción. Las violaciones (o denuncias de violaciones) han crecido con respecto a años anteriores, pero España sigue siendo uno de los países de la UE con menores tasas de denuncias, con 2,65 casos por 100.000 habitantes frente a los 62 en Inglaterra o 57 en Suecia, según datos de la estadística europea de 2015. El Ministerio del Interior recogió 1.382 denuncias de agresión sexual con penetración en 2017, un incremento del 10,6% respecto a 2016. Los demás delitos contra la libertad sexual sumaron 10.310 (un 7,5% más). Y ese es un camino: hay que denunciar. Ayer clamó por ello la víctima de la Manada en una carta a las mujeres.

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Pero es tiempo de que la sociedad analice a fondo los datos en España y otros países; de que los gobiernos y ayuntamientos tomen medidas ante una epidemia que suma casi cuatro violaciones al día, también. Y es tiempo de que, en nuestro fuero interno, el de las familias y los allegados, reflexionemos sobre qué tipo de modelo sexual y educación estamos procurando para que la agresión sea una forma de comportamiento aceptado y celebrado en grupo y, además, grabado. El crimen solía ser ese hecho ilegal que uno aspiraba a cometer en secreto y sin que lo pillaran. La violación múltiple y grabada encaja no solo con un Código Penal anticuado que el caso de la Manada ha puesto en evidencia, sino también —y esto es lo más desafiante— con una ansiedad por exhibir el delito, el abuso, la superioridad física y las facultades sexuales mal entendidas en comunidad. La perversión es grupal y esto hay que hacérselo mirar.

Pelea de gallos, un delicioso y también doloroso libro de María Fernanda Ampuero editado por Páginas de Espuma, describe las artimañas que va ensayando una niña ignorante y abusada para evitar las manos invasoras de los adultos. Lo consigue la protagonista por una vía escatológica que no da precisamente asco por sus necesidades, sino por las urgencias de los hombres que se creen dueños de su infancia. Urge reflexionar y actuar para que las mujeres no necesitemos protegernos de la peor manera, sino por la vía del respeto y la educación extendidas. Ya vamos tarde.

 

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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