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Vivir bajo amenaza por un Whatsapp

En Burundi, donde uno de los periodistas contrarios al poder más destacado lleva desaparecido dos años, un grupo de profesionales emite un boletín diario y furtivo de noticias que se distribuye en la web y las redes

Un ciudadano, en una protesta este 7 de junio contra el presidente de Burundi.
Un ciudadano, en una protesta este 7 de junio contra el presidente de Burundi.Reuters
Carlos Bajo Erro
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En 2015, cuando Pierre Nkurunziza fue reelegido como presidente de Burundi, el periodismo se había convertido en una de las profesiones más peligrosas del país. La revalidación del cargo se había producido en medio de un clima de contestación, con controvertidas decisiones judiciales y un intento, sospechosamente cándido, de golpe de Estado que desencadenó una brutal ola de represión justo antes de esas elecciones. Entre las medidas correctivas que adoptaron los partidarios de Nkurunziza se cuenta el asalto y saqueo de cuatro radios privadas y el cierre de otras dos. Los que han conseguido sobrevivir han demostrado un compromiso con la libertad de prensa, sólo comparable con su ingenio. Un ejemplo, la web radio lanzada por Iwacu, el principal grupo de comunicación privado, que se distribuye por WhatsApp.

Una de aquellas cadenas de radio que fueron silenciadas en mayo de 2015, inmediatamente después del fracaso del golpe de estado era Radio Iwacu-Humuriza FM (un proyecto conjunto de Iwacu y de la Radio Humuriza). Abbas Mbazumutima es director adjunto de la redacción. “Además de la destrucción y el cierre de las radios, los periodistas salieron en desbandada, unos pasaron a la clandestinidad, otros tomaron el camino del exilio por miedo a ser detenidos, con las consecuencias que eso podía tener. No hay que olvidar que a algunos se les atribuía ser cómplices de los golpistas”, recuerda el veterano periodista. “Sólo funcionaba la radiotelevisión nacional y no daba más que la versión gubernamental, los rumores empezaron a extenderse y las redes sociales intentar rellenar el vacío”, explica.

En ese contexto fue en el que el grupo Iwacu lanzó su radio a través de internet, con la colaboración de RNW Media (Radio Nederland Wereldomroep), la radio internacional de los Países Bajos. Y comenzó a operar una especie de pequeño milagro. Puede parecer que una iniciativa digital está abocada al fracaso en un país como Burundi, en el que formalmente poco más un 5% de la población tiene acceso a la red. Sin embargo, Iwacu Web Radio ha tratado de unir el potencial comunicativo de un medio como la radio, el preferido del país, con la capacidad de difusión de las herramientas digitales. El resultado son prácticamente 17.000 abonados directos a los boletines informativos de la radio que cada día reciben en sus teléfonos móviles una edición en kirundi, la lengua nacional, y un sumario en francés de las noticias, a través de 66 grupos de WhatsApp. “Cuando a las seis y media de la tarde no hemos enviado todavía los contenidos, empezamos a recibir llamadas de teléfono preguntando qué está pasando”, comenta satisfecho Mbazumutima. Esas emisiones se cuelgan además en la web y se comparten en los perfiles de las redes sociales.

Puede que sea complicado hacerse a la idea del oasis que supone Iwacu, en general, y el proyecto de web radio, en particular, en el panorama informativo de Burundi. Pero quizá se puede entender un poco más el papel que juega esta iniciativa atendiendo a las trabas que ha tenido que superar. “Ofrecemos la versión de la administración, de la policía o del partido en el poder y de sus próximos, evidentemente, junto a los hechos que nosotros mismos hemos recogido sobre el terreno, los puntos de vista de expertos, de la sociedad civil o de la oposición”. Sistemáticamente trabajan con la oposición del Consejo Nacional de Comnicación (CNC), “un órgano de regulación dependiente directamente de la Presidencia de la República, que por una nimiedad, no duda en reprenderte o en tomar medidas injustificadas”, según el responsable de la web radio de Iwacu.

La última de estas medidas para marcar el estrecho terreno que el gobierno deja a los medios independientes ha sido prohibir a los gestores de la web que habiliten los comentarios en sus noticias o en las emisiones de Iwacu. Antes de eso vino el exilio forzoso de Elyse Ngabire, responsable de la información política en Iwacu y del director de Publicaciones del mismo grupo de prensa, Antoine Kaburahe.

Dos de las periodistas preparan el boletín diario de Iwaku.
Dos de las periodistas preparan el boletín diario de Iwaku.

Las amenazas a las que se enfrentan los profesionales son escalofriantes, teniendo en cuenta que uno de esos periodistas, Jean Bigirimana, lleva desaparecido casi dos años. Mbazumutima habla sobre su compañero tratando de no perder la esperanza de recuperarlo y destaca la falta de humanidad con la que ha sido tratada su familia: “Una vez la policía llamó a su esposa para ver si identificaba un cadáver decapitado y en avanzado estado de descomposición, después un portavoz de la policía tuiteó un mensaje en el que simplemente decía 'no era Jean”.

El veterano periodista sabe que el prestigio no será suficiente para mantenerlos a salvo, aunque Iwacu ha demostrado una capacidad de adaptación a los tiempos poco habitual. En su objetivo de “rebatir los rumores, de reconquistar el terreno creciente ocupado por las falsas informaciones ofreciendo informaciones creíbles, independientes y verificadas”, los responsables del grupo de prensa están dispuestos a utilizar todas las herramientas. “Los medios tradicionales están en seria competencia con unas nuevas maneras de informarse. Los smartphones van reemplazando al transistor enganchado a la oreja. Y hay que encontrar a la audiencia allí donde tiene el hábito de estar”, comenta Mbazumutima.

Iwacu se ha convertido en un símbolo de la resistencia, en el estandarte de esa libertad y pretende mantener encendida la llama a pesar de las intimidaciones

“Cualquier tecnología que permita hacer llegar la información a más gente vale la pena ser explorada”, sentencia el responsable de la web radio de Iwacu. “Entre las peticiones de abono hay muchos números extranjeros, además de que sabemos que muchos burundeses en el extranjero siguen usando sus números de Burundi. He llegado a recibir comentarios de amigos que están en Canadá o en Suecia”.

Llegar a más oyentes no tiene solamente consecuencias positivas. “Cualquiera que intente informar a la población de manera profesional u ofrecerle una versión diferente a la oficial se convierte en una amenaza”, advierte Mbazumutima.

Y este periodista burundés que ha tenido que mantener su compromiso en situaciones muy adversas a lo largo de sus 22 años de profesión tiene claro por qué son necesarios todos esos desvelos: “Un ciudadano bien informado es un ciudadano responsable. Toma conciencia de sus derechos y de sus deberes ciudadanos. Sólo así, puede resistirse a cualquier intento de instrumentalización, aunque es estos tiempos sea complicado”.

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Sobre la firma

Carlos Bajo Erro
Licenciado en Periodismo (UN), máster en Culturas y Desarrollo en África (URV) y realizando un doctorando en Comunicación y Relaciones Internacionales (URLl). Se dedica al periodismo, a la investigación social, a la docencia y a la consultoría en comunicación para organizaciones sociales.

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