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Ucrania juega con la verdad y se pega un tiro en la sien

El daño que maniobras como la de la falsa muerte del periodista Arkadi Babchenko causan a la prensa es devastador. No es 'fake news', es desinformación

El presidente ucraniano Petro Poroshenko (izquierda), este miércoles mientras conversa con el periodista Arkady Babchenko (centro) y el jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania, Vasiliy Gritsak.Vídeo: MYKOLA LAZARENKO (EFE)
Alfonso Armada

Recurrimos al inglés por pereza, y porque, al igual que el mundo de los servicios secretos, nos seduce con su glamur idiota. Decimos “fake news” porque se han convertido en un lugar común, pero si lo pensamos un momento nos daremos cuenta de que el sintagma “noticias falsas” podría ponerse como ejemplo de oxímoron en un diccionario. Si es noticia no puede (no debe) ser falsa. Es otra cosa. Y cuando los también llamados servicios de inteligencia (¡qué amor propio tan obsceno!) se ponen manos a la obra, miel sobre hojuelas para hacer trizas la verdad. No son noticias, es desinformación. Una tarea a la que se han aplicado los poderes, los gabinetes de propaganda y mercadotecnia, y por supuesto los servicios secretos, desde la guerra de Troya.

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Recordemos los hechos, y hagamos examen de conciencia, porque Reporteros Sin Fronteras (RSF) también mordió el anzuelo. El 30 de mayo a las 14:36 horas difundimos este comunicado: “UCRANIA / RUSIA | RSF pide colaboración ruso-ucraniana para esclarecer el asesinato del periodista Arkady Babchenko”. Siete horas más tarde, a las 21:21, haciendo de tripas corazón, tan avergonzados como indignados, difundimos este otro comunicado: “UCRANIA | El falso asesinato de Arkady Babchenko: “Nada justifica escenificar la muerte de un periodista”. ¿Qué demonios había ocurrido?

El servicio secreto ucraniano (SBU) dijo que el periodista ruso Arkadi Babchenko, de 41 años, había sido asesinado el 29 de mayo en Kiev. El periodista había explicado hace un mes que había recibido informaciones de que el servicio secreto ruso (FSB) tenía planeado asesinarlo. Abiertamente crítico con gobierno ruso desde la anexión de Crimea en 2014, Babchenko solía recibir amenazas de muerte en las redes sociales. Temiendo por su seguridad después de que los canales de televisión estatales rusos lanzaran una campaña en su contra, huyó a Praga en febrero de 2017, pero se mudó unos meses después a Kiev, donde presentaba un programa en el canal de televisión Tatar ATR desde octubre pasado. Pero todo era montaje elaborado por los servicios secretos ucranianos con la aquiescencia del periodista para supuestamente denunciar las actividades rusas. “Es un alivio que el periodista haya reaparecido. Pero es triste y desafortunado que los servicios ucranianos hayan jugado con la verdad. ¿Era necesario recurrir a esa estratagema? Nada justifica escenificar la muerte de un periodista”, afirmó Christophe Deloire, secretario general de RSF.

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La credibilidad de los medios es la base de su prestigio, su razón de ser. El daño que maniobras como esta causan a la prensa, clave en una democracia dada, entre otras cosas, su función de contrapoder, es devastador. En el primer capítulo del libro Verificación digital para periodistas. Manual contra bulos y desinformación internacional, que acaba de publicar Myriam Redondo, que debería convertirse en manual de consulta permanente, se lee “Sea escéptico. ‘Si tu madre te dice que te quiere, verifícalo’”. A la pregunta de si hubiera sido posible detectar el montaje del servicio secreto ucraniano siguiendo los protocolos de verificación digital, Myriam me dijo que no. Es evidente que cuando una fuente oficial difunde una noticia mintiendo a sabiendas estamos vendidos, pero la propia periodista y profesora se pregunta si a algún reportero se le ocurrió contrastar con los vecinos y con fuentes hospitalarias, es decir, bajando a la realidad. Sólo se habló con los vecinos después de difundir la falsa noticia, no antes. La prisa es enemiga de la verdad.

Después de sercorresponsal de guerra para el diario Moskovski Komsomolets y varios canales de televisión a principios de la década de 2000, Babchenko trabajaba para Novaya Gazeta, un periódico independiente con sede en Moscú en el que han sido asesinados muchos periodistas, como Anna Politkovskaya, a la que abatieron a tiros en su edificio de apartamentos, en Moscú, en 2006. Fueron balas de verdad. Anna Poitklvaskaya murió por contar la verdad. No conviene olvidar que en la Clasificación sobre el estado de la libertad de información en el mundo que elabora RSF Ucrania ocupa el puesto 101 y Rusia el 148. Ambas antiguas repúblicas soviéticas tienen mucho que mejorar para que sus ciudadanos estén mejor informados y puedan actuar en consecuencia.

Alfonso Armada es presidente de la sección española de Reporteros Sin Fronteras

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