_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Doble ración populista

Si los populistas tenían motivos para indignarse, Oettinger les ha proporcionado una ración doble

Lluís Bassets
El líder del Movimiento de las Cinco Estrellas (M5S), Luigi Di Maio (i), invitado del programa 'Porta a Porta', el pasado 28 de mayo.
El líder del Movimiento de las Cinco Estrellas (M5S), Luigi Di Maio (i), invitado del programa 'Porta a Porta', el pasado 28 de mayo.ALESSANDRO DI MEO (EFE)

Hay verdades inconvenientes. En público solo las dice el niño, el loco o el borracho. No son propias de políticos responsables. Aunque tengamos permiso para decirlas en privado, debemos guardarnos de que salgan a la luz, que es lo que al parecer le ha ocurrido a Günther Oettinger, vicepresidente alemán de la Comisión Europea, alguien que tiene una propensión natural a hablar en público y en privado con sinceridad excesiva.

Más información
Editorial | Europa e Italia se necesitan
Es el descontento, no los mercados
El comisario Oettinger sugiere que los mercados enseñarán a los italianos “a no votar a los populistas”

Oettinger les ha dicho a los italianos que espera que los mercados les enseñen como hay que votar para que los populistas no tengan responsabilidades de gobierno. Si los populistas tenían motivos para indignarse con la UE, el comisario alemán les ha proporcionado una ración doble.

Los mercados son puñeteros. No son como la Comisión, el Banco Central Europeo o el FMI. No son tampoco como los partidos del establishment detestados y derrotados. No tienen nombres ni rostros y difícilmente pueden identificarse con las elites que necesita la criatura populista para su buen crecimiento. Al contrario, son un espejo en el que se miran los trabajadores y los pensionistas, votantes populistas también, a los que las turbulencias pueden robar su capacidad adquisitiva y sus ahorros.

En esta ocasión, el severo efecto pedagógico de los mercados no ha esperado a la convocatoria de las nuevas e inevitables elecciones, sino que ha estimulado la reacción entre los propios dirigentes populistas, literalmente aterrorizados ante la caída de la bolsa y la súbita fiebre de la prima de riesgo, es decir, la diferencia de tipos de interés entre el bono italiano y el alemán.

De pronto, el líder de Cinque Stelle, Luigi di Maio, ya no quiere la destitución del presidente Matarella, por su negativa a situar un enemigo del euro en el Ministerio de Economía; tampoco quiere nuevas e inmediatas elecciones en julio, en las que podría perder la delantera que ahora ha conseguido respecto a la Lega; e incluso está dispuesto a aceptar un titular de Economía favorable al euro y, por tanto, un apaciguador de los mercados.

Ratificando la amarga verdad de Oettinger, muchos veían en unas nuevas e inmediatas elecciones, en julio después de las de marzo, una segunda vuelta al estilo de las presidenciales francesas, en la que los italianos tendrían la oportunidad de reflexionar, mercados mediante, sobre el eventual abandono del euro y la pertenencia a la Unión Europea. Si cae el euro cae Europa. ¿Recuerdan? Merkel ya lo vio en 2011.

La sobrepuja populista da raciones generosas de todo. Si no queríamos populismo, dos tazas. Uno de izquierdas y otro de derechas, que en Italia tiene ya antecedentes en cuanto a raciones duplicadas, con Forza Italia y Lega Nord. También recibe el doble de lo que no quiere. Si la detestación de Europa es lo que lo alimenta y puede llevarle al poder, solo recibiendo más de lo que detesta puede ver interrumpido su camino. Ha surgido contra Europa, pero por falta o por debilidad de Europa, y solo puede de verdad frenarle algo tan improbable como una Europa mejor y más unida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_