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Columna
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Es el descontento, no los mercados

Sondeos como el último Eurobarómetro demuestran que italianos y españoles desconfían de sus instituciones

El primer ministro italiano designado Carlo Cottarelli, el lunes tras su encuentro con el presidente de Italia, Sergio Mattarella. En vídeo, declaraciones de Di Maio, líder del Movimiento 5 Estrellas.Vídeo: FRANCESCO AMMENDOLA (EFE) / REUTERS-QUALITY
Gabriela Cañas

Italia y España están abocados a un adelanto electoral por falta de gobernabilidad y los mercados están alarmados. No es casual y los mercados, como casi siempre, reaccionan cuando los problemas sin resolver estallan. Hace tiempo que los datos económicos y sondeos como el reciente Eurobarómetro emitían señales nítidas sobre el descontento ciudadano en los dos países y este es el origen —muy desigual— de ambas crisis: arrojaron un panorama político renovado y ahora explosionan con crisis de gobierno.

Ese Eurobarómetro indica que el europeísmo ha aumentado entre los ciudadanos europeos. Los españoles siguen siendo de los más entusiastas, pero los italianos se están alineando con los más euroescépticos y la falta de solidaridad con la crisis migratoria ha influido en ello. Hasta ahí la divergencia. El resto es común: empobrecimiento, desigualdad, corrupción, malos gobernantes que han endeudado al país y escasa confianza en las instituciones nacionales.

El deterioro de las instituciones políticas es palpable en ambos países. Se confía más en la democracia europea que en la propia. De ello ya alertaba en octubre el Pew Research Center: dos tercios de la población de Italia, España y Grecia no está satisfecha (frente al 52% de media en los 38 países consultados). En ambos países preocupan mucho más que en el resto el desempleo y la economía, estancada en Italia, recuperándose precariamente en España. El colofón es que para resolver la situación hay una clase política que se muestra incapaz de superar los desencuentros y pactar lo fundamental.

Uno de los datos más novedosos del último Eurobarómetro es que los europeos aceptan con naturalidad a los nuevos partidos. Los franceses lo han demostrado votando masivamente a un movimiento político, el de Emmanuel Macron, que no existía un año antes de las elecciones. Los italianos han optado por el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y en España se consolidan Podemos y Ciudadanos. Algunos son tachados, con razón, de populistas. Pero no siempre se limitan a canalizar el descontento. Es muy probable que Carlo Cottarelli tenga razón y que implementar una renta básica sea inviable tal como quiere el M5S, pero también es cierto que es urgente poner coto a tanta desigualdad. Según la OCDE, los cuatro países en los que más se benefician los que más tienen son, por este orden, Grecia, Portugal, Italia y España.

Por segunda vez en una década se soslayan en Italia las urnas (recuérdese a Mario Monti). Es una iniciativa que promete más euroescepticismo, más orgullo nacional herido y más desaliento. La tarea de recuperar a Italia es ardua y debiera empezar por analizar con menos prejuicios las propuestas políticas que tratan de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y por convencer a estos de que los intereses nacionales se defienden casi siempre mejor desde Bruselas. No hay que esperar a que los mercados entren en pánico para reaccionar.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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