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Alemania abre el mercado de fichajes... de enfermeros

La cooperación alemana recluta personal sanitario en paro de varios países fuera de la UE para aumentar prestaciones en su sistema de salud y luchar contra el paro en las naciones de origen

rawpixel (Unsplash)
Alejandra Agudo
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Un anuncio de televisión cambió la vida de Lester Beltram. Hace cinco años estaba frente a la pantalla en casa de sus padres en Manila cuando lo vio: Alemania buscaba enfermeros en Filipinas. Así conoció el programa de reclutamiento de personal sanitario de la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán) y la Agencia Federal de Empleo en cuatro países externos a la Unión Europea. Un proyecto que sus creadores llaman Triple Win (triple victoria) porque todos los implicados ganan: Alemania cubre su elevada demanda de estos profesionales, los beneficiarios migran legalmente y con trabajo asegurado, y las naciones de origen reducen sus tasas de paro y reciben las remesas de dinero que mandan los expatriados. 

"En Alemania la población está envejeciendo; este cambio demográfico ha provocado un aumento de la demanda de enfermeros", explica Maja Bernhardt, responsable del proyecto en GIZ. Beltram se dedica, precisamente, a cuidar de personas mayores en la Fundación Carl von Heß Social en Hammelburg. "Hay que tener mucha paciencia", reconoce. Desempeña esta labor desde octubre de 2015, dos años después de haber solicitado acogerse al programa Triple Win y haber superado las entrevistas. Normalmente, los enfermeros seleccionados de cualquiera de los cuatro países que se benefician de este programa —Serbia, Bosnia-Herzegovina, Filipinas y Túnez— tienen que tomar un año de clases de alemán antes de mudarse y pasar los exámenes hasta alcanzar un nivel B1 que, según los estándares europeos, supone contar con la fluidez necesaria para comunicarse sin esfuerzo con hablantes nativos. Pero en el caso de Beltram, esta espera se prolongó debido a que la organización no encontraba un profesor de alemán disponible.

Con el proyecto de cooperación internacional Triple Win, Alemania ha contratado a unos 2.000 enfermeros de sde que se lanzó en 2013

Con este proyecto de cooperación internacional, Alemania ya ha contratado a unos 2.000 enfermeros desde que se lanzó en 2013. Todos ellos, incluido Beltram, cumplen los mismos requisitos: tienen un título oficial en la materia, han ejercido la profesión y han superado los exámenes de alemán y las entrevistas personales, tanto de la agencia de empleo alemana como de su futuro empleador. Son justamente lo que las entidades públicas y privadas de servicios de enfermería necesitan y no encuentran en el propio país. El 61% de las empresas del sector tienen vacantes laborales, con un promedio de 4,3 puestos sin cubrir por organización, según un estudio de la Fundación Bertelsmann de 2015. Sin embargo, apunta la investigación, solo una sexta parte recluta trabajadores cualificados fuera de la UE. Los motivos: el proceso para hacerlo es laborioso, caro y con muchas barreras burocráticas, entre ellas, el reconocimiento oficial de los títulos universitarios obtenidos en el extranjero. Con su proyecto, GIZ y la Agencia Alemana de Empleo se encargan de eliminar todas esas trabas. "Esta propuesta es una forma transparente, justa y legal de migrar", anota Bernhardt.

En esta misma línea, en el análisis que GIZ realizó para justificar el programa, advertía de la falta de candidatos para cubrir plazas de enfermería. De acuerdo con la Agencia Federal de Empleo, en 2014, por cada 100 ofertas en este sector, se recibían 84 solicitudes; en geriatría la ratio era aún peor: 44 aspirantes por cada centenar de vacantes. 

Lester Beltram es un enfermero filipino que hoy trabaja en Hammelburg (Alemania) a través de un programa de la agencia de cooperación internacional. Imagen cedida.
Lester Beltram es un enfermero filipino que hoy trabaja en Hammelburg (Alemania) a través de un programa de la agencia de cooperación internacional. Imagen cedida.

Antes de acogerse a este programa, Beltram trabajaba como enfermero de sala de operaciones en un hospital público filipino. Pero, una vez seleccionado, decidió dejar su empleo para dedicarse por completo al estudio del nuevo idioma. "Es muy distinto y difícil", se ríe al otro lado del teléfono. Por suerte, soltero y sin hijos, y nacido en una familia de clase media, sus padres pudieron mantenerle mientras se preparaba. "La formación lingüística era de lunes a viernes desde las ocho de la mañana hasta las cuatro y media de la tarde", asegura. Pero el esfuerzo y el disgusto inicial de su madre por la futura separación, mereció la pena. "Ahora están muy orgullosos de mí". En Alemania tiene un salario digno pues el convenio del GIZ con los países de origen establece que los contratados trabajarán bajo las condiciones laborales alemanas. "En Filipinas ganamos entre 400 y 500 euros al mes en un hospital público. ¡Aquí ganamos cuatro o cinco veces más!", detalla.

Pero la diferencia salarial no es la única motivación que llevó a Beltram a Alemania; también las condiciones de trabajo son mejores en el país europeo. "En Filipinas podía llegar a atender entre 50 y 150 pacientes en un solo día", ejemplifica. Tal carga de trabajo ponía al límite su capacidad de aguantar el estrés; su labor hoy como cuidador de ancianos pone a prueba su paciencia. No obstante, desde que recaló en la fundación ha ido adquiriendo más y nuevas responsabilidades. Primero tuvo que ejercer un año como asistente de enfermería y pasar otro examen para que su titulación filipina fuera reconocida oficialmente en Alemania. Burocracia resuelta.

Además, durante ese período inicial, GIZ hace un seguimiento de cada trabajador. "Tanto el enfermero como su empleador se pueden poner en contacto con nosotros cuando tengan cualquier problema o preocupación", aclara Bernhardt. Si hay conflictos, les visitan e intermedian. "Normalmente, en el primer mes suelen estar relacionados con el idioma porque hay que tener un cierto nivel para trabajar en el día a día. A veces se da el caso de que empleador y trabajador no encajan. Pero esto no es muy común", especifica.

De hecho, la mayoría de los beneficiarios acaban quedándose en Alemania. "Suelen permanecer aquí porque, por el momento, las condiciones en sus países son las mismas que cuando se marcharon. Así que no tienen ninguna motivación para volver", afirma la responsable del proyecto. Lo que sí sucede es que, una vez obtenida la visa de residencia permanente, empiezan a buscar mejores trabajos en el país. "Los enfermeros cualificados están muy solicitados", añade Bernhardt. Beltram no ha pensado en regresar a Filipinas. Todo lo contrario: planea solicitar la nacionalidad alemana en 2021. "No hay muchos que vuelvan y los que lo hacen suele ser por razones personales, por ejemplo, que sus padres sean mayores y caigan enfermos, o que tengan pareja y esta no quiera trasladarse a Alemania. Pero no es lo habitual", especifica la experta de GIZ.

Los gastos de gestión para la selección y contratación de los candidatos, así como los cursos de alemán son costeados con las cuotas de 4.000 euros que pagan las empresas

Este modelo de cooperación no solo es muy distinto de la tradicional ayuda al desarrollo en países en apuros, sino que además es innovador por la forma de financiarse. Todas las gestiones, así como las clases de alemán y los salarios de los dos empleados del GIZ en cada país, son costeados con las cuotas que pagan las empresas que reclutan enfermeros a través de este programa. Por cada uno, 4.000 euros. "Estamos estudiando si aumentamos esta cantidad porque los cursos de idiomas son cada vez más caros", apunta la responsable del proyecto.

Otro de los problemas que enfrentan los responsables de este proyecto es que reciben tantas solicitudes en los países de origen que se ven obligados a rechazar a enfermeros muy cualificados. "En nuestro último llamamiento en Filipinas, en febrero de este año, recibimos 500 solicitudes. Tras revisarlas, convocamos a 450 personas para entrevistas y decidimos contratar 400. Al final, contratamos a 330 porque algunos se descolgaron del programa", recuerda Bernhardt. 

Los seleccionados pasarán por el mismo "duro proceso" que Beltram. Seguramente, él sea uno de los veteranos que asesore a las nuevas hornadas de enfermeros en los llamados "talleres de integración". Y les aconseje buscar en Internet, como hizo él mismo en su día, los usos y costumbres del país al que llegan. "Hay que adaptarse". Les dirá quizá, que no hay que felicitar los cumpleaños una semana antes de la fecha, como es tradición en Filipinas.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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