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el médico de mi hij@
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Facebook me bloquea tras contestar una duda sobre fimosis infantil: ¡Me voy!

Me gusta ayudar a padres y madres en sus tareas de crianza, donde un médico con 30 años de experiencia, pueda colaborar e innovar

Getty

Es primavera y sábado, llevo un buen rato cuidando de mi jardín y haciendo las tareas propias del despertar de rosales y césped. Retirar restos de las heladas de este duro invierno, y preparar y abonar el manto verde para que reciba el prometido sol primaveral.

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Está cayendo ya el sol tras el pinar y de tanto mover restos vegetales y rastrillar he conseguido aventar no solo finas briznas de césped seco y antiguo, que se me meten por todos los entresijos de la ropa, sino que con ellos van, seguro, pelillos y restos de procesionarias urticantes. Me pican partes de mi cuerpo que no recordaba haber estudiado en anatomía, esto me genera un nerviosismo que una ducha no consigue aplacar, comento esto porque supongo que tiene que ver en el devenir de los acontecimientos.

Este estado febril e inquieto solo tiene una solución, sacar a pasear a Manolo, mi perro, que es más inquieto todavía y aunque viejo cocker, no desdeña una buena pelea con el grandullón de enfrente o los irritables vecinos de la calle de abajo.

Saco mi móvil abandonado sobre la mesa y me dice después de todo un día de actividad que he dado 110 pasos, lo que abunda en mi malestar por la falta de reconocimiento y empatía que tiene este cacharro conmigo y la poca o nula congruencia del big o little data en este caso con mi dolorimiento muscular. Tengo varios mensajes de mi querido grupo de Facebook el médico de mi hijo, que como sabéis soy colaborador y fundador, 64.000 personas de habla hispana de todo el mundo interesándose por la salud de sus peques y últimamente de ellas también y de su embarazo. Intento entrar en la app mientras el perro tira como si se le fuera a acabar el mundo y no le diera tiempo a llegar a no sé dónde, en una de esas paradas que hacen todos los perros, consigo apretar el icono de la aplicación y en vez de aparecer los colores azules y el logo del caralibro, aparece una pantalla blanca en la que se me explica que:

Me han bloqueado el acceso a mi cuenta durante tres días, en los que podré seguir leyendo y recibiendo publicidad, pero no podré publicar nada, ni dar un me gusta o un me disgusta, nada, solo ver sin poder interactuar. ¿El motivo? Que he publicado en las últimas horas imágenes con contenido sexual explícito, lo que contraviene las normas de la comunidad.

Efectivamente, no puedo publicar nada, no puedo comentar, ni avisar a mis compañeros de tarea, nada. Siempre el mismo mensaje en inglés.

Tres días de castigo, ahora mientras escribo y ya madurado el tema, me queda un día de condena.

Ya puedes darle todo lo que quieras al Mistake que no tienes consuelo, tan solo acceso a un lacónico mensaje de paciencia. Uno que se mueve bien en estas lides de las redes sociales procede rápidamente a cambiar la contraseña de mi cuenta, por si me hubieran hackeado. Nada, ningún mensaje nuevo, ninguna explicación, ni siquiera una posibilidad de saber donde, cuando, qué es lo que ha ofendido a la comunidad. Impotencia.

Ni que decir tiene que lo más sexual que he publicado en Facebook en la última semana ha sido una respuesta escrita, nada de fotos, a una mamá sobre la manía de los tirones del prepucio en los niños como si la fimosis fuera el mal del mundo a combatir. La cola no se toca, repetimos una y otra vez, no hay por qué forzar para que el niño descapulle con uno o dos años, eso deberá hacerlo más adelante, en la adolescencia, pero no antes y no a base de tirones y retracciones bárbaras... Vaya ya me estoy yendo de tema, esto de divulgar educación para la salud no conoce límites.

Ya sabemos que para Facebook la lactancia es pornográfica y su manía por retirar todo lo que pueda parecer a ojos de su algoritmo de decisiones un pecho, pero no es este el caso. Ya sabemos que las mamás mandan al grupo cacas, granos y rojeces de sus niños de las más recónditas partes, que obviamente filtramos y no pasamos, pero tampoco era este el caso. Así que sigo sin una explicación.

Ya había avisado de que es probable que esta urticaria que me atenaza desde el otro día tendrá algo que ver, mi estado es deplorable y ahora no solo habones y prurito, sino que lesiones de rascado sangrantes, alguna ya infectada por el impétigo, me afectan seguramente al buen discernir, pero será paranoia, ira, sed de venganza o simplemente la bofetada de la realidad la que me lleva al extremo.

¡Qué os den! Facebook, me voy

Supongo que fue el shock tras pasar un día de realidad, de pie a tierra con mi jardín, mi perro, mi entorno pinariego y sus malditas orugas. Realidad insisto, con sus picores y sus dolores musculares y chocar de bruces con la nube, con la injusticia de la acusación infundada, con la dictadura de las redes sociales, pensar que como en las películas futuristas de ciencia ficción un robot en ningún sitio, por su algoritmo de impersonal big data había decidido que yo "simple data" era alguien proscrito, alguien inadecuado para "la sociedad", alguien me había colgado el cartel de eres basura, delincuente y merecedor en juicio sumarísimo de una condena de tres días, alguien me había puesto en mi perfil una estrella amarilla durante tres días.

Ni de tres días, ni de una hora, me niego y me indigna.

Viví una adolescencia en dictadura, estamos viviendo unos años donde la palabra tiene más condena que la corrupción o el robo de guante blanco, tengo miedo de que alguien me cuelgue un cartel que no es mío, tengo miedo de lo impersonal, he caído en la cuenta de que Facebook se está convirtiendo en el ojo de Hal el ordenador de 2001, las redes que todo lo ven y donde la salud es el motor de la separación social como en Elysium, que volví a ver ayer. Un estado policial es posible y factible y lo peor es que no está controlado por los gobiernos, títeres y manipulados con botarates o simples al frente, sino por unas pocas empresas, quizás en manos de un postadolescente con ganas de seguir ligando y fisgando en las personas para controlarlas y decidir por ellas. ¿En qué momento se le fue a Zuckerberg de las manos? ¿Es sabedor hoy en día quien controla el algoritmo? ¿Se ha hecho Skynet ya consciente de su potencial?

Ya sé, ya sé, que para los picores mejor tomar un antihistamínico, que diréis que soy un exagerado, que total ya casi han pasado los tres días y todo volverá a su ser.

¿Hasta cuándo?

NO, no habrá un mañana, publico este artículo como mensaje de despedida a Facebook. Se queda en un mundo paralelo al mío a partir de este momento, es fácil, se borra la app del móvil, se borra el enlace a favoritos y ya está, o bien publico esta vez si, un a tomar por saco a ver si esta vez me bloquean con razón la cuenta indefinidamente.

Facebook se ha convertido en algo que no me gusta, seguiré con mi manía divulgadora, pero esta vez con mis vídeos en YouTube o mi cuenta de Twitter, que tampoco es que esté últimamente muy fina esta red, pero es lo que hay; publicaré otro libro que tengo pendiente. Me gusta compartir y ayudar a padres y madres en sus tareas de crianza, donde un médico con 30 años de experiencia atendiendo niños, pueda colaborar e innovar.

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