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el médico de mi hij@
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mi pediatra está en Facebook, ¿y el tuyo?

Los especialistas no podemos divulgar solo en la clínica, hay que hacerlo también en las redes sociales para inundarlas de contenidos de calidad

Un padre consulta el móvil.
Un padre consulta el móvil. getty

De vez en cuando algún amigo me pide que colabore con su medio, bien para que le rellene una entrevista a través del correo o bien para una charla telefónica, así se pueden ver ya muchas opiniones mías en los diversos medios de comunicación escritos, radio o televisión. Otras veces la petición es para participar en unas jornadas, algún curso o congreso presentando una charla o ponencia, es siempre un honor que algún profesional se acuerde de mí y piense que puedo aportar algo de conocimiento o entretenimiento para sus lectores, escuchantes o videomirones.

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He publicado y hablado para profesionales y compañeros, también para padres y pacientes, pero nunca hasta ahora había hablado ante un público estudiante. Me han invitado a hablar en la Semana de la Ciencia que se celebra en las universidades sobre redes sociales. Participar en una facultad ante un grupo de estudiantes de enfermería o medicina supone un doble reto para mí; siempre hay que superarse, intentar hacerlo muy bien, comunicar y contar cosas interesantes, al fin y al cabo, respetar profundamente a esa gente que deja de hacer otras cosas por ir a oírte. Por otro lado, hay que enamorar al público e intentar venderle un producto. Si estuviera publicitando aspiradoras o coches de segunda mano o cualquier otro útil o inútil, debería tener la misma actitud, conseguir que los presentes que ya han mostrado un mínimo interés por lo que allí se va a tratar, salgan de la sala con sus mercancías a estrenar como un niño con zapatos nuevos.

¿Y qué voy a vender?

Vendo la idea de que los profesionales de la salud deben estar en los medios y redes sociales, vendo que es una obligación más del graduado divulgar y compartir conocimientos. Hace años este periódico me dedicó una contraportada con el título Todos los médicos deberían tener un blog y sigo pensando lo mismo, todo profesional médico o enfermera debería tener un medio de expresión público. No hay por qué ser un influencer o un líder de masas, no me refiero a eso, sino que no debemos limitar nuestra labor clínica en primaria a nuestro despacho en la clínica o centro de salud, sino que debemos quitar mesas y abrir puertas para no encapsular el saber y el buen hacer.

Hoy en día los pacientes están en las redes sociales, los padres buscan en Internet lo que les preocupa e intentan informarse de signos o síntomas de sus peques, o buscan la confirmación a que sus decisiones en cuestiones de crianza, salud o educación son las correctas encontrando en las redes el apoyo que necesitaban. Cuando acuden al pediatra ya han buscado previamente y tienen una primera impresión, o bien rebuscan a la salida para corroborar y ampliar lo diagnosticado. Esto parece ser así y todos los sabios en eHealth apuntan en esta línea, pues entonces, deberemos ofrecer a nuestros pacientes unos enlaces y puntos de búsqueda de calidad o mejor todavía ser nosotros mismos los que distribuyamos la información basada en la evidencia y las buenas prácticas.

El estudiante sanitario debe entender que el paradigma de conocimiento ha cambiado, las cátedras y el saber clásico solo son las bases de todo aquello que debe conocer, pero que la sabiduría real clínica se aprende en el día a día, con un aprendizaje horizontal, siendo a la vez maestro y alumno en un entorno múltiple donde nuestros pacientes tienen un perfil en la red similar al nuestro, un intercambio de conocimientos médico paciente, donde ambos obtienen lo mejor de la sabiduría del otro.

Para llegar a los pacientes hay que estar en Facebook porque es allí donde están.

Los jóvenes estudiantes están en Twitter y también en Instagram, dos redes similares por la inmediatez, pero diferentes en su concepto. Instagram es el poder de la imagen, no solo un espacio para poner fotos de gatos con filtros amarillentos, sino una red para compartir con rapidez visual. Una imagen tiene muchísima más aceptación y distribución que un texto, para los estudiantes puede ser una forma de colaboración y de aprendizaje entre iguales, lo que venía siendo compartir chuletas de toda la vida. Las imágenes transmiten rápidamente conocimiento, con la misma celeridad se mueven los conceptos acertados y científicos que los bulos o magufadas, hay que ser crítico e incisivo en discernir y hábiles en saber a quién seguir y qué compartir. Twitter es una gran herramienta para estar al día si se sabe a qué personajes y perfiles debemos integrar en nuestro TL no deben faltar los cómicos, por supuesto, ni periodistas o medios de comunicación generalista, pero también debemos seguir sociedades científicas, afamados líderes y cerebros privilegiados que pululan por la red, compañeros avanzados, y no olvidar asociaciones de pacientes, blogs maternales y prensa especializada en salud y crianza.

El problema es que los pacientes no están en Twitter o Instagram salvo para si queremos enterarnos de lo que comen o de lo que piensan de política, para llegar a los pacientes hay que estar en Facebook porque es allí donde están. Imágenes sí, pero texto más largo donde explicarse, comunidades y grupos que generan inteligencia colectiva y donde mucha gente aporta sus experiencias y conocimientos. Más cantidad y por lo tanto también más posibilidades otra vez de bulos y magufadas, por eso los profesionales debemos estar ahí, para inundar las redes de contenidos de calidad, para colaborar y aprender de grupos de pacientes que nos enseñarán como se convive con esa enfermedad que tan bien sabemos diagnosticar.

Las carreras o grados sanitarios no son sino un cúmulo de conocimientos en frío, se aprenden enfermedades y nombres complicados, se memorizan montones de procesos con nombres propios, como si fuéramos abogados acumulamos leyes y decretos, pero nos olvidamos de cómo se deben aplicar esas leyes, en nuestro caso nos olvidamos de que detrás de las enfermedades siempre hay enfermos, detrás de toda recomendación de salud hay una persona, unos padres que tienen que llevarla a cabo. No sirve con aprenderse las vacunas y su importancia, después hay que aprender a convencer a un antivacunas. No vale con saber diagnosticar una alergia a proteínas de la leche de vaca, hay que saber qué comer a partir de ahí y saber qué sienten esos padres cuando van al Mercadona. Entender que un diagnóstico de TDAH lleva tras de sí un infierno vivido en casa y en el colegio, con lo que conlleva de necesidades nuevas.

En las facultades se acumulan conocimientos para aprobar y sacar buena nota, para aprender medicina o enfermería hay que vivirla con los pacientes y a día de hoy los pacientes también están en las redes y están mucho antes que nosotros, somos nosotros los que debemos subirnos al tren que ya está en marcha.

Jesús Martínez es pediatra, autor del libro y del blog El médico de mi hij@.

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