
Los seis lugares sagrados que incluso los ateos deberían visitar
Más allá de su belleza arquitectónica o paisajística, su historia emociona incluso a los que no creen

Cada año miles de millones de personas aprovechan sus días de vacaciones para visitar nuevas ciudades, conocer otras culturas o volver a lugares que les resultan especiales. Solo durante 2017, revelan los datos de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), viajaron 4.100 millones de personas. Y esta cifra solo se refiere a los desplazamientos en avión.
De todos estas personas que viajan cada año, según el nuevo libro de Sarah Baxter, Lugares Sagrados, "más de 300 millones se trasladan anualmente para visitar enclaves religiosos o lugares cargados de una fuerza espiritual especial".
Los motivos pueden ser diversos, desde encontrar una paz interior hasta visitar los templos como parte de un itinerario arquitectónico. Baxter ha querido recopilar 25 de estos enclaves y explicar su relevancia a través de sus textos e ilustraciones hechas por Harry y Zanna Goldhawk. Los destinatarios de esta obra son todos aquellos viajeros que busquen "inspiración, experiencias intensas y destinos intemporales". A continuación, repasamos seis de estos espectaculares destinos.

"Es el lugar más sagrado de Birmania", explica Baxter. Se trata de un complejo budista situado en la ciudad de Rangún, y en cuyo centro se eleva una aguja bañada en oro que, con sus 100 metros de altura, parece tocar el cielo. Sin embargo, por impresionante que sea la edificación no es este el principal motivo de peregrinación religiosa a este lugar, sino lo que alberga en su interior.
Cuenta la leyenda —continúa Baxter en su libro— que el lugar se construyó hace 2.500 años. Poco antes, dos hermanos comerciantes conocieron a Siddharta Gautama y les regaló ocho de sus cabellos, que decidieron venerar en una colina donde ya se guardaban otras reliquias de tres Budas anteriores: el filtro para el agua de Kakusandha, la túnica de Konagamana y el bastón de Kasssapa. Para albergarlas todas decidieron construir una cámara, que no es la que vemos hoy.
La decisión de elevar la cúpula de oro ocurrió después de trasladar los cabellos, cuando se "produjo una agitación en hombres y espíritus, se vieron relámpagos, los vientos soplaron, los sordos oyeron y los mudos hablaron". Fue entonces cuando se decidió colocar la gran aguja que corona el complejo para contener todos estos poderes.
La ciencia, sin embargo, discrepa ligeramente con esta narración. Indica Baxter que los arqueólogos datan la edificación entre el año 500 y 1.000 d. C. A partir de entonces ha sufrido varias modificaciones. La más llamativa ocurrió durante el siglo XV, cuando, bajo el reinado de Shinsawbu, se empezaron a bañar en oro los distintos edificios del complejo.

Las aguas del Ganges han recorrido, desde la cordillera más alta del mundo hasta llegar a la ciudad de Benarés, "cientos de kilómetros por frondosas laderas, tierras de cultivo aradas por vacas, minúsculos pueblos y centros de peregrinación abarrotados", narra Baxter. Son aguas sagradas y a su paso por esta ciudad, que dicen fue construida por el dios creador-destructor Shiva, se convierten en el lugar perfecto para bañarse en ellas y —según el hinduismo— limpiar los pecados.
La ciudad, que se yergue en una de sus laderas es, cuenta Baxter, un entramado de estrechas callejuelas en las que "se dice que se puede encontrar un templo cada diez pasos". Todo en ella gira en torno al Ganges, donde se puede ver, además de devotos bañándose, a toda clase de personas jugando, apostando, hablando…
Hasta tal punto llega la veneración por este río que se ha convertido en "la primera entidad no humana de la India en tener los mismos derechos legales que las personas". Y es que, a ojos de los hindúes, el Ganges es la diosa Ganga a quien se le ordenó bajar de los cielos para purificar a los humanos.
Pero este río, que nace en lo alto del Himalaya con un agua cristalina y que además es la principal fuente de agua de 400 millones de personas, es también el vertedero de varias ciudades por las que pasa. Entre ellas, la industrializada Kanpur, cuyas empresas lo usan de vertedero de diversos tipos de residuos.

"En la ciudad vieja de Jerusalén, un laberinto amurallado de caliza clara, un mar de vestimentas variadas rodea al caminante, desde kipás y túnicas, hasta chales con flecos, hábitos monásticos, hijas, vaqueros y gorras de béisbol", explica Baxter. Aunque pueda sorprender, el amplio abanico de visitantes no es extraño. Esta ciudad es sagrada para las tres principales religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. De hecho, según informaron medios locales, un 25% de los 3,6 millones de turistas que recibió Israel viajó por motivos religiosos.
Para los judíos, "el Monte del Templo fue fundamental en la creación". Según sus creencias, fue en esta elevada zona de la ciudad vieja donde Dios tomó la tierra con la que modeló a Adán y fue escenario de diversos e importantes rituales.
Para los musulmanes, este lugar es uno de los tres sagrados del islam. Consideran que fue desde allí donde el profeta Mahoma realizó su viaje nocturno hacia el paraíso. “Poco después de la conquista islámica de Jerusalén en el año 637, se construyeron la mezquita de Al-Aqsa y la reluciente Cúpula de la Roca”, que está justo sobre la roca desde la que ascendió el profeta.
Para los cristianos, el Monte era un lugar que Jesús visitaba a menudo para sanar enfermos y predicar con la palabra de Dios. Fue desde allí, dice esta religión, que desafió a las autoridades que finalmente le crucificaron.

Un pasillo de arcos rojos serpentea hacia arriba de la montaña, como una vena que une los templos de Fushimi Inari en la cima, describe la autora del libro. Cada uno tiene una inscripción con caracteres Kanji, que expresan las plegarias de los benefactores que pagaron por los arcos y con la esperanza de pagar también por su buena suerte.
Bajo las montañas y tras perder de vista los arcos, descansa Kioto, el centro espiritual de Japón. Esta urbe que, durante siglos albergó el poder cultural y político del país, ha sufrido varios incendios, terremotos y guerras; y, sin embargo, es una de las mejores conservadas del país.
Paseando por sus calles se pueden visitar más de 2.000 lugares religiosos: 1.660 templos budistas, 400 santuarios sintoístas y 90 iglesias cristianas, entre otros, indica Baxter.

En pleno océano Pacífico, a 3.700 kilómetros de la costa chilena se encuentra el que probablemente sea uno de los mayores enigmas de la tierra: la isla de Pascua. Un islote desierto, formado por tres volcanes inactivos, en el que lo único que queda de su civilización, que desapareció tras quedarse sin recursos, son unas gigantescas esculturas de cabezas.
Los isleños tallaron cerca de 900 gigantes, que —por cierto— miden entre 2 y 20 metros de altura y pueden alcanzar 40 toneladas, y lo hicieron en uno de los cráteres de la isla. Después los trasladaron a la costa y los pusieron mirando al mar. Hasta ahora no hay ninguna explicación de cómo lograron hacerlo.
Algunos de los Moáis, que es como se llaman las esculturas, siguen de pie mirando al horizonte, como si el tiempo no hubiera pasado por ellos. Otros se han caído por completo o han logrado mantenerse con cierta inclinación.

Suenan tambores, trompetas e hipnóticas canciones que se mezclan con el sonido del agua al caer y con los gemidos de personas. El lugar del que habla Baxter se encuentra en medio de uno de los países más pobres del mundo. Se trata de Saut-D’Eau, en Haití, y los practicantes del vudú acuden allí a bañarse en las aguas sagradas de la cascada.
La libertad para los habitantes de esta isla no llegó hasta 1804, tras siglos de dominio francés en los que los esclavos llevados desde África eran obligados a abandonar sus creencias religiosas y adoptar el catolicismo. Lo que les llevó a disfrazar a sus deidades de santos cristianos para poder seguir venerándoles. Así, nació el vudú haitiano, cuyo dios creador se llama Bondye (del francés bon dieu, buen dios).
La cascada se convirtió en un lugar de peregrinaje después de que en 1849, según los creyentes, apareciera una mujer sobre la copa de una palmera. Al escuchar los rumores de la aparición un sacerdote decidió cortar la palma y poco tiempo después murió. La imagen volvió a salir sobre otra y otro sacerdote decidió cortarla. Al paso de poco tiempo tuvo el mismo destino que el primero. Esta leyenda ha otorgado al lugar la fama que tiene hoy en día. Desde entonces, cada mes de julio los peregrinos acuden a bañarse en las aguas de esta cascada.