‘Mélodies’ a la salsa yidis
El tenor Benjamin Alunni mezcla en un disco canción francesa, cabaret y sonidos de la música hebrea
Hay artistas que caminan en la dirección que ellos quieren (que casi siempre coincide con la del mercado) y otros que caminan en la dirección que indica la obra de arte. El poeta Charles Simic suele explicar el proceso creativo de manera muy gráfica: “Quería ir a la iglesia pero el poema me llevó al canódromo. La primera vez que me sucedió quedé horrorizado. Me llevó años admitir que el poema es más listo que yo. Ahora camino en la dirección que él me indique”.
Al hilo de esta intuición, el joven tenor originario de Niza Benjamin Alunni sigue en su trabajo la senda del arte y de sus antepasados. Acaba de estrenar disco y proyecto. Bajo el título Confluences (Confluencias, Klarthe), pretende mezclar la mélodie française con la cultura musical judía. En sus interpretaciones conviven un texto medieval hebreo convertido en canción de cabaret con una opereta yidis inspirada en cantos ucranianos populares. Y también hay espacio para su admirado Maurice Ravel, que compuso un kadish (plegaria cantada o recitada de la tradición judía) sin pertenecer a esa religión (una hipnótica pieza de 1914 para voz y piano).
Toda una investigación en la historia del patrimonio artístico para mostrar la porosidad de la música de la mano de un tenor nacido en 1983 que canta en cuatro lenguas (francés, arameo, hebreo y yidish), cuyos abuelos son de origen judeoespañol (su próximo disco incluirá el ladino) y que ha sido bautizado por la emisora France info como una de las grandes promesas de la escena lírica francesa.
Asisto a la presentación del disco en el Athenée Théâtre Louis Jouvet de París y, mientras aplaudo, me viene a la mente lo que decía Umberto Eco en Apocalípticos e integrados, sobre la homogeneización del gusto musical. “...donde la fórmula sustituye a la forma", escribió, "se obtiene éxito únicamente imitando los parámetros, y una de las características del producto de consumo es que divierte, no revelándonos algo nuevo, sino repitiéndonos lo que ya sabíamos".
Las revelaciones sí surgen en este proyecto de Alunni junto a la pianista Marine Thoreau La Salle y la violonchelista Lydia Shelley. A partir de la fusión de distintas sensibilidades y orígenes, la intención es sobrepasar cualquier frontera “Por un lado, me gusta la mélodie, lo que los alemanes llaman lied, poema musicado por un compositor; por otro están mis orígenes judíos, y en el medio aparece Ravel, que es francés y que para su kaddish se inspiró en una cultura de la que a priori no conocía nada, solo porque se sentía atraído por una gran cantante de la época, Madeleine Grey, y escribió para ella, que era judía. Ravel simboliza la alianza entre la mélodie y la cultura judía a través de la música”.
Mientras pienso en cómo sería Madeleine camino por la rue Auber tarareando el Bolero de Ravel. Al rato caigo en la cuenta de que se me ha olvidado comentarle a Alunni, por si no lo sabía, que Ravel (como él) también tenía ascendencia ibérica (su madre, de origen vasco, le habría transmitido canciones de esa tierra, y en la perfección del Bolero, cuyo aire se inspira en la célebre danza folclórica española, hay quien ha adivinado ecos del txistu y el tamboril). Da igual, en el próximo concierto se lo digo.
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