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“Soy Vivian Maier. Tengo 92 años. Soy Vivian Maier y tengo el poder de congelar el tiempo, de disparar sin armas a las personas y guardarlas para siempre en mi cámara, de hacerlas inmortales para siempre en mitad de la calle”, clama la actriz Beatriz Arjona en referencia a la recién afamada fotógrafa estadounidense que trabajó de niñera varias décadas y murió sin saber que sus escondidas imágenes de vidas cotidianas valdrían una fortuna después. Llegan a mencionar a cerca de 60 mujeres de un pasado ignorado o silenciado y por descubrir. “No conocía a muchas. Me ha parecido muy interesante”, reconoce una señora de pelo blanco que se vuelve del asiento para escucharlas mejor.
La respuesta de los pasajeros es como un barómetro de la sociedad. Está el que no se quita los auriculares, el que mira por la ventanilla, el que se acerca para prestar más atención, la que graba con el móvil, quien asiente y reconoce a algunas de las citadas, y una madre que abraza casi entre lágrimas a su hija adolescente. “Me he emocionado porque estás harta de trabajar tanto, y ves esto y reconforta”, reflexiona. “Me ha gustado mucho, son mujeres que a veces vemos en el colegio”, dice la menor, que cumple con uno de los conjuros invocados por Arjona: “Soy mi profesora de Historia de sexto de primaria, la que nos hizo aprendernos una larga lista de nombres de hombre, la que nos hizo darnos cuenta de que esos nombres eran de hombre, la que nos hizo desear muy fuerte que algún día en esa lista vayan juntos hombres y mujeres”.

En Post-it amarillos, el director de la obra, Fran Pérez, va pegando en los cristales los nombres de las recordadas. “Para que luego las puedan buscar y tener más información”, insta Julio León, dramaturgo de esta iniciativa, contratada por el área de Igualdad del Ayuntamiento de Sevilla para celebrar el Día Internacional de la Mujer y que cuenta con 16 funciones en ocho líneas de autobús y tranvía que se realizarán hasta este martes.
Y justo acaba la función en el trayecto de ida, y de la cabina de mandos sale una mujer, Pepa Gómez, la conductora del tranvía, que también tiene su historia. Cuenta que fue de las primeras conductoras de autobuses de la ciudad hace 15 años. “Fue una lucha dura. A las 150 plazas nos presentamos cinco mujeres, y aprobamos todas, pero solo cogieron a dos. Yo entré el siguiente año”, asegura Gómez. “También fui de las primeras en tener el carnet de camión y una de las veces que fui a buscar trabajo me dijeron que no necesitaban limpiadora”, recuerda tras saludar a las actrices, que han participado en el guión.

“Conjuramos con nuestras voces y cuerpos a la mujeres de la historia o de nuestras vidas, y después del pasado 8 de marzo es emocionante ver que no se va esa sensación. Muchos demuestran abiertamente su emoción. Es un intercambio muy esperanzador”, concluyen las actrices Tatiana Sánchez, Celia Vioque y Verónica Morales. “Muchas gracias, muchas gracias”, les repiten los pasajeros tras la función ambulante.