Italia consagra los populismos
La victoria del Movimiento 5 Estrellas y la ascensión fulgurante de la xenófoba Liga Norte marcan el fin de una era política y abren un periodo de incertidumbre para el país y la Unión Europea
Italia es capaz de lo mejor y de lo peor. De engendrar tanto a Botticellis como a Berlusconis, según la famosa frase del periodista y escritor italiano Beppe Severgnini, a la que, tras los resultados de las elecciones legislativas del pasado 4 de marzo, se podría añadir Grillinis y Leguistas. Tanto el resultado del inclasificable Movimiento 5 Estrellas, primer partido de Italia con un 32,7% de los votos, como la ascensión de la xenófoba Liga Norte, que con un 17,4% multiplica por cuatro su resultado de 2013 (4,3%) —relegando al partido de Silvio Berlusconi, Forza Italia, a un segundo plano—, constituyen una revolución política sin precedentes en la tercera economía de la Unión Europea, según los editorialistas de la prensa internacional.
Dos fuerzas antisistema han conseguido derrotar a los partidos tradicionales y al orden político que prevalecía desde el fin de la II Guerra Mundial, obligando incluso al líder del Partido Democrático, Matteo Renzi, a dimitir tras haber obtenido uno de los peores resultados de la historia (18,7%). Su denominador común, el euroescepticismo, pone en riesgo el futuro de la construcción europea en uno de los países fundadores. Una Europa que tras la votación del partido socialdemócrata alemán (SPD) a favor de una coalición con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel, recobraba, el pasado domingo, confianza en el proyecto comunitario. Las negociaciones para formar gobierno en Italia, donde ningún partido consiguió la mayoría absoluta, prometen ser largas y difíciles. Hasta entonces, Europa aguarda con suspense el desenlace que puede ser clave para la estabilidad de la UE.
El fin de una era política
La victoria del M5S de Luigi Di Maio, auténtico ovni político, capaz de pactar con el eurófobo UKIP en el Parlamento Europeo y de defender posiciones duras en materia migratoria al mismo tiempo que aboga por el fin de las políticas de austeridad y la defensa del medioambiente, es en sí una revolución política que cierra definitivamente “el novecento”, estima el director de La Repubblica, Mario Calabresi. Basta con observar el mapa amarrillo (M5S) y azul (LN) de Italia para medir la magnitud del cambio en la geografía electoral de la península, analiza el politólogo Ilvo Diamanti: “La Italia blanca (Democracia Cristiana), roja (Izquierda), verde (Lega) y azul (derecha) de la Primera y de la Segunda República ya no existe”.
Una dinámica populista que, según comenta en La Repubblica el politólogo francés, Marc Lazar, no se detendrá con estas elecciones: “Su presencia, su fuerza, está transformando los fundamentos mismos de nuestras democracias porque consiguen imponer sus temas en la agenda política, su estilo, su manera de hacer política, y la idea que existe un pueblo soberano omnipotente”.Para Lazar, estas elecciones confirman que Italia es “el laboratorio de los populismos”.
Según Calabresi, el resultado obtenido por el PD pone en discusión la posibilidad misma que siga existiendo un concepto de izquierda representada por una fuerza política. El PD de Renzi —que en los últimos cinco años de Gobierno cambió tres veces de primer ministro— no ha sabido escuchar e interpretar “el grito de quienes se sentían excluidos y que ya no confiaban en los partidos tradicionales”. Un sentimiento de malestar que ha sabido capitalizar el M5S del cómico Beppe Grillo. “Si miramos ese inmenso mapa amarrillo (color del M5S) y lo comparamos con el del desempleo observamos que coinciden: si la izquierda de los derechos no entiende que el de tener un trabajo es el primero de todos, está condenada a desaparecer”, sentencia Calabresi.
De la misma manera, los votantes del norte de Italia "abandonaban la caricatura de Berlusconi para entregarse a quienes se hicieron intérpretes del sentimiento de soledad y de miedo”: la Liga Norte de Matteo Salvini. Un partido que, de ser regionalista y favorable a una separación con los "terroni" del sur de Italia, se ha convertido en una fuerza nacional cuyos principales enemigos son la inmigración y los tecnócratas de Bruselas. Como recalca Calabresi, la seguridad y la inmigración han sido claves en ese sentido, evocando el ejemplo de Macerata, escenario de un crimen racista el pasado febrero a manos de un militante de la Liga, donde el voto a Salvini pasó de un 0,6% a un 21%.
The Guardian, particularmente crítico con el sistema electoral italiano, ve en el auge de las fuerzas populistas sobre todo la derrota de la socialdemocracia y de los partidos de izquierda. “Cuando los partidos de centro izquierda abandonan sus agendas progresistas, acaban pareciéndose a los conservadores que supuestamente tendrían que combatir”. Una visión compartida por Marcello Sorgi, de La Stampa, aunque insiste en no culpar exclusivamente al líder del PD: “No solo perdió Renzi, también fueron derrotados los gobiernos de esta legislatura, Gentiloni incluido, a pesar de los méritos y logros en términos de saneamiento económico del país”, zanja el editorialista, cuya crítica también va dirigida a la lucha de poder dentro de la cúpula del partido.
“Los logros del Gobierno de Paolo Gentiloni, y Matteo Renzi antes de él, eran reales”, lamenta en su editorial Financial Times. La economía italiana está mostrando sus primeras señales de recuperación después de años de recesión. Su producto nacional bruto ha subido a un 1,5%. Su competitividad externa ha mejorado, los bancos se han estabilizado y los juicios se han acelerado, argumenta el diario, que recalca además el record asentado por el Gobierno en materia de disciplina fiscal que permitió a Italia reducir su deuda. “Las disfuncionalidades de la política italiana de los últimos años han tapado los logros de las instituciones italianas. No fueron suficiente para convencer al electorado”, recalca la publicación que teme que los “populistas borren esos avances económicos”.
La construcción europea en peligro
Los editorialistas de la prensa internacional temen sobre todo que los resultados de las elecciones comprometan el futuro de la construcción europea. “Italia está planteado un desafío mayor para el proyecto europeo ya comprometido tras el Brexit y el giro iliberal dado en Polonia y Hungría. La promesa de inestabilidad e incertidumbre será sin duda celebrada por el Kremlin”, estima The New York Times, que recuerda que tanto el M5S como la Liga se han opuesto a las sanciones contra Rusia.
El mismo temor expresa el editorial de Le Monde, para quien el auge en particular de la Liga Norte recuerda un paisaje tristemente familiar al que Francia solo pudo escapar en 2017 gracias a su sistema electoral en dos vueltas. “Estados Unidos ha elegido a Donald Trump en 2016, cinco meses después del voto de los británicos a favor del Brexit. La Italia del 4 de marzo no quiere salir de la Unión Europea, pero hará todo para que no pueda seguir avanzando".
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