Freixas: “Hay que exigir cierta responsabilidad a los creadores”

En un debate moderado por Berna González Harbour, Freixas y Del Molino, ambos colaboradores de EL PAÍS, dieron su opinión sobre Lolita, la obra publicada en 1955 por Vladimir Nabokov, y sobre las lecturas que se hacen de ella.

Freixas indicó que para ella, “Lolita no es una incitación a la violación, pero es una novela lo bastante ambigua como para que no se sepa si la justifica”. Por su parte, Sergio del Molino dijo que el impacto de la obra se debe precisamente a eso, a que “no da al lector una moraleja o una resolución clara sobre qué debe opinar” de lo que pasa en el libro.

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Siguiendo con el argumento expresado en su tribuna ¿Qué hacemos con ‘Lolita’?, Freixas indicó que reprocha a Nabokov que Lolita tiene una justificación de la violación pedófila dando mucha cancha al agresor para explicar su punto de vista y no dando espacio a Lolita para hablar del suyo”, a lo que Del Molino apuntó que ese es el gran mérito de Nabokov, “que consigue sostener una novela con un narrador poco fiable, asqueroso y que provoca rechazo en el lector”, ya que la novela está escrita en forma de alegato ante un juez, contada en primera persona desde el punto de vista del violador.

“Hoy buscamos discursos limpios, donde los malos no tengan la palabra”, apuntó Sergio del Molino, que se preguntaba por qué pasaría si Lolita fuera una obra que hace apología de la violación, para él “no sería argumento suficiente para quemarla en la hoguera”.

La responsabilidad de los creadores

“Cuando hablamos de literatura hablamos de ficción, hay una diferencia entre autor y narrador. En ‘Lolita’ quien habla es Humbert Humbert, no Nabokov”, comentó Sergio del Molino, que considera que “no se debe pedir a un creador un compromiso ético de ninguna clase”.

Sin embargo, para Laura Freixas, un creador “debe ser consciente con el efecto que pueden tener sus acciones, debe comprometerse con ciertos valores éticos y no escribir algo que se pueda interpretar como una apología o justificación de la tortura, tiene que tener libertad pero hay que exigirle cierta responsabilidad”.

Para Freixas, debemos evolucionar hacia una cultura que “no esté creada por una parte dominante de la sociedad, hacia una cultura que dé la palabra a las víctimas y no solamente —como ocurre en la obra de Nabokov— a los violadores”.

Ambos coincidieron en que las interpretaciones de las obras cambian con el paso de los años y con las diferentes lecturas que se hacen de ellas, pero que sin duda, es muy importante hacer una lectura crítica de cada novela.