Las obsesiones decorativas de Juan Avellaneda
El diseñador barcelonés se inspira en García Lorca, Dalí o Yves Saint Laurent para diseñar Garçonnière, su primera línea de telas decorativas con Güell-Lamadrid


En francés, el término “Garçonnière” define un apartamento de soltero, un espacio decorado por su propietario sin más requisito que sus propios gustos. Entre sus paredes, el único criterio es la libertad. Y, en su primera colaboración con el mundo de la decoración, el diseñador Juan Avellaneda, fundador de la firma de moda que lleva su apellido, ha concebido una colección de tejidos que, como una garçonnière conceptual, refleja sus obsesiones estéticas y las imágenes que le acompañan desde hace años.
La colección, una alianza con el editor textil Güell-Lamadrid, se estrenó en primicia el pasado mes de enero en París y ahora presume de puesta de largo oficial. Es habitual que las colecciones de Avellaneda, que irrumpió en el panorama de la moda en 2014, tengan un hilo conceptual muy marcado. Sus prendas, sabias reinvenciones de clásicos de la moda masculina como la camisa, el traje, el esmoquin o los vaqueros, aplican materiales exigentes a formatos reconocibles.

Hasta ahora se ha inspirado en la moda de los setenta, en los círculos bohemios y aristocráticos del París de la era disco, en la escultura clásica, el Surrealismo o el arte de las vanguardias. También en una particular fusión de culturas, mediterránea y asiática, que plasma sus orígenes, sus viajes y sus experiencias. Y algo de todo eso hay en esta colección de tejidos decorativos cuyos diseños rinden homenaje a los “rusos” que llevan inspirándole desde sus inicios. De ahí, por ejemplo, que la tela Salvador, un homenaje al genio de Cadaqués, introduzca pequeñas dosis de surrealismo en las chinoiseries florales de toda la vida. O que Yves (por Yves Saint Laurent) recupere la raya diplomática que el modisto francés eligió para su primer esmoquin de alta costura. Lorca se encarna en un jacquard marmoleado y el dandi Jacques de Bascher se asocia a su tejido favorito, el terciopelo. En ese sentido, la indagación en los propios archivos de Güell-Lamadrid, uno de los editores textiles españoles más comprometidos con el lujo y la estética mediterránea, permite que el lenguaje de uno y otro dialoguen de forma fluida para crear tapicerías, cortinas y objetos llenos de obsesiones estéticas.

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